Juan Antonio Chicas
Es un hecho doloroso y la mayoría de personas, como producto de influencias religiosas, creen que hay una vida después de la muerte física. Pero también está la actitud de las personas escépticas, como el caso de Ann Druyan (esposa del gran científico Carl Sagan) quien, el día en que Carl murió, le dedicó una carta que refleja una postura, posiblemente, mejor:
“Cuando mi marido murió –porque era tan famoso y conocido por no ser creyente– muchas personas me preguntaron si Carl había cambiado y se había convertido en la creencia de la vida después de la muerte. También, con frecuencia, me preguntan si creo que lo veré de nuevo. Carl se enfrentó a su muerte con coraje y tenacidad y nunca buscó refugio en ilusiones.
La tragedia fue que los dos sabíamos que nunca nos volveríamos a ver. Nunca he esperado reunirme con Carl. Pero lo más grandioso es que, mientras estuvimos juntos por casi 20 años, vivimos con una apreciación vívida de lo breve que es la vida y lo preciosa que es.
Nunca trivializamos el significado de la muerte fingiendo que era algo más que una separación definitiva. Cada momento que estuvimos vivos y estuvimos juntos fue milagroso, pero no en el sentido de inexplicable o sobrenatural. Sabíamos que habíamos sido beneficiados por el azar… Que el azar puro haya sido tan generoso y tan amable que nos pudimos encontrar, como Carl escribió tan bellamente en el Cosmos, ya sabes, en la inmensidad del espacio y la inmensidad del tiempo… Que hayamos podido estar juntos durante veinte años, eso es algo que me sostiene y que es mucho más significativo…
La forma en que me trató y en la que yo lo traté a él, la forma en la que nos cuidábamos el uno al otro y a nuestra familia, mientras vivió; esto es mucho más importante que la idea de que lo volveré a ver algún día. No creo que vuelva a ver a Carl nunca más.
Pero lo vi. Nos vimos el uno al otro. Nos encontramos el uno al otro en el cosmos, y eso fue maravilloso”.
Lic. en Sociología.