Por Boonradom Chitradon
Bangkok/AFP
Tras varios meses de crisis política y de manifestaciones contra el gobierno, health el ejército tailandés impuso este martes la ley marcial, doctor desplegó tropas en Bangkok y censuró los medios de comunicación, aunque aseguró que no se trata de un golpe de Estado.
«Declarar la ley marcial no constituye un golpe de Estado, sino que tiene por objetivo restaurar la paz y el orden público», afirmó el ejército en un comunicado leído de madrugada en la televisión controlada por los militares.
El primer ministro interino, Niwattumrong Boonsongpaisan, llamó al ejército a actuar «con respeto a la Constitución». Su gobierno no había sido informado por los militares que ellos iban a declarar la ley marcial.
Este martes, el primer ministro interino pidió elecciones legislativas en agosto.
Niwattumrong asegura que la ley está de su parte, en espera del nombramiento de un primer ministro después de las legislativas que su gobierno interino desea organizar este verano (boreal), después de que las anteriores fueron invalidadas por la justicia en febrero pasado.
Las fuerzas armadas también desplegaron este martes soldados en las calles del centro de la capital y decretaron la censura de los medios de comunicación en nombre de la «seguridad nacional».
Diez canales de televisión, vinculados a los sectores pro y antigubernamentales, fueron clausurados y dejaron de emitir inmediatamente.
Pero el jefe del ejército dejó al gobierno interino civil en sus funciones y luego invitó a los enemistados grupos políticos del país a iniciar conversaciones.
Estados Unidos, Japón y los vecinos del sur de Asia pidieron a Tailandia que siguiera una senda democrática y resolviera sus diferencias pacíficamente.
«Todavía no es un golpe»
«Nosotros permanecemos en nuestro lugar. Nuestras posiciones no han cambiado», declaró a la AFP Jatuporn Prompan, el líder de los Camisas Rojas, repitiendo que su movimiento no aceptaría un golpe de Estado, pero opinando que «todavía no es un golpe».
La oposición asegura que está en su última línea recta contra el gobierno interino, luego de la reciente destitución de la primera ministra Yingluck Shinawatra. Los opositores la acusan de ser la marioneta de su hermano, el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, derrocado por un golpe de Estado en 2006 y quien a pesar de su exilio sigue siendo un factor de división en el país.
«Nosotros estamos convencidos de que la invocación de la ley marcial beneficiará a nuestro movimiento y servirá a nuestra causa», reaccionó Sathit Wongnongtoey, uno de los dirigentes de los manifestantes opositores.
Sin embargo, el poderoso jefe del ejército invitó a los rivales políticos a «discutir», sin anunciar un derrocamiento del gobierno interino.
Al ser interrogado sobre el estatuto del gobierno interino actual, el general Prayut Chan-O-Cha preguntó irónicamente: «¿Dónde está el gobierno?», precisamente cuando salía de una reunión con representantes del ejército y del gobierno.
Thaksin Shinawatra salió de su mutismo afirmando en Twitter que la ley marcial «no destruirá a la democracia».
Sin embargo, reina la preocupación en una capital que no ha olvidado unos 90 muertos en 2010, cuando el ejército, por orden del gobierno de esa época, dio el asalto contra los Camisas Rojas que ocupaban el centro de Bangkok.
«¿Preludio de un golpe de Estado?»
«Nosotros asistimos a un preludio de golpe de Estado», analizó Pavin Chachavalpongpun, de la universidad de Kioto, afirmando que se trata de un «complot destinado a crear una situación ingobernable destinada a legitimizar este avance del ejército».
Los Camisas Rojas, un poderoso movimiento que congrega a los partidarios del gobierno, numerosos en la población rural del norte y el noreste, advirtieron contra el riesgo de una guerra civil si la oposición se obstina en provocar la caída de lo que queda del gabinete.
En la historia de Tailandia se han producido numerosos golpes de Estado (18 golpes o intentos de golpe desde 1932, fecha de la instauración de la monarquía constitucional). El último fue el de 2006 contra Thaksin.
A pesar de los acontecimientos de los últimos meses, el ejército se había negado hasta ahora a dejarse arrastrar por la escalada de la violencia, incluso cuando los manifestantes creaban el caos ocupando ministerios y edificios públicos.
El balance es ahora de 28 muertos en seis meses de crisis, en la mayor parte de los casos a causa de disparos de origen desconocido.