Álvaro Rivera Larios
Escritor
Nota: He reescrito en gran medida este ensayo que apareció por primera vez en Elfaro.net hace un par de años. Aunque conserva su título original, try tiene desarrollos nuevos donde introduzco matices en un concepto como el de “influencia literaria” que es central para esta discusión. Un fallo que se detecta entre quienes hablan con tanta seguridad del influjo del poeta Dalton es que, malady por lo general, a sus juicios les falta una fundamentación teórica. A esta carencia súmenle otra muy importante y es que sus hipótesis aún no han sido verificadas por medio de una investigación literaria. Una gran parte de nuestra crítica asume hoy una tesis –la de la gran influencia de Roque– a pesar del vacío conceptual y la ausencia de confirmación metódica que hay detrás de esta teoría. Yo diría que, más que ante una teoría, estamos ante una creencia que cumple ciertas funciones ideológicas en el campo literario salvadoreño.
I
Uno de los lugares comunes más correosos de nuestra opinión literaria es aquel que da por supuesta –sin definirla, sin investigarla– la “poderosa influencia de Roque Dalton”. Se dice, se supone, se da por hecho que la poesía salvadoreña del último cuarto del siglo XX estuvo poseída por el fantasma del poeta asesinado en mayo de 1975. Y habría que preguntarse ¿hasta qué punto los hechos (literarios) confirman ese juicio que dan por cierto los simpatizantes y los detractores del presunto rey de nuestra lírica?
Las dudas que plantea la posible influencia de un autor sobre un determinado período de la historia literaria no pueden responderse especulativamente. Hay que fechar textos y reconstruir contextos y demostrar, por medio del análisis y la comparación, la huella poderosa de un escritor sobre el lenguaje de otros. ¡Cuidado¡ Cuando hablo del lenguaje de un literato como Dalton, no me refiero solo a facetas aisladas de su elocuencia o de sus temas que puedan inventariarse en un listado de figuras retóricas y de motivos recurrentes, me refiero también a su manera de concebir el discurso lírico y de situar la poesía en el horizonte de la peculiar modernidad de una cultura como la salvadoreña; me refiero, por lo tanto, a su poética.
¿De qué influjo literario hablamos, si aún no disponemos de una imagen crítica de la poética de Dalton que nos permita valorar hasta qué punto, en su unidad formal y temática, su proyecto literario ha dejado huella en la lírica salvadoreña escrita en las últimas décadas? En este sentido, nuestros juicios sobre el gran impacto del poeta carecen de fundamentación teórica y no están confirmados por una investigación meticulosa.
En los años noventa del siglo pasado, el cambio de la circunstancia histórica que supusieron el final de la guerra civil y la aparición de una conciencia posmoderna nos terminó llevando a la intuición de que algo se había quedado atrás en la voz del poeta. Así fue como algunas figuras del mundo académico y literario empezaron a sentir la necesidad de clarificar el tema del impacto estético de Dalton. Se advirtió que dicha huella no debía confundirse con su ejemplo moral. Sin embargo, tales aclaraciones –hechas en nombre de la autonomía de la literatura– no dieron paso, al menos entre los escritores, a una evaluación lúcida de la obra escrita y el pensamiento poético del presunto rey de nuestra lírica.
Debo advertirles, antes de seguir, que mi ensayo puede leerse como una intervención crítica en ese espacio que denomino “esfera de la opinión pública literaria”. Lugar al que acuden los escritores a defender o atacar ideas que, aunque se transmitan con un lenguaje en apariencia académico, realmente pertenecen a un universo donde se libran enfrentamientos ideológico-literarios. Aquí no hablo, por lo tanto, de la imagen compleja que del poeta Dalton vienen levantando y ofreciendo estudiosos como Ricardo Roque Baldovinos, Luis Melgar Brizuela, Rafael Lara Martínez y Luis Alvarenga, por ejemplo. El objeto de mi cuestionamiento son aquellos textos de naturaleza crítica donde los mismos escritores salvadoreños intentan definirse a sí mismos a través de la valoración del presunto rey de nuestra lírica. En esos ensayos donde los poetas juzgan al ya viejo poeta Dalton suele asomar el mal manejo que algunos hacen de conceptos como “influencia”, “estética”, “política”, etcétera.
En lo relativo a la fundamentación teórica de los juicios donde se predica el gran impacto de Roque en nuestra lírica, bastaría con darse un paseo por internet para advertir que el concepto de “influencia literaria” suele ser acusado de ambigüedad, de linealidad mecanicista, de falta de precisión por autores como Paul Valery, Roland Barthes y Michael Baxandall. Estos señalamientos deberían obligarnos a utilizar con cautela un concepto como el de “influencia”. Por ejemplo, cuando se afirma que X ha influido a Y, podemos decir todo y podemos decir nada, en la medida en que no establezcamos qué aspectos formales y temáticos de la compleja obra de X influyen sobre Y. Tampoco diremos nada, si no aclaramos cómo reaccionan literariamente ante el poder de X los presuntos creadores que estan bajo su dominio. Y es que una visión cerrada de la originalidad literaria puede convertir equivocadamente toda huella de un poeta en otro en un indicio de sumisión. Detectada la influencia se indicaría de inmediato la deuda castrante, pero, dado que ningún literato está libre de influencias (todos los creadores trabajan a partir de ellas), señalarlas no nos dice nada concreto acerca de cómo cada poeta se posiciona frente a ellas. Algunos quedan atrapados en la huella del poeta dominante, otros utilizan dicha huella como trampolín para sus búsquedas creativas personales. Estas y otras dificultades valorativas suelen saltárselas olímpicamente quienes conciben la presunta gran influencia de Roque de una manera lineal y mecanicista.
El poeta del cual hablamos es también una figura difícil de abordar porque, dado el papel central que ha desempeñado en las encrucijadas de nuestra cultura, no resulta fácil separar su impacto ideológico de su influjo literario. Creadores cuyo estilo nunca cedió ante la fuerza del lenguaje del autor de “Taberna” pudieron verse condicionados por su “ejemplo moral”. Así que cuando alguien afirma haber estado influido por Dalton, hay que precisar a qué plano de esa influencia se está refiriendo. Esta duda tampoco se resuelve indicando que nos referimos a su impacto literario, ya que, por un lado, en la obra del poeta hubo lo que podríamos denominar “periodos” y, dado que, por otra parte, en su obra de madurez asomó una concepción de la literatura en la que la ideología y el estilo desplegaron un baile complejo.
Si Roque fue el presunto modelo poético dominante, cómo determinamos el influjo de una obra susceptible de descomponerse en “períodos”, de una obra cuya trayectoria puede verse como una dialéctica y una metamorfosis ¿Hasta qué punto su heterogeneidad formal nos permite hablar de una voz uniforme? ¿Hasta qué punto podemos referirnos a “la poética de Dalton”?
Como hipótesis, podríamos decir que las formas que adoptó la voz del poeta a lo largo de sus libros fueron las distintas respuestas exploratorias que fue dando a las problemáticas relaciones entre el lenguaje, los temas y los valores que eran centrales para un escritor, intelectual y militante como él. Valorar esta trayectoria en sus diversas voces no puede limitarse a una búsqueda escolar de versos fallidos o a una simple enumeración de rasgos estilísticos.
Si estamos ante una obra en la que pueden vislumbrarse “etapas”, la cautela obliga a precisar las hipótesis sobre su influencia. Así podría decirse que sus textos del período “C” posiblemente marcaron a tales y tales poetas o podría decirse también que el poeta “X” quizás adoptó ciertos aspectos de un período determinado de la lírica de Dalton.
En lo relativo a los aspectos semánticos y formales del poeta, por mucho que ciertos temas puedan ser considerados típicos de su obra, lo que la define, como modelo, es la manera en que el creador abordó formalmente esos temas. Conviene recordar esto porque durante la época del conflicto ciertos motivos que impuso la misma experiencia podrían atribuirse equivocadamente a la influencia de Roque. En tal caso, la mejor forma de determinar su huella en la voz de otros sería a través de criterios formales. Resulta curioso que tanto los admiradores como los detractores del poeta olviden, por diferentes motivos, que su influencia literaria solo puede determinarse teniendo en cuenta el ámbito formal de su lírica, es decir, teniendo en cuenta las maneras en que organizó estilísticamente sus materiales. Esas maneras también indican cómo el creador se situaba en el horizonte de los debates estéticos e ideológicos de su época.
De las características formales de la obra de Roque no podemos rendir cuentas, por lo tanto, con una sencilla enumeración de rasgos estilísticos. Dichas características tienen que observarse bajo la perspectiva de su concepción del lenguaje poético.