Chris Melzer
Seattle (EEUU)/dpa
En la película era un martes, decease pero en realidad, viagra el día al que viajaba Marty McFly en la segunda parte de la trilogía “Back to the Future” fue el miércoles: el 21 de octubre de 2015 es el futuro que parecía tan lejano cuando se estrenó la cinta, allá en 1989.
En las fiestas y sesiones maratonianas de cine convocadas en todo el mundo para celebrar la saga, los fans siempre se hacían la misma pregunta: ¿cuáles de los pronósticos de la película acertarían sobre el “futuro”?
Ahora se pueden dar algunas respuestas. El aeropatín, ese aparato volador sin ruedas en el que se subía McFly -interpretado por Michael J. Fox- sigue siendo una pieza de museo, como puede verse en Seattle. Y aún no se puede comprar.
Aunque en Internet circulan un par de videos con esas tablas sin ruedas, se trata de falsificaciones o modelos que sólo funcionan en suelos muy especiales, como un prototipo de suspensión magnética de la firma automotriz Lexus. En base a eso, 2015 no sería un futuro tan rompedor como se imaginaban en aquel entonces.
Y lo mismo rige para los robots que sacaban a pasear al perro, o las chaquetas inteligentes que se adaptaban solas al tamaño de quien las llevaba y se secaban en un instante.
Ya hay lectores de huellas dactilares en lugar de picaportes, pero se utilizan casi más como un juguete. El “hidratador” que convertía en unos segundos una pequeña pieza en una pizza caliente también está por inventar y lo mismo cabe decir para los automóviles voladores.
“Pero es que se trata de una película sobre el futuro y para hacer eso se necesitaban automóviles voladores”, contaba hace cinco años el coautor del guión, Bob Gale, que escribió el libreto junto al cineasta Robert Zemeckis.
Entonces, ¿erraron todos los pronósticos? De ninguna manera, en muchos aspectos la película fue increíblemente visionaria: en aquel futuro ficticio por todas partes colgaban pantallas planas, algo que no podía preveerse a finales de los años 80. Y las personas se comunicaban por videollamada, algo totalmente posible en la actualidad.
Pero en “Back to the Future II” se buscan en vano teléfonos móviles, no hay ni rastro de Internet y un mensaje llega a 2015 por fax. ¡Por fax!
Eso sí, los asiáticos ya constituían una parte fundamental de la economía y un cartel publicitaba vacaciones surferas en Vietnam, algo absurdo poco más de diez años después de aquella guerra, pero algo totalmente normal hoy en día para muchos estadounidenses.
Además, en la película se ve también un PC de Apple en una tienda de antigüedades. Algo que también podría encontrase hoy en día. Y nada barato.
La mala noticia: no existe la lluvia que pare al segundo. La buena: la inflación no es tan alta como para que haya que pagar una Pepsi con un billete de 50 dólares, por mucho que los 6.500 ejemplares de la edición especial que la marca ha hecho para el “Back to the Future Day”, “Pepsi Perfect”, puedan valer mucho más como pieza de colección para los fans.
Los controles de voz para muchos aparatos y la tecnología multimedia ya se veían en la película, como unas gafas de video al estilo de las Google Glass. Y cuando aparecían los datos personales de quien llamaba en la pantalla del teléfono, era casi como si fuera Facebook, solo que 15 años antes de que se inventara la red social.
En lo que respecta a la energía, aún no se ha alcanzado el futuro: Cuando el profesor Doc Brown, interpretado por Christopher Lloyd, necesitaba energía, tiraba simplemente un par de desperdicios de cocina en el reactor blanco “Mr. Fusion”.
Curiosamente, ese suministrador de combustible para la máquina del tiempo, el “condensador de fluzo (o flujo)”, se inspiró en un molino de café de la marca alemana Krups.
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