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El gato en la piscina

 

 

Por Mauricio Vallejo Márquez

 

De pronto la risa se apoderó de mí. Los compañeros de trabajo me observaban con un gran signo de interrogación sobre sus cabezas. Yo no podía dejar de reír. La mañana era tranquila, sin sobresaltos. Sólo el sol estaba más apagado de lo acostumbrado. Pero sin querer mi felicidad se desbordó. Los vi comentar entre ellos, murmurando que quizá estaba terminando de ponerme loco, desquiciado y esos apelativos.

 

Ya se volvió parte de mi habitualidad observar los estados de WhatsApp con excesiva frecuencia. He visto de todo. Así que nada me sorprende demasiado, sobre todo sabiendo qué personajes están en mis listas de contactos, como lo sabe bien mi amigo Felipe que me ha dejado con la boca abierta en unas contadas ocasiones, pero que ya sé lo que publica y ahora lo veo con recato. Tengo amigos que demuestran su cultura o su impostura publicando poesía o canciones, frases de amor, imágenes extrañas, en fin: de todo. Sin embargo, lo que hoy me puso de buen humor es un estado de Omar, quien puso a un video de un gato que está caminando plácidamente en la orilla de una piscina y se asusta al ver una bolsa anaranjada en la orilla, la cual no representa ningún peligro, y en ese querer librarse de la bolsa recula y termina brincando dentro de la piscina no una vez, si no en tres ocasiones. Y no entiendo porque aquella desgracia me hizo reír tanto. Pobre animal. No es algo que se lo desee, pero la escena es cierta, es algo que pasó.

 

Creo que el motivo de mi risa fue lo que estaba escrito: “Cuando tu sistema nervioso percibe amenazas donde no las hay y responde a la situación 10 veces peor de cómo es…” Y es que la vida es así. Vivimos habitados por el miedo, el estrés, lo que pueda suceder. Tanto es el miedo a que ocurra algo que nos terminamos limitando a nosotros mismos. Dejamos correr los sueños, como si los derramáramos en el suelo y los viéramos evaporándose, sin que lleguen a concretarse en nada. Por miedo. Paralizados por lo que en nuestras cabezas creemos que puede llegar a pasar.

 

Al final la risa podría ser por uno mismo viéndonos representados por ese gato. Andando en la vida dubitativos, expuestos a la incertidumbre y la propia autodestrucción por el sencillo caso de no saber controlar nuestros temores. Por miedo no nos inscribimos en un torneo, por miedo no aprendemos algo, por miedo no encontramos el amor, por miedo no tenemos hijos, por miedo no somos alguien, por miedo terminamos los últimos días de nuestra vida lamentándonos por no haberlo hecho.

 

Increíble lección de la vida, el miedo no solo destruye personas, también naciones y al mundo. ¿Qué cosas haríamos si no tuviéramos miedo?

 

 

 

Mtro. Mauricio Vallejo Márquez

Licenciado en Ciencias Jurídicas

Maestro en Docencia Universitaria

Escritor y editor

Coordinador Suplemento Cultural 3000

 

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