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EL ESTADO REPRESOR DEL RÉGIMEN

Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador

El ordenamiento que era demandado por la ciudadanía, por la inseguridad desmedida en la que el abandono del estado había derivado por su privatización, ha degenerado en la represión social que padecemos, manifiesta en la persecución que el régimen hace de cualquier disensión y expresión de oposición a éste.

Así, las reformas adelantadas en materia legal los pasados días, como por ejemplo el sin sentido de asignar estatus de autoridad civil a las tropas militares que cumplen en las calles funciones de seguridad junto a la PNC, son medidas que por su naturaleza vejatoria del derecho no solo violentan el mandato constitucional aún vigente, pueden además ser solo explicados por el manifiesto interés de parte de las fuerzas oscurantistas tras el régimen para aprovechar aquel escenario, provocando justamente lo que sucede ahora, las condiciones medievales que nos condujeran a la guerra que padecimos, por el crudo retroceso que supone naturalizar los privilegios y las ventajas de las élites al margen del marco legal, como por la depredación que del estado se hace.

Para lo que es facilitador el régimen.

Dos eventos muy particulares lo ponen en evidencia: el esfuerzo por parte del régimen por reabrir el caso que perdiera contra la comunidad Santa Marta, con completo desprecio del marco legal y para imponer la minería a cielo abierto.

El segundo; el descarnado secuestro por parte de las fuerzas de seguridad estatal al servicio del régimen, del señor Chicas, una completa arbitrariedad en toda regla dado que carece de una justificación legal, y responde a un particular, turbio y malicioso capricho del caudillo, que desesperado por las reiteradas derrotas jurídicas ante éste, ordena esa detención sin base jurídica, que ha sido un secuestro, pues no observó ni los procedimientos ni la norma establecida, conduciéndolo con rumbo desconocido y deteniéndose aun en el momento en que escribimos esta delación, en lugar desconocido, sin conocimiento de sus familiares o de su representación legal.

Un caso en el que vierte el caudillo sus prejuicios y complejos, en el que procura superar sus inseguridades, mediante el uso de la fuerza bruta, para hacer valer ese poder ilegítimo, conservado solo gracias al uso descarado de la fuerza militar, para perpetuar esa ilegalidad.

Un caso que desnuda la completa inexistencia bajo este régimen, del estado de derecho que apenas se logró erigir previamente, corrompido por completo y además enteramente ajeno a nuestra realidad jurídica, y sólo dependiente al arbitrio de esa derecha depredadora y criminal.

Es decir; para responder a ese caudillo ilegítimo que padecemos, que no nos representa a nosotros el soberano, que supone que debemos estarle agradecido por ser el líder, estando por completo seguro que le rendimos ese culto al que aspira, que lo alimenta y gracias al cual supera sus inseguridades originarias.

Con la que supera esa nulidad moral que lo caracteriza.

Pues solo se trata de un personaje incapaz que aspira a la adultez.

Y al respeto que un adulto recibe.

 

El adulto que claramente no es.

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