Metz / AFP
Los ministros de Medioambiente del G7 adoptaron una carta para la biodiversidad no vinculante, mientras un grupo de expertos de la ONU lanzó un grito de alarma sobre el estado catastrófico de la naturaleza.
Los siete países occidentales más industrializados (Francia, Canadá, Alemania, Estados Unidos, Italia, Japón, Reino Unido) también lograron redactar un comunicado final conjunto, después de dos días de discusiones, pero con un párrafo diferente para marcar las divergencias con Estados Unidos sobre el clima.
Este comunicado «es realmente compartido en todos los aspectos», aseguró el ministro francés de la Transición Ecológica François de Rugy en una conferencia de prensa.
«Agradezco a nuestro amigo estadounidense de haber aceptado trabajar, incluso sobre este tema del clima, para compartir el texto simplemente con un pequeño párrafo diferente que presenta la posición de Estados Unidos pero que no es una ruptura global», dijo mientras se dirigía a Andrew Wheeler, encargado de la Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA).
Donald Trump expresó a mediados de 2017 su intención de sacar a su país del Acuerdo de París sobre el clima.
El comisario europeo del Medioambiente y nueve países invitados, entre ellos México, Chile, Níger, Gabón, Egipto, India, Indonesia, las islas Fiyi y Noruega, también participaron en esta reunión en Metz.
La carta adoptada por los países del G7 y una parte de los países invitados servirá de «base» a las políticas públicas, explicó la secretaria de Estado para la Transición Ecológica francesa Brune Poirson.
«Nuestro objetivo es aterrizar en Biarritz», dijo. En esa ciudad francesa ase reunirán a fines de agosto los líderes de los países más industrializados y será el punto culminante de la actual presidencia rotativa francesa del G7.
Entre las otras reuniones internacionales que se llevarán a cabo el próximo año en torno a la biodiversidad, la más importante será una de los estados miembros del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP15) en Kunming, China, en el otoño de 2020.