German Rosa, S.J.
El rol del General Adolfo Nicolás ha estado sellado por un proceso de consolidación en las relaciones con el Papado. Y ha sido un hombre puente que ha vivido la transición del Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco.
Le ha tocado respaldar la reforma moral, financiera y eclesial impulsada por el Papa Francisco. La reforma moral ante los escándalos sexuales y morales de la Iglesia; la reforma financiera en cuanto ha significado un proceso de transparencia y buena gestión de los fondos destinados a la misión de la Iglesia; y también la reforma eclesial, dando paso a una Iglesia misionera, apostólica y pastoral.
Adolfo ha sabido conducir el barco de los jesuitas en un proceso universal de globalización. Pensemos en el perfil y la estrategia apostólica de Adolfo Nicolás, S.J.
1) Un líder que conoce las fortalezas y las tentaciones del poder
El arte del buen gobierno supone conocer el mundo complejo del poder. El poder tiene una fuerza atrayente, terriblemente fascinante, y lo más peligroso es poseerlo con la capacidad de seducción y autoengaño que éste tiene en sí mismo. Gobernar es tener la capacidad de lograr que los otros hagan lo que se les manda o se les ordena. Y la forma más eficaz es tener tal fuerza de imposición que no es necesario estar presente para lograr este propósito.
El poder tiene un lado oscuro que no se puede ignorar. El que gobierna sin conocer este lado oscuro puede someterse a esta fuerza oculta del mismo poder y se puede convertir de manera inadvertida en su vasallo. La genialidad de ejercer el poder es conocer la capacidad y el alcance que éste tiene, pero sin ignorar su lado oscuro. El genio que ha hecho un tratado ineludible sobre el tema del poder es Nicolás Maquiavelo en su obra El Príncipe. Este es un tratado agudo en donde se describe la capacidad de gobernar con la fuerza oscura del poder. Nicolás Maquiavelo redactó esta obra emblemática en el contexto de divisiones políticas. En ella se evidencian los deseos de este autor de querer unificar Italia bajo un mismo Estado. Muestra la capacidad asombrosa para describir lo que se había practicado y se pensaba era la “realpolitik” de su época, y continúa influyendo notablemente porque muestra el alcance que tiene el poder.
Quien se deja seducir por el poder sin discernimiento, se puede someter a la fuerza más demoniaca de la dominación y causar graves consecuencias para quienes están bajo su responsabilidad. Las tentaciones del poder están bien expresadas en el Evangelio. El poder puede inducir a quien lo posee a tirarse del pináculo del templo para estrellarse contra el piso, en el afán de buscar el protagonismo de la propia grandeza; o el poder puede seducir al que lo tiene a convertir las piedras en pan, cosa imposible de hacer, usándolo en beneficio personal a costa del engaño de los demás; otra tentación del poder es el anhelo de poseerlo insaciablemente, absolutizándolo y al mismo tiempo adorando el ídolo de la riqueza, que tiene nefastas consecuencias. Adolfo Nicolás es un maestro espiritual y en su seguimiento de Jesús, ha aprendido que no se puede gobernar cayendo en esas tres trampas del poder, tal como nos enseñó Jesús de Nazaret (Cfr. Mt 4,1-11). Discernir es un ejercicio para encontrar la voluntad de Dios en la historia, y para hacerlo se debe estar instalado en la realidad. No se puede discernir sobre fantasmas de la vida o de la historia de la humanidad. Se discierne sobre realidades objetivas y concretas.
Adolfo Nicolás conoce a fondo las tentaciones del poder y no se ha dejado dominar por el lado oscuro que éste tiene, lo que le ha permitido ejercer la autoridad sin dejarse doblegar por la tentaciones del mal que ofrece el mismo poder y ha ejercido una capacidad de gobierno que le permite orientar el cuerpo apostólico universal de los jesuitas con eficacia, sin provocar reacciones ocultas ni reactivas a las decisiones más importantes de su gobierno. Hace falta conocer el lado oscuro del poder para ejercerlo positivamente y con eficacia. Solamente quien conoce la capacidad del mal al ejercer el poder se puede librar de los vicios y los defectos que implica esclavizarse en la cárcel de su poderío.
El modo más eficaz para ejecutar y lograr las metas propuestas es mediante la orientación y la aceptación de ésta, y no a través de la dominación por la imposición, el terror y el castigo. Nicolás Maquiavelo propone para consolidar un Estado próspero y fuerte, sin reparar en los métodos para lograrlo, el principio “del fin justifica los medios”. Adolfo Nicolás es el opositum per diametrum, es decir, el poder lo ejerce desde la postura diametralmente opuesta. Desde su gobierno, lo que se valora es que ha buscado los mejores medios para lograr el fin apostólico del bien más universal, y cuanto más universal sea, éste es más evangélico y más divino. La fuente más importante para conocer la fuerza positiva y la capacidad más eficaz del poder para hacer el bien es el Evangelio.
Adolfo Nicolás conoce que la fuerza del poder en las relaciones con los jesuitas reside en el trato directo, sencillo, veraz y auténtico en el que sobresale la fraternidad, el perdón y la misericordia, porque a quien mucho se le perdona mucho agradece.
En la vida religiosa los vicios alejan a los súbditos. Cuanto más virtuoso es el líder, más apreciado y más amado es. Por esta razón encontrar una persona con ricas virtudes ayuda para el ejercicio de la autoridad y el buen gobierno de las instituciones religiosas, y en la Compañía de Jesús el líder máximo debe tener una trayectoria ejemplar. Las palabras pueden convencer, ayuda el arte de la retórica, pero los ejemplos arrastran y comprometen.
El poder real se ejecuta con una comunicación permanente, constante y veraz. Así se pueden evitar los problemas y las complicaciones a tiempo. Los males en el cuerpo apostólico de los jesuitas se tratan con delicadeza humana y con agilidad para evitar que se compliquen y sean irresolubles.
Adolfo Nicolás tiene poder sin ostentarlo. Este es el arte de gobernar con eficacia pero sin hacerse notar.
2) El poder al servicio de los desafíos de la humanidad y para hacer el bien universal
Adolfo Nicolás lo ha dicho con mucha claridad en sus declaraciones públicas: “Los desafíos de los jesuitas hoy son los mismos desafíos de la humanidad”. Estos desafíos son bien claros: la pobreza, la exclusión social, la desocupación, la falta de sentido, la violencia, la ausencia de la alegría, las migraciones, los refugiados, la corrupción, la falta de sensibilidad y solidaridad, etc. Desafíos que se asumen desde los distintos lugares de trabajos apostólicos de los jesuitas.
El liderazgo de Adolfo Nicolás lo ha llevado a asumir retos dentro y fuera de la Compañía de Jesús. ¿Cuáles son algunos desafíos que ha tenido que asumir Adolfo Nicolás dentro de la Compañía de Jesús? Para enfrentar los desafíos de la humanidad ha supuesto una reorganización institucional que él ha llevado a la práctica. Ha asumido el reto de hacer la restructuración global de la orden religiosa, conjuntando regiones enteras integradas para optimizar las relaciones entre los jesuitas, los laicos colaboradores de las obras apostólicas y también para lograr una adecuada transferencia de recursos institucionales. Ha potenciado la cogestión entre los jesuitas y los laicos en las instituciones que son de la congregación.
Adolfo Nicolás ha ejercido su liderazgo a través del discernimiento apostólico para tomar decisiones importantes. Un General de los jesuitas no es un presidente de una corporación multinacional. Su capacidad para convencer con su don de persona es muy importante porque vive a fondo la pobreza, la entrega a su vocación en castidad y la escucha de la voz de Dios en su conciencia que ha seguido con finura espiritual.
En la era de la globalización es muy importante un gobierno que tiene agilidad en las comunicaciones con todas las instituciones y obras apostólicas. Adolfo Nicolás es un líder que sabe emplear las redes sociales y las comunicaciones actuales. Se relaciona no solo con los métodos tradicionales de las cartas y las publicaciones impresas. Hace uso del internet, del correo electrónico, de las teleconferencias, medios muy importantes hoy. Esto facilita el trabajo y la comunicación con todos los jesuitas del mundo y las instituciones de la Compañía de Jesús.
La Compañía de Jesús ha tenido que asumir retos externos a ella misma. Enunciaremos algunos desafíos que destacan por su importancia en la actualidad.
a) La interculturalidad. Quisiéramos subrayar el desafío de la interculturalidad a la que estamos sometidos todos los ciudadanos del mundo en estos procesos de globalización. No existe un país en el mundo donde todos sus habitantes sean solamente ciudadanos nativos. No existe un país con el 100% de personas de su lugar de origen o región. Hoy más que nunca somos “universales”. La universalidad no es que todos bebamos coca-cola, tomemos cerveza de una marca, comamos hamburguesa, vistamos pantalones gines o compremos zapatos de la misma marca, tengamos teléfonos celulares o tablets, etc. Esta es la universalidad del mercado. La universalidad verdadera es aceptar que existe una pluralidad de culturas e identidades y que debemos aprender a convivir con ellas y apreciarlas. Sin discriminación ni exclusión. Este reto supone superar los fundamentalismos. Cuando decimos fundamentalismo lo hacemos en sentido amplio y nos referimos a los fundamentalismos de la nacionalidad, de la propia cultura, y también religiosos. Estos fundamentalismos son una respuesta reactiva a una globalización financiera que beneficia a una minoría excluyendo la mayor parte de los ciudadanos del mundo de hoy.
Adolfo es un líder con una visión global y de una institución universal que busca hacer la voluntad de Dios y por ello discierne los signos de los tiempos, y uno de ellos es la interculturalidad. Lo dice él mismo en los siguientes términos: “Jesús ha dicho: yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. La mayor parte de las religiones asiáticas son religiones o espiritualidad del Camino: shintoísmo, confucianismo, budismo, kendo, aikido, etcétera, pero la mayor parte de los misioneros occidentales han ido a predicar y a hablar de la Verdad…Cuanto más viajo y giro por el mundo, tanto más pienso que aquel obispo tenía razón: Asia es el Camino; Europa y los Estados Unidos se preocupan por la Verdad; África y América Latina son la Vida y mantienen vivos los valores (amistad, familia, niños, etc.) que en otra parte del mundo hemos olvidado” (Antonio Spadaro, S. (167). Intrevista a P. Adolfo Nicolás, Prepósito Generale della Compagnia di Gesù. La Civiltà Cattolica, p. 378).
Adolfo Nicolás piensa que el gran desafío para los cristianos es creer y asumir que tenemos necesidad de todos, de todas las sensibilidades y de todos los continentes, para reunir la plenitud de Cristo, que es también plenitud de nuestra humanidad. Este es el espíritu del Papa Francisco cuando habla a favor de los migrantes y refugiados. Adolfo Nicolás ha apostado por la unidad en la diversidad cultural, geográfica e histórica.
Desde esta perspectiva, Adolfo Nicolás nos anima a aprender de otras sensibilidades y culturas: “Los japoneses – gracias a las raíces del budismo – viven una sensibilidad profunda, una apertura a la dimensión de la trascendencia, de la gratuidad, de la belleza que sostienen nuestra experiencia humana. Pero, naturalmente, esta es una sensibilidad que está amenazada hoy por una mentalidad puramente económica o materialista que impide llegar a dimensiones más profundas de la realidad. La misión hoy en Japón y en Asia puede ayudarnos a descubrir, o a redescubrir, la sensibilidad religiosa como el sentido musical, como conciencia y apreciamiento de las dimensiones de la realidad que son más profundas que la razón instrumental o de la conciencia materialista de la vida” (Antonio Spadaro, S. (167). Intrevista a P. Adolfo Nicolás, Prepósito Generale della Compagnia di Gesù. La Civiltà Cattolica, p. 380).
b) Migraciones y refugiados. Otro desafío lo constituyen los migrantes y los refugiados. Ha existido un trabajo histórico de los jesuitas con estos grupos humanos. Hoy se ha ampliado, se ha logrado una atención con el Servicio Jesuita para los Migrantes y también para los Refugiados, además están implicados en trabajos articulados en red con las universidades, centros de investigación y de derechos humanos. Se les provee de asesoría legal, se les acoge en obras y en parroquias administradas por la Compañía de Jesús, e incluso se hace una formación espiritual en centros de retiros atendiendo especialmente a los migrantes y los refugiados. Muchos de ellos desprovistos de documentos.
Hoy más que nunca el Servicio Jesuita de Refugiados tiene un desafío global por las crisis migratorias causadas por los conflictos bélicos y las crisis económicas en el mundo.
c) La crisis ecológica. Uno de los servicios que destaca Adolfo Nicolás que puede hacer la Compañía de Jesús es tratar y trabajar a fondo el tema de la ecología, para ayudar al mundo, conscientes de que todo lo que hagamos por la naturaleza será un excelente servicio para la humanidad, y de manera especial para los pobres que sufren más las consecuencias de los desastres naturales y viven la vulnerabilidad directamente en zonas de riesgo.
En el período de su gobierno se han impulsado proyectos e iniciativas para responder al reto de la crisis ecológica. Adolfo destaca que existe una unión entre la defensa de los pobres y la defensa del medioambiente. Este tema es muy importante, si analizamos el problema del agua, de la minería, de la contaminación del aire, nos damos cuenta del impacto social que esto tiene en el mundo hoy, y los pobres son los que sufren más el deterioro medioambiental. Las líneas de acción son diversas: la eduación en campus verdes; la pastoral juvenil de Amigos de los Árboles (Taru Mitra) en India; el proyecto Pan-Amazónico con comunidades indígenas en América Latina y que abarca siete países; el proyecto Flights for Forests (Vuelos para los Bosques) que recoge aportes económicos de quienes hacen viajes aéreos y dichos fondos son invertidos para la plantación de árboles y conservar el medioambiente; la red Ecojesuit que se preocupa por la cuestión del agua en la actualidad, son proyectos que van en la dirección del cuidado de la creación y promovidos por la Compañía de Jesús. Son algunos ejemplos pero hay muchos más.
El nuevo superior general de los jesuitas, tal como lo piensa Adolfo Nicolás, debe orientar a la congregación a una vida religiosa mejor y una renovada capacidad de imaginación. Adolfo lo dice con estas palabras: “Tenemos necesidad de audacia, fantasía y coraje para afrontar la misión como parte de la más grande misión de Dios en los contrastes de nuestro mundo hoy” (Antonio Spadaro, S. (167). Intrevista a P. Adolfo Nicolás, Prepósito Generale della Compagnia di Gesù. La Civiltà Cattolica, p. 386).
Adolfo Nicolas nunca grita o alza la voz cuando ejerce su autoridad, más bien eleva el argumento de su conversación o el diálogo, y el argumento más importante ha sido el testimonio de su vida. Un hombre de Dios al servicio de la humanidad. El mes de octubre, a sus ochenta años, después que la Congregación General acepte su renuncia y elija a su sucesor, Adolfo Nicolás partirá para su nueva misión en el Japón. En la Curia General se sentirá el vacío y hará falta su alegría y buen humor, dejará un recuerdo vivo de sus virtudes y su testimonio evangélico.