Por Wilfredo Arriola
“A nadie se llega a odiar tanto como a quien además se teme.”. Comienza el capitulo 35 del libro Todo lo carga el Diablo (Alfaguara 2020). Nos recrea esa pista del lugar que ocupan nuestros enemigos en la vida, qué tanto logran adueñarse de lo propio y además nos retratan en quién se convierte uno en esa vigilia desproporcionada que genera la angustia del saberse alerta a lo que sucedió o podría suceder. Somos a su momento, esclavos de un momento que no ha pasado y si lo fue, victimas de una exageración, que pocas veces logramos mirar de frente.
Hiperbolizar es un acto rutinario para muchos, aunque quizá algunos desconozcan su significado lo hacemos a menudo, exageramos todo: la atención, el dolor, los afectos, los pasatiempos, los vicios y también el no querer aceptarles. Entre lo dicho, hay muchas razones por las cuales exageramos unos más que otros y otros no con mucho pero en lo poco alteramos una misma causa, y no sé que es peor. La pregunta será entonces ¿Hemos identificado al enemigo? ¿Quién es? ¿Le reconozco? ¿Es para mi una idea delirante o una idea patologica? Entendiendo que la primera es que estamos convencidos de nuestra idea y matamos por ella, en que no es así, en qué no es parte de nuestro problema, no le reconocemos o estamos plenamente convencidos de que no es una mal, sino una identificaación necesaria que es y será de la forma que lo concebimos. No tenemos remedio de entrar en razón. Además pueder ser, una idea patologica, una idea erronea en que sabemos del error y queremos salir de esa condición del error o de una conducta que identificamos no está bien. En se generalidad, nos lo explica mejor las consecuencias y lo que ésta trae consigo, una racimo de amargura y sí nos va bien, pero pagada cara, de experiencia.
Confucio habló acerca de los vicios de la siguiente manera: “Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”. Aceptarlo es renunciar a una parte de nuestra dignidad, aprender a perder es una victoria que se logra con el tiempo. Pocas veces se comprende del todo, hay un largo camino de aprendizaje y de reconocimiento. Enemigos, vicios, faltas… esas cosas y personas que nos ponen en el camino trabas para avazanzar, cada vez se van pareciendo a nuestra realidad, a nuestros hechos. Justificarlo o poner a los demás como referencia es decir con otras palabras que no hemos tenido la suficiente hidalguia para identificarlo. Saberlo a su momento es en su probabilidadad incluso quitar a personas de nuestro alrededor y no todos sabemos como lidear con ello, o simplemente no estamos preparados para ello.
La verdad tiene una puerta estrecha, pero traspasarla nos dejará la inmensidad de nuevas probabilidades desde otras perspectivas. Muchas veces hay quienes eligen quedarse en la puerta, sino sentarse al fondo y en su defecto saludar de lejos, tal cual hacen con sus defectos, tal cual hacen con sus enemigos, por lo tanto, perdemos lo imperceptible, el tiempo para enmenderlo, ya luego aquello que nos dañó será parte de un paisaje perdido. A su momento cada cosa, por que el futuro también tiene su agenda.