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El duelo quedó atrás

Iosu Perales

Nos ganaron las elecciones. Nada más y nada menos. Sin embargo, espero que no nos hayan arrebatado las ganas de luchar, los anhelos de servir al pueblo, los valores de justicia social y de igualdad, libertad y fraternidad. Espero que su victoria no se nuestra derrota estratégica, sino apenas un accidente que sabremos superar. Pero, entonces por qué practicamos un silencio mayor del que deberíamos, por qué nuestra vida política ha ido perdiendo un horizonte. ¿Estamos tal vez confusos, en estado de perplejidad por que perdimos?

No es que no hablemos y que no pensemos. Lo que ocurre es que hablamos y pensamos sobre lo inmediato, sobre qué hacer al día siguiente, cómo responder a tal o cual asunto del momento, que buena frase crítica dedicar al Gobierno, cómo votar tal o cual ley en la Asamblea. Y todo eso esta muy bien. Pero ¿hacia dónde vamos?, ¿hacia dónde queremos ir?, ¿hay alguien de entre nosotras y nosotros que siga pensando que es prioritario conectar nuestra acción política de cada día con un horizonte de transformación social?

Hemos pasado de exhibir mucha ideología a decir muy poco. Nadie habla de socialismo, nadie escribe sobre socialismo, nadie debate qué socialismo queremos. ¿Estamos acaso acomplejados y pensamos que hablar de socialismo es estar chapado a la antigua? Aunque no se diga hay desconcierto entre nosotros. El antídoto no es otro que remover las aguas, agitar las cabezas y plantear espacios de reflexión, porque un horizonte postcapitalista nos espera. Siempre que luchemos, no por devenir de la historia.

Pienso que hay que dejar atrás la búsqueda de culpables. No hagamos leña del árbol caído, y pongámonos en clave de unidad y de abrir espacios de reflexión. El pensamiento colectivo es muy poderoso y debemos rescatarlo. Tomemos en cuenta que el Imperio nos quiere destruir, y va con todo a golpear a las izquierdas de América Latina. Esta empeñado en aniquilarnos debilitando nuestras ideas, nuestros, valores, nuestras propuestas. Lo esta haciendo ya, barriendo del mapa a medios de comunicación progresistas. Si nos quitan los altavoces ¿cómo podremos difundir lo que pensamos?

El imperio sabe que de derrotas electorales salimos, nos recuperamos y podemos volver a ganar. Por eso ataca más en profundidad: quiere derrotarnos en la batalla de las ideas. Si lo hace estamos perdidos. ¡La batalla de las ideas! No es cualquier cosa, se trata de una confrontación que toca el corazón del problema: quién gana la hegemonía, quién conecta mejor con el pueblo, quién ha de liderar el proyecto de país.

Caminar en dirección a un sueño es la más hermosa emoción, si bien es verdad que se corre el peligro de una inmensa decepción cuando se sufre una derrota. Muchas compañeras y compañeros del FMLN me conocen. Saben que soy leal. Y siéndolo me he decidido a escribir este artículo crítico. Dejemos atrás la decepción y el duelo. Nos toca desde la madurez autocrítica saber qué ha pasado y establecer conclusiones que nos liberen y nos coloquen en la línea de salida de un proceso de rescate de nuestro proyecto, de nuestros valores, y de un horizonte al que podemos llamar socialismo.

Hace falta levantarse y concentrarse en la tarea de innovar las herramientas ideológicas y políticas de la izquierda, atendiendo a nuevos problemas de nuestro tiempo y a un balance de los caminos recorridos a lo largo de los años. Y, sobre todo, hay que dedicar tiempo y medios organizativos a actualizar nuestro horizonte: el socialismo. Un socialismo propio, “comiendo pupusas”, que sea creación heroica del FMLN. Para que el pueblo quiera el socialismo debe hacerlo propio, parte de su proyecto de vida individual y colectiva.

¿Por qué callamos y no abrimos un debate sobre todo esto?, ¿será que no creemos lo suficiente en lo que decimos? Que preferimos dejar pasar el tiempo y la vida dedicados por completo al día a día. Pues esa no es una buena idea, aunque sea respetable. Soy de los que piensan que el FMLN debería reunir a todas sus gentes, a todos los niveles, e invitar a militantes y simpatizantes a debatir nuestro proyecto futuro, nuestro horizonte. Hacerlo sin la contaminación de elecciones internas a cargos públicos o partidarios, sin competencia entre familias históricas y políticas. Hacerlo a lo grande.

Planteado el asunto de otra manera: necesitamos pensar y describir nuestro socialismo como horizonte que no puede presentarse como una narrativa llena de conceptos al alcance de pocos; ni podemos hacerlo sin tomar en cuenta los tópicos que deben ser superados. Nuestro socialismo debe ser llenado de contenido en un proceso participativo que recoja los intereses y también los sentimientos de la gente. Debe ser presentado como una fuerza creativa, no en modo de un texto ya concluido. Y esto debe ser así porque el socialismo pertenece a la gente, no es el ámbito de predominio de algunos intelectuales.

Necesitamos hablar, escribir y debatir sobre el socialismo como una nueva forma de vida que aborda todas las dimensiones y aspectos de la vida humana y también de la naturaleza.

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