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El fraude que fraguó la derecha en las pasadas elecciones

Jorge Vargas Méndez*
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En auténticas cortinas de humo parece que se convirtieron las diferentes sentencias que en materia electoral emitió la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) en los últimos meses, sovaldi y sus secuelas solo pudieron visibilizarse durante el mismo día del evento electoral e inmediatamente después de conocerse cifras aproximadas sobre el ausentismo registrado en los centros de votación.

Respecto a lo último, click ahora se sabe que hubo una confusión generalizada a raíz de las modalidades de voto que establecieron los señores magistrados de la referida sala de la CSJ, lo cual influyó en buena parte de la población electoral para que no acudiera a ejercer uno de sus deberes y derechos ciudadanos: elegir mediante el voto libre y directo a sus representantes en los gobiernos municipales, Asamblea Legislativa y Parlamento Centroamericano.  Un día después pregunté a un vecino taxista que si había ido a votar y la respuesta fue tan ilustrativa como preocupante: “No fui. Tuve miedo de equivocarme. Si me equivocaba y me lo anulaban, no tenía ningún sentido ir. Era más claro antes, cuando uno marcaba la bandera y punto”. Lo preocupante de esto es que dicho testimonio corresponde a una persona residente en el Gran San Salvador, lo cual fácilmente permite inferir que esa misma percepción debió estar casi generalizada en el resto del territorio, y no digamos en aquellos cantones y caseríos más recónditos donde no llegan las señales de radio y televisión locales y los periódicos ni siquiera se conocen o se leen. Para colmo, en su mayoría son medios de comunicación que, en vez de informar, desinforman.

De esa manera el ausentismo electoral es una factura que debe pasársele a la Sala de lo Constitucional, por no haber previsto que estando demasiado cerca el evento electoral el tiempo y los recursos serían insuficientes para que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y los partidos políticos implementaran una campaña divulgativa que explicara sobre las distintas modalidades de voto y cómo serían procesados al final de la jornada. Es más, ni las personas que participaron en la Juntas Receptoras de Voto (JRV) y en la vigilancia de los partidos políticos, tenían en la mayoría casos total claridad al respecto. ¿O es que acaso generar esa confusión era el propósito de la Sala de lo Constitucional y del grupo promotor de esas modalidades? Y si eso es así, ¿cómo queda el papel de dicha sala respecto a hacer cumplir la Carta Magna y en particular lo atinente a los preceptos constitucionales 71, 72 y 73? Simplemente incurrieron en actos de negligencia y omisión. ¿No será eso prevaricato? Y esto último, en tanto que no hubo justicia electoral para toda la población votante debido a sus sentencias.

Igualmente grave fue el hecho de que, a la sombra de esa confusión generada por las distintas modalidades de voto (otra vez la cortina de humo), hubo Juntas Electorales Municipales (JEM) que acordaron que “ante cualquier problema que ocurriera en las JRV, sus integrantes resolverían mediante votación a mano alzada”. De ese modo, la decisión de representantes de los partidos de derecha se impuso ante quienes representaban al FMLN. Y así, cuando se identificaban a personas votantes como simpatizantes del FMLN, bajo cualquier excusa, incluso en la mayoría de casos inventándola, la aplanadora de la derecha (ARENA, GANA, PCN y PDC) negó el derecho al voto a decenas de personas, siendo las más afectadas por esas “decisiones de consenso” las mujeres, personas de la tercera edad, y aquellas con alguna discapacidad que requerían ejercer el voto asistido, y a quienes se les negó cuando expresaron su decisión de que la papeleta fuera marcada por una persona con algún distintivo color rojo. Todo esto ocurrió en mi pueblo y hay testimonios de sobra. ¿Esa es la “democracia” que vienen impulsando los Aliados por la Democracia y la Sala de lo Constitucional? ¿Es esa es la “democracia” para los partidos de derecha? ¿En cuántos municipios o JRV ocurriría lo mismo? ¿Qué ha hecho la Fiscalía General de la República al respecto? Esas “decisiones de consenso” seguramente están detrás de otros hechos fraudulentos. Uno de ellos lo protagoniza una abogada capitalina que votó por su padre, candidato a diputado del PARLACEN. Un par de días después ella tuvo acceso al acta de la urna respectiva y ahí se llevó la sorpresa de que el candidato (su padre) no tenía un solo voto a favor, a lo cual, ella cuestiona: “Cómo es eso. Por lo menos mi voto debería estar reflejado en el acta, pero no ocurre así”. Así las cosas, ¿cuál entonces era la razón de ser de votar por rostro? Y otra vez la respuesta nos lleva a lo mismo: todo apunta a que el objetivo velado era crear confusión y permitir que esas cortinas de humo fueran el caldo de cultivo para un retorno al pasado: el fraude. ¿Quiere la amiga o amigo lector otro testimonio? Ese día me presenté a la JRV donde me correspondía. Hice todo el trámite. Me fui a ejercer mi deber y mi derecho a la urna respectiva (Era un pequeño dios trasnochado creyendo en un mundo compartido) y cuando regresé a la mesa a retirar mi DUI me encontré que ahí había una discusión porque alguien ya había firmado en la casilla que me correspondía. Y no tardó en aparecer alguien que se atrevió a afirmar que yo estaba votando por segunda vez. Claro. Eso me molestó pero también me causó risa. ¿Era la intención de alguien impedir que yo votara dadas mis generales conocidas en el municipio donde sobrevivo? Nunca lo sabré. Lo que sí sé es que la democracia no se construye con elecciones fraudulentas urdidas por órdenes del poder fáctico, y que la democracia estará mejor cuando el total de votos tenga correlación directa con el total de mujeres y hombres del padrón electoral. Y ahí está el desafío, suyo y mío.

*Poeta, escritor, integrante del Foro de Intelectuales de El Salvador.

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