Erick Reyes Andrade F.R.C.
(De la Revista El Rosacruz, Otoño 2011)
El aporte de Napoleón
El avance de nuestra civilización es como una espiral ascendente; y es posible que en el evolucionar aparezcan saltos que superan al promedio de nuestro despertar y éstos son los que marcan la ruta que debemos seguir para nuestro desarrollo personal. El Egipto Antiguo tiene las características ejemplares que siguieron culturas como la griega, y luego la romana, etc.
Si bien entendemos hubo una etapa en que nuestra percepción del mundo exterior era muy limitada, hay evidencias de la realidad que nos hacen falta para poder ordenar todo el rompecabezas. Tal es el caso de la Biblioteca de Alejandría, que no era más que la depositaria de los conocimientos de una civilización que se mantuvo durante más de tres milenios, es decir, la egipcia, cuya desaparición fue nefasta para el conocimiento futuro. Con la llegada de Napoleón, a tierras egipcias las arenas del desierto descubren sus tesoros y dos siglos después existen universidades con estudios especializados solo en el Egipto Antiguo.
Hay algo que nos interesa y es que bajo el seno de esta civilización, se manifestaron seres del primer nivel, tanto en el plano racional, como en el espiritual, donde existieron astrónomos, matemáticos, historiadores, humanistas, etc., y es aquí donde sus estudios del Universo y nuestra realidad en el mismo es tan actual, por asombroso que parezca, la idea de que el planeta Tierra estaba suspendido en el vacío y tenía forma esférica, era un avance que ellos tenían claro, que luego se degeneró en ideas fuera de la realidad, pero que cobraron particular importancia como la de la Tierra plana y la de poner a nuestro planeta como el centro del Universo.
Ahora abordaremos la concepción de la Divinidad y nuestra posición espacial, pero, ¿por qué relacionar estas dos cosas? Bueno, pues es que de acuerdo a ciertas teorías, el cielo es un lugar donde residen todo tipo de seres que a consecuencia de que el cielo tiene un color celeste, se les denomina “celestiales” y por consiguiente se les atribuyen capacidades sobrehumanas. Algunas culturas les llamaron dioses, les atribuían características propias de las emociones humanas. Bajo la clasificación antropológica, esto era un politeísmo antropomórfico; además habían otros seres que a cada expresión natural que no entendían, los ascendían al nivel de esos seres supra humanos, y con ello les deban cualidades vagas que eran aceptadas por un grupo de personas; éstos tenían una concepción animista de la realidad. A todo ello la idea de un solo director universal era muy difícil de aceptarla. Primero, porque se necesitaba una madurez espiritual para poder vislumbrar la unidad, y cuando se empieza a aceptar la idea de un solo Dios, él tiene características emocionales humanas, por lo que se reconoce un aspecto tiránico.
La Divinidad, reflejo de la consciencia
Hay que entender que las ideas de la Divinidad, eran el reflejo sutil de la consciencia de una sociedad, pero en esas épocas del reinado del faraón Akhnatón, en Egipto, el hacer un cambio en la concepción de la Divinidad, era algo que afectaba intereses de ciertas personas que se ocupaban de mantener cultos a diversas deidades. Pero también la idea de una sola deidad hacía que, concebirla, era algo inalcanzable para el ser humano porque lo envuelve a todo ello.
Allá por el Siglo XIV, antes de nuestra era existió una dinastía que es notoria por un algo grado espiritual, era la número XVIII, en la que hubo faraones que trataron de inculcar una nueva visión de la vida. Tal fue el caso de Akhnatón, faraón que rompe con la tradición del sacerdocio de Amón y instituye el concepto de un Dios único y eterno, que tiene una representación visible en el disco solar. Y aquí hay que aclarar que el Sol, era el análogo visible y material de la Divinidad invisible e inmaterial; pero no siendo suficiente con hacer el cambio de la representatividad y unificación a un Dios, dicho faraón sitúa a la Divinidad, en el interior de cada ser humano donde cada uno de nosotros tiene una parte divina y pura. Lo que no era bien visto por el sacerdocio tebano, que dejaba de tener importancia como intermediario entre Dios y los seres humanos. Eso dejaba al cielo como un lugar más en el Universo, que no tiene preferencias para la Divinidad, así como que no hay cualidades extrañas en el espacio que nos circunda, por lo que tenemos la aplicación de aquella famosa frase: “conócete a ti mismo” y cuando esa faena sea hecha, las recompensas son inimaginables, dado que se abren las puertas de par en par y uno conoce a la Divinidad en su propio interior.
Cuando reconocemos este avance y en la época en que se dio vemos que es un salto cuántico, que en un futuro se hizo del conocimiento público; aunque eso sucedió no hace mucho. Aquí inferimos que la obra de Akhnatón, tiene una relevancia invaluable, dado que se expone la dualidad del ser interior, obra continuada con el Maestro Jesús…, quien dio las claves para el desarrollo de este ser interior hasta alcanzar la fusión con la Luz Mayor.