Carole Nakhle/Al Jazeera
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
No hay una bala mágica o rápida para terminar el comercio de petróleo del Estado Islámico (EI), site también hay que contemplar quién está financiando la campaña militar.
Gracias al comercio ilícito de petróleo millones de dólares entran en las arcas del Estado Islámico de Irak y el Levante diariamente. Aunque podríamos estar entrando en conjeturas, sovaldi las estimaciones varían entre 1 y 1,5 millones de dólares diarios. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, se ha referido a miles de millones de dólares en el comercio de petróleo desde mediados de 2014.
Estas cifras se basan en estimaciones sobre la producción diaria de los campos de petróleo que han caído bajo el control del EI, entre ellos algunos de los campos más grandes de Siria, con una producción diaria acumulada de alrededor de 30.000 a 40.000 barriles y precios que oscilan entre 20 y 40 dólares por barril que la organización ha estado vendiendo.
El EI no sólo ha estado reclutando terroristas suicidas, también ha estado ocupando técnicos e ingenieros del petróleo para gestionar los campos de petróleo y el proceso de refinado y hasta ahora ha tenido éxito.
Nadie sabe cómo una organización terrorista de alguna manera puede dirigir los servicios de estas personas cualificada, ¿les ofrece pagos tan lucrativo que no pueden resistir o simplemente disparan a cualquier persona que se niega a cooperar? En ausencia de las normas de derecho de las sociedades modernas todo es posible.
Los yacimientos de petróleo -en particular los antiguos que están bajo control del EI- requieren mantenimiento para sostener un cierto nivel de producción durante el mayor tiempo posible.
Pero el mantenimiento es costoso. Por eso que algunos comentaristas han argumentado que en algún momento el lucrativo negocio del EI finalmente podrá secarse debido a la rápida disminución de la producción.
Esto, sin embargo, puede no ocurrir en el corto plazo, porque incluso si la producción cae puede continuar durante muchos años, incluso décadas.
Red de compradores
El comercio de petróleo, independientemente de su valor específico, está apoyando la supervivencia del EI. No sólo por la venta del petróleo cuenta la banda terrorista con el apoyo financiero continuo que necesita para reclutar nuevos miembros, armas seguras, comprar apoyo local y sostener su campaña de propaganda de gran alcance, sino que también fortalece su posición gracias a la autosuficiencia desde el momento que su producción se consume a nivel local, satisfaciendo así las necesidades estratégicas del EI para la electricidad, la movilidad y la calefacción.
La otra gran pregunta y la más crítica, además de qué está haciendo el EI, es quién compra su petróleo. Al igual que cualquier en otro mercado negro, la respuesta es turbia.
Se han hecho acusaciones incluso a nivel estatal, pero sin evidencia material producida con respecto a quién está involucrado exactamente.
Tras el derribo del avión ruso por las fuerzas turcas, los rusos han acusado abiertamente a Turquía de facilitar el comercio de petróleo del EI. En represalia Turquía declaró que era al revés: al proteger el régimen de Assad, que es uno de los clientes leales del EI Rusia es un actor cómplice.
Mientras tales acusaciones de alto nivel pueden divertir a algunos y sin duda entristecen a muchos, la cruda realidad es que los mercados negros tienen una red muy organizada y extensa de socios y clientes en la sombra que se sienten atraídos por el dinero independientemente de su nacionalidad, creencias religiosas o principios, si es que tienen algunos, y son partícipes en Irak, Siria y Turquía.
Los investigadores pueden tener la suerte de identificar un par de individuos u organizaciones, pero sería ingenuo creer que un sistema tan complejo pueda exponerse fácilmente.
Para complicar más las cosas es importante tener en cuenta que no todos los que participan en el comercio caen en esa categoría de corruptos. Hay clientes no convencionales que dependen del petróleo del EI para la supervivencia, por ejemplo los millones de personas que viven en zonas controladas por el EI y necesitan acceso al diesel para satisfacer sus necesidades básicas de electricidad, calefacción y movilidad.
Algunos rebeldes, propios enemigos del EI, también caen irónicamente en esa categoría ya que no tienen otra opción. Y ahí están los conductores de camiones, la mayoría civiles, que transportan petróleo del EI a contrabandistas, comerciantes e intermediarios y que están desesperadamente necesitados de alguna fuente de ingresos.
Y una vez que el petróleo y sus productos refinados van más allá de las zonas controladas por el EI se vuelven muy difíciles de rastrear. Alguien, en alguna parte y completamente sin saberlo, también puede acabar quemando petróleo del EI.
Ninguna bala mágica
Ningún extraño conoce los detalles de lo que sucede en el terreno. Una cosa, sin embargo, queda clara: un asunto tan complicado es poco probable que se resuelva por solo un curso de acción.
Algunos argumentan que la única salida es desactivar completamente los campos petroleros productores bombardeándolos. Este concepto es, de alguna manera, vago. Si la intención es detener temporalmente la producción, el EI ha demostrado su capacidad para hacerla funcionar, aunque sea a niveles más bajos.
Si la intención es causar daño permanente a los bienes de producción, entonces sufrirá la población civil porque morirá toda esperanza de reconstruir las industrias locales post-EI. Otra opción sería destruir las instalaciones de transporte, es decir, los camiones.
Aquí también hay desafíos: la magnitud del comercio de los camiones, la participación de la población civil y el hecho de que los camiones pueden ser fácilmente reemplazados por tuberías o tanques de petróleo son sólo algunos ejemplos. Además el comercio de petróleo –altamente rentable- no es la única fuente de ingresos del EI. El tráfico de drogas, la delincuencia, los secuestros, el comercio de antigüedades, los impuestos y donaciones, entre otros, también juegan un papel importante.
No hay una bala mágica o rápida para acabar con el comercio de petróleo del EI, también hay que contemplar quién está financiando la campaña militar.
Turquía puede hacer una importante contribución incrementando su control de las fronteras, pero esa medida por sí sola no será suficiente. En circunstancias normales el hecho de que el petróleo puede ser más fácil de transportar que otras fuentes de energía, como el gas natural, es un beneficio.
En este caso particular, sin embargo, es claramente una maldición. Incluso si Turquía prohíbe cualquier comercio procedente de Siria pronto se encontrarán otras rutas de escape.
El punto de partida para una solución más eficaz es una cooperación más estrecha entre los gobiernos regionales e internacionales, especialmente en cuanto a la coordinación de sus esfuerzos y estrategias militares y el intercambio de inteligencia para exponer a los diferentes actores involucrados.
La creciente confrontación entre Turquía y Rusia es simplemente llevar a la comunidad internacional en su lucha contra el EI por el camino equivocado.
*Carole Nakhle es la fundadora y directora de Crystol Energía, una, la compañía de investigación y formación de asesoramiento en Londres.