Oscar A. Fernández O.
La Dictadura militar, cialis ARENA y los grandes empresarios y terratenientes fueron los instrumentos para que las últimas tres décadas llegarán a ser la más rentables para ellos, pero más beneficiados fueron los bancos y trasnacionales norteamericanos y europeos, pues se calcula en tres millones de millones de dólares en ganancias, pagos de intereses de la deuda y por concepto de regalías, excedentes comerciales, sumados a la venta de las empresas más valiosas y rentables y la transferencia del control de gran parte de los mercados internos.
Este proceso fortaleció una cohorte poderosa de inversores, financistas, especuladores, lavadores y delincuentes de “cuello alto”, que hicieron del soborno y otras actividades económicas lícitas e ilícitas, un instrumento de “gobernabilidad del mercado”, apoyadas en el saqueo de los fondos públicos y la apropiación de préstamos, donaciones y ayudas que el país recibió en esos tiempos. Todo esto frente a los ojos del FMI, el BM, USAID, la CIA, el FBI, la DEA, ya no digamos de la “justicia” salvadoreña.
El caso del ex Presidente Flores es solo la milésima parte de la “punta del iceberg”, ya que el neoliberalismo configura un Estado mafioso que en todos y cada uno de los niveles institucionales del mismo se reproduce. En esos dorados tiempos del auge neoliberal en El Salvador, el Estado favoreció directamente a trasnacionales, a grupos de poder, mafias y partidos de la derecha oligárquica; la Asamblea Legislativa era su grupo de lobbystas, la fuerza armada y la policía, sus instrumentos de inteligencia y protectores de las mafias de traficantes.
La forma de acumulación por sustracción conlleva la corrupción generalizada que coaliga a las derechas. Como sostienen algunos investigadores politólogos y académicos, existe una interconexión dinámica entre neoliberalismo, corrupción-violencia, privatización de la (in)seguridad, economía regular, economía informal, sector criminal. Esta última no tiene territorio y se sustenta en redes trasnacionales facilitando una amplia gama de transacciones desreguladas donde la violencia es el mecanismo de regulación social.
Estos estados en descomposición, como el que había destruido ARENA para liberarse del control legal y social, son los que fueron apoyados incondicionalmente por Estados Unidos; el “Estado canalla por excelencia” dice Noam Chomsky, constituyéndose en el principal enemigo de la democracia, de los derechos humanos y del progreso del pueblo.
¿Por qué Estados Unidos apoya este tipo de Estado corrupto? En El Salvador, porque Las Dictaduras y luego ARENA funcionaban como detentes de la “peligrosa izquierda” el FMLN y porque así se garantizaba cien por ciento la implantación de los Tratados de Libre Comercio, los cuales nos han llevado a esta crisis de la economía, además de que se cumplían los demás requisitos para la implantación exitosa del modelo neoliberal, la liberalización del mercado capitalista y el ajuste del Estado.
Cuando el capital financiero transnacional comanda la economía global y las oligarquías “vende patria” con sus políticos a sueldo público y privado, manejan la economía productiva de nuestros países, la política no podía ser distinta.
El economista peruano Humberto Campodónico (2014) señala muy acertadamente, que la cuestión de fondo es que el neoliberalismo ha privatizado al Estado y no necesita pedir prebendas, ahora sus funcionarios están dentro del Ejecutivo y las leyes y decretos supremos salen hechos a imagen y semejanza de sus progenitores. En El Salvador y otros países latinoamericanos esto ha comenzado a resquebrajárseles y las derechas están acudiendo a la sedición y a la violencia para tratar de recuperar ese arquetipo.
Carlos Fazio (México, La Jornada, 2009) muestra una red de empresas criminales en América Latina, cuyo origen estuvo en la Operación Cóndor, en la cual varios ejércitos estuvieron involucrados en erradicar al comunismo del Cono Sur y algunos otros países, como Paraguay y Bolivia. Crearon en más de tres lustros redes de empresas ligadas a la seguridad inteligente de personas y vehículos y al transporte de armas, que se extendió por Argentina, Bolivia, Brasil, Zaire, El Salvador y México. En estas redes participaban gobernantes, altos funcionarios, la mafia contrarrevolucionaria de Miami, la CIA, empresarios y propietarios de medios de comunicación.
Petras en sus investigaciones, sostiene que mientras que los economistas ortodoxos partidarios del libre mercado hacen hincapié en el papel de la innovación, la profesionalización de la gestión, el liderazgo y la organización, a la hora de conseguir ventajas competitivas y mayores tasas de beneficio (fuerzas del mercado), en la vida real estos factores ocupan con frecuencia un lugar secundario detrás de otros comportamientos ocultos, es decir, de las múltiples formas de corrupción que permiten conseguir ventajas económicas. Con arreglo a una encuesta realizada entre 150 grandes empresas, publicada por la firma de abogados Control Risks and Simmons and Simmons, una tercera parte de las empresas internacionales consideran que han perdido nuevos negocios en el curso del último año debido al uso de sobornos por parte de sus competidores (Financial Times, 9.10.2006, p. 15). Además, gran parte de las transnacionales y los bancos practican la corrupción con ayuda de intermediarios. Si sumamos las formas directas e indirectas de corrupción, el resultado es que en algunos países nueve de cada diez empresas realizan prácticas corruptas. Según la citada encuesta, unas tres cuartas partes de las empresas, incluyendo el 94% en Alemania y el 90% en Gran Bretaña, estiman que en sus países las empresas utilizan agentes con el fin de superar las barreras anticorrupción (Ibid)
Muchos miembros de esta economía criminal son políticos y/o empresarios que sentaron las bases de sus fortunas en las políticas de ajuste, en las privatizaciones y en la deuda externa. En otras palabras, fue producto de una compensación: apertura de mercados, venta de empresas estratégicas y pago puntual de la deuda por participación en el mercado y la copropiedad en negocios legales e ilegales. Es necesario analizar la corrupción en general que acompañó en El Salvador, a los procesos de endeudamiento y privatización y cómo se da la nueva configuración del poder, basada en el predominio del capital extranjero y la dominación imperialista pero que necesita de secuaces, inducidos a la corrupción. Las privatizaciones se hicieron por medio de decretos ejecutivos, con una compleja red de subsidios implícitos a los inversores privados; los Estados absorbieron los pasivos, se programaron exenciones fiscales y se fortalecieron los vínculos de la burguesía trasnacional en actividades denominadas ilícitas, como el narcotráfico y otros crímenes. La corrupción corporativa forma parte integrante del funcionamiento del modelo económico impuesto, en forma de inversiones exteriores, ayudas, adquisiciones y penetración del mercado. No se trata de un factor fortuito y aislado que tenga que ver con “errores éticos”. Se trata de un factor sistémico incorporado a las condiciones de hacer negocios. A medida que se absorban los nuevos mercados, y se reduzcan las reservas de mano de obra y los recursos energéticos rebasen su punto óptimo, la competencia se intensificará y la corrupción se profundizará.
Las reformas parciales no han funcionado y no lo harán nunca. El Convenio anticorrupción de la OCDE, que entró en vigor en 1999 y otros similares, no han tenido ningún efecto. Prácticamente más de la mitad de las empresas transnacionales aseguran desconocer totalmente la legislación anticorrupción en el extranjero de su propio país (Financial Times, 9.10.2006, p. 15). La otra mitad simplemente hace caso omiso de la legislación mediante la utilización de intermediarios, sostiene este periódico. De tal forma, que el caso del ex presidente Flores, como el de otros en América Latina y el Mundo, son apenas un pequeño síntoma de un sistema enfermo por su propia dinámica corrupta, con la cual nació, se reproduce y jamás podrá erradicar, pues sería como si le extirparan el cerebro. Solamente derrotando este modelo y construyendo otro con una carácter sustancialmente humanista y popular, podremos superarlo.
Creemos que estas son los poderes y sus relaciones de mando con las que tenemos que contender quienes pretendamos transformar estas sociedades. Debemos profundizar la lucha ideológica y política, económica y cultural, contra el imperialismo y sus agentes como ARENA, que pretenden destruir los movimientos sociales antiimperialistas y socialistas. La memoria de las luchas democráticas acumulada por siglos, es un patrimonio global en la larga marcha de las luchas, aprendizajes y la construcción de una nueva conciencia en los pueblos, y sobretodo, en la clase trabajadora. Esperar que la justicia que tenemos, actúe como debe, es quedarnos esperando que los cerdos vuelen.