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Buenos Aires/dpa
Lo que no lograron Lionel Messi, Gonzalo Higuaín, Ángel Di María y las demás estrellas de la selección argentina de fútbol lo consiguió el equipo albiceleste de fútsal: levantar el trofeo que lo acredita como campeón del mundo.
En un país que vive el fútbol con llamativa intensidad, que no celebra un título grande a nivel selección desde 1993 y que viene de perder tres finales consecutivas, entre ellas la del Mundial de Brasil 2014, resultó el fútsal, un hermano pequeño del deporte más popular del país, el que consiguió el ansiado trofeo al vencer por 5-4 a Rusia en la final disputada en Cali.
“En fútbol no, pero en fútsal sí: campeones”, publicó en su portada el diario “La Nación”, con una foto en el preciso momento en que Fernando Wilhelm, capitán del equipo y elegido mejor jugador del certamen, levanta la copa que le acababa de entregar el presidente de la FIFA, el suizo Gianni Infantino. Otros medios jugaron con la misma idea. “Festejo consuelo: campeón mundial al menos en Fútsal”, escribió en su tapa “Perfil”, mientras que el diario deportivo “Olé” tituló “Decime que se siente”, en referencia al canto que hicieron famoso los hinchas argentinos durante el Mundial de Brasil.
Los brasileños, históricos dominadores de la disciplina, con cinco de los ocho torneos disputados, esta vez se quedaron en el camino. Lo mismo que España, con dos trofeos, los únicos dos países que habían ganado un Mundial antes que Argentina.
“Demostramos a todos el mundo que queríamos ganar más que nadie, que no nos daba lo mismo. Todo, pero todo, lo hacemos a pulmón”, explicó Wilhelm, el capitán que brilla en el Benfica. Es que todos los integrantes del plantel coinciden en que Argentina no tiene un Messi, que bien podrían ser el brasileño Falcao o el portugués Ricardinho, sino que la figura es el equipo.
Más allá de la comparación, poco tiene que ver la realidad de ambos deportes, por más que las dos disciplinas compartan un ente rector como la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), sumido en una grave crisis institucional desde la muerte hace dos años del caudillo Julio Grondona, que motivó que la FIFA haya designado una Comisión Normalizadora que busca, por ahora sin éxito, reencauzar la entidad desde el punto de vista financiero y organizativo.
Hasta Diego Maradona, uno de los máximos ídolos del deporte argentino e ícono en el país por ser el capitán y la estrella de la selección campeona del mundo en México 1986, se unió a los festejos. “Escuché como gritaron los cuatro goles de Rusia, pero yo pude gritar los cinco de Argentina”, escribió el astro en su cuenta de Facebook desde Dubai, donde reside hace unos años.
“Les agradezco a estos muchachos por defender la camiseta que yo tanto amos”, completó Maradona en su saludo. La felicitación se extendió a varios de los actuales integrantes de la selección argentina, como los defensores Pablo Zabaleta, Nicolás Otamendi, Ramiro Funes Mori y Marcos Rojos, que mandaron un mensaje en un video que difundió el equipo de comunicación de la AFA.
Por más que los nuevos héroes fueron recibidos en la Quinta de Presidencial de Olivos por el presidente Mauricio Macri, que incluso buscó ser parte del show pateándole un penal al arquero Nicolás Sarmiento, el mejor del torneo, y se pasearon por diferentes canales de televisión y programas de radio, la realidad del fútsal dista mucho de ser la ideal.
El fútsal en Argentina es una disciplina amateur, que cuenta con 66 equipos divididos en tres categorías bajo la órbita de la AFA, pero todavía no tiene organizada una Liga Nacional ni consiguió un desarrollo sostenido en el interior del país. Por su condición de amateur, con viáticos que no alcanzan para vivir, y por más que varios clubes grandes como Boca Juniors o River Plate cuentan con sus equipos federados, los mejores jugadores argentinos actúan en el exterior, donde son profesionales. Y la referencia en la disciplina es el club Pinocho, una institución de barrio en Buenos Aires, ganador de 14 campeonatos.
