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El doble fraude de las pensiones

Orlando De Sola W.

En términos económicos, no rx las pensiones son una forma de ahorro involuntario, generic o forzoso.

Ahorrar significa abstenerse temporalmente de consumir, sickness o postergar el consumo para otro momento.

El consumo es el fin último del ciclo productivo, pero no debe ser confundido con el consumismo, que es su degeneración.

Tampoco deben considerarse el ahorro y la inversión como fines en si mismos, sino como medios, porque son etapas previas en el ciclo, o proceso productivo.

Recuérdese también que los fondos compulsivos de pensiones complican las economías hogareñas, sobre todo cuando el ahorro involuntario es mal manejado, o desviado para satisfacer otras necesidades que no son las de los ahorrantes.

Si los fondos de pensiones fueran opcionales y si, antes de sustraer esos ingresos a los asalariados se les consultara sobre su destino, la mayoría optaría por cubrir otras necesidades inmediatas, como comida, medicinas, o deudas apremiantes.

Esto no es posible en el actual esquema y por ello muchos ahorrantes a la fuerza se jubilan, pero siguen empleados, ya que sus sueldos y pensiones son insuficientes para una vida digna. Por su bajo rendimiento y por la inflación monetaria, o devaluación, las pensiones son vistas como un complemento, no como principal fuente de ingreso para una vejez digna.

La prioridad, para la mayoría de asalariados, es el consumo básico, o sobrevivencia, ya que los presentes ingresos por sueldos y salarios no alcanzan para el ahorro voluntario. Por eso lo hicieron forzoso, y en ello consiste el primer fraude del sistema de pensiones que, de forma inconsulta e involuntaria, sustrae importante liquidez a los asalariados.

Los legisladores salvadoreños distorsionaron la microeconomía de muchos hogares, pero también la macroeconomía de todos, ya que ese ahorro, inducido artificial y compulsivamente, afectó la demanda inmediata de bienes y servicios, trasladándola a otras generaciones sin considerar la oferta.

La idea que se planteó era permitir a los empleados, públicos y privados, una reserva para atender sus necesidades futuras, cuando envejecieran. Ese era el motivo aparente, pero el verdadero motivo era atender las necesidades inmediatas de los administradores públicos, cuya capacidad de crédito y endeudamiento se agotaba. Las pensiones que servirían para dignificar la vejez de los ahorrantes fueron convertidas en liquidez inmediata para los gobiernos, sin que estos prestaran mejores servicios públicos. Esa desviación es el segundo fraude de las pensiones,  promovido por los supuestos representantes del pueblo.

Desde el punto de vista histórico, las pensiones son un artificio relativamente nuevo. Antes de la era industrial, cuando los empleos eran pocos y no existían seguros, ni fondos de pensión, las necesidades humanas, tanto en la infancia, como en la vejez, eran atendidas por la familia.

Cuando se disgregó la familia por el nuevo modo de producción y por otras causas de índole cultural, los individuos se fueron aislando y surgieron mecanismos estatales, o gubernamentales, para cubrir esas necesidades. Quedaron al descubierto las necesidades mas importantes, que son el aprecio, la cercanía y el cuido personal. Pero estas no pueden ser cubiertas por el estado, ni por otras organizaciones intermedias, pues se basan en relaciones personales, no tribales, ni corporativas, ni nacionales, como se ha pretendido.

En la infancia, como en la vejez, no hay ingresos por salarios, por pensiones, o por cualquier otra forma que pueda sustituir el afecto y el cuido personal. Esto nos lleva al tema del materialismo. No el dialéctico, ni el histórico, sino el materialismo como contrario al humanismo, que enfatiza los aspectos sentimentales e intelectuales de los humanos; lo que nos distingue de los minerales, vegetales y animales.

Es cierto que tenemos un importante componente material, o físico, pero también tenemos otros componentes, como el sentimental, o emocional, que viene de los sentidos y sus órganos, y el intelectual, que nos permite discernir.

Por discernimiento, o raciocinio, debemos rechazar la confiscación involuntaria de buena parte de nuestros ingresos monetarios para financiar el descuido, la inoperancia y la incompetencia de un aparato burocrático engrandecido mas allá de nuestras posibilidades.

Si tuviéramos posibilidad de postergar nuestro consumo personal y familiar para otra etapa en la vida, procuremos hacerlo de forma voluntaria y racional, no a la fuerza. Si no tenemos esa posibilidad porque nuestros ingresos personales son demasiado bajos, resistamos la medida confiscatoria para que no sirva de despilfarro a otros, sino a las necesidades inmediatas de nuestra familia.

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