Luis Armando González
El viernes 25 de septiembre, there el Presidente Salvador Sánchez Cerén ofreció un discurso en la sede de las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York. Dado el tiempo asignado para la intervención, se trató de un discurso conciso, directo y claro; su mensaje estuvo a tono con el espíritu del encuentro de jefes de Estado y de Gobierno -–en el marco de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Objetivos Sostenible 2015-2030—, así como con los cambios que se están gestando en el país a partir de 0209.
Siendo el propósito de la Cumbre la puesta en común de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, carecen de sentido las opiniones del presidente del COENA, Jorge Velado, para quien Sánchez Cerén ocultó “a los señores mandatarios el problema delincuencial que se vive en nuestro país” (La Prensa Gráfica, 29 de septiembre de 2015, p. 28). Y es que en el encuentro en Nueva York ni la seguridad pública ni la violencia criminal eran los temas centrales de debate. Las Naciones Unidas han abierto espacios, en otras Asambleas Generales, para asuntos de esa naturaleza, pero la Cumbre del viernes 25 de septiembre tenía una finalidad específica, y fue en torno a ella que el Presidente Sánchez Cerén elaboró su discurso. No tenía porqué tratar el “problema delincuencial” –-como reclama Velado—, al cual ciertamente Sánchez Cerén se ha referido en otras ocasiones y del cual, asimismo, están debidamente informados los gobiernos amigos, lo mismo que lo está la Secretaría General de las Naciones Unidas.
Pasando a lo medular del discurso del Presidente Sánchez Cerén, llama la atención su balance positivo acerca del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Conviene recordar que, en 2000, el Estado salvadoreño –-a través de la administración de Francisco Flores— asumió compromisos ante la comunidad internacional para cumplir con esos objetivos. Sobre las administraciones de Flores y de Elías Antonio Saca –-ambos del partido ARENA— recayó, en un primer tramo, la responsabilidad de orientar sus respectivas gestiones a partir de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Las administraciones de Mauricio Funes y de Salvador Sánchez Cerén completarían la tarea, de la cual se tendría que dar cuenta en 2015.
Precisamente, ese fue uno de los propósitos de la intervención de Sánchez Cerén en la ONU. Le correspondió dar cuenta de lo realizado por las tres administraciones de gobierno previas a la suya y, parcialmente, también de la propia. Su balance positivo es un reconocimiento a lo realizado por los gobiernos de Flores y Saca; y en su valoración de lo que ha quedado pendiente lo que destaca son las dificultades económicas y ambientales. No hay ninguna alusión a los malos manejos institucionales, a la corrupción o a la escasa prioridad dada a los problemas sociales en ambas administraciones areneras. Es evidente que, en la visión del Presidente Sánchez Cerén, lo que prevaleció fue la intención de fomentar la concordia, evitando enviar mensajes que dieran pie a la división o a resquemores políticos o ideológicos.
Lamentablemente, en algunos sectores de ARENA y de la derecha mediática esto ha sido pasado por alto.
No han sido capaces de valorar el empeño del Presidente por evitar la discordia innecesaria; al contrario, algunos de los voceros del partido se empeñan en generar conflictos a partir de la deslegitimación y la manipulación de lo que se hace y se dice desde la Presidencia de la República. Los planteamientos de Jorge Velado -–sobre el discurso del Presidente Sánchez Cerén en la ONU, pero también sobre otros temas— son un ejemplo de ese afán deslegitimador y manipulador.
Otro de los propósitos del discurso presidencial fue reafirmar la responsabilidad del Estado salvadoreño con el bienestar de la sociedad. “Desde 2009 –sostuvo—, decidimos hacer de lo social la principal prioridad del Estado, implementando políticas públicas orientadas a la inclusión socio-económica y educativa, a la seguridad ciudadana y la protección del medio ambiente. Con el inicio de mi gobierno, en el 2014, fortalecimos la capacidad del Estado para cumplir con sus responsabilidades sociales y el sistema de protección ambiental, así como la recuperación gradual de ecosistemas”.
De cara a la realidad nacional, esa formulación es lo medular del discurso presidencial, pues enuncia el giro estratégico que se comenzó a operar en el Estado salvadoreño desde 2009. Con dificultades financieras indiscutibles, desde 2009 en adelante se diseñaron y ejecutaron programas de gobierno que concretaran las responsabilidades sociales del Estado. Desde 2014, esa es la lógica que rige el quehacer del gobierno salvadoreño. Es esa lógica –-y ese compromiso ético y político— la que está detrás de los esfuerzos por universalizar los servicios de salud, caracterizados históricamente por el deterioro, la ineficiencia y una limitada cobertura.
Es esa misma lógica -–y su espíritu— la que está detrás de los esfuerzos por dotar de útiles escolares, uniformes, zapatos y alimentación a los niños, las niñas y los jóvenes en las escuelas. Se trata de un programa de un impacto social de enorme trascendencia para las familias pobres del país y que compromete importantes energías y recursos del Ministerio de Educación, como lo puede constatar cualquiera que se tome la molestia de informarse del quehacer de ese ministerio en particular.
Por último, es esa misma lógica la que explica los esfuerzos por asegurar la dignidad y derechos de las mujeres o los esfuerzos por reducir la pobreza. Son deudas históricas del Estado salvadoreño con la sociedad; un Estado que históricamente estuvo en contra de la sociedad y a favor de grupos de poder económico que lo usaron a su antojo.
Cuando se cae en la cuenta de lo anterior, se entiende bien el malestar de los sectores más recalcitrantes de la derecha. En realidad, lo que les molesta es el giro que se comenzó a operar en el Estado desde 2009. Lo que les molesta es que el Presidente Sánchez Cerén afirme que la prioridad del Estado es la sociedad salvadoreña y que sus responsabilidades sociales son lo más importante. Lo que esos sectores de derecha quisieran escuchar es que la prioridad del Estado son ellos y sus negocios.
No entienden que ellos y sus negocios son una parte de la sociedad, no toda la sociedad. No entienden que para que ellos y sus negocios prosperen antes tiene que resguardarse la prosperidad de la sociedad, especialmente de sus sectores más vulnerables.