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El gigantesco plan económico de Estados Unidos, un mínimo ante ausencia de seguridad social

Washington / AFP

Delphine Touitou

El histórico monto de 2,2 billones de dólares del plan económico contra el coronavirus en Estados Unidos y las ayudas de emergencia son una bocanada de oxígeno para los estadounidenses más vulnerables, un mínimo en una economía sin la contención que brindan los sistemas tradicionales de seguridad social.

Los expertos creen que se necesitará mucho más que este plan luego de que el Senado le diera el visto bueno en la noche del miércoles.

En un país en donde millones de trabajadores tienen baja compensación por desempleo, en el que las jubilaciones dependen en parte de los mercados de valores, y con tasas históricamente muy bajas de ahorro, la recesión que seguirá a la pandemia de coronavirus puede dejar en la pobreza a muchos norteamericanos.

– «Indispensable» –

El plan, que aún debe obtener el aval de la Cámara de Representantes, «es indispensable para evitar una crisis más profunda que la que estamos viviendo», remarcó Gregory Daco, economista jefe de Oxford Economics.

El desafío inmediato es «evitar un derrumbe total» de las pequeñas y medianas empresas que son el sostén de la mitad de los empleos de Estados Unidos.

«Por el momento es suficiente», estima Alan Stuart Blinder, profesor de economía de la universidad de Princeton.

Al plan de 2,2 billones de dólares se suman 6 billones si se incluye la ayuda de la Reserva Federal, el banco central que bajó tasas e inundó de dólares el mercado para asegurar la liquidez necesaria para el funcionamiento de empresas y cadenas de pago.

Para Blinder, economista y ex consejero de Bill Clinton, a pesar de este despliegue de fondos, «hay forzosamente errores y olvidos».

Se trata más bien, opina, de un plan de estabilización más que de estímulo de la economía.

Este jueves la cifra de pedidos de subsidio por desempleo alcanzó los 3,3 millones de personas en Estados Unidos, un número nunca visto desde que existe este indicador.

Daco destaca en particular 350.000 millones de dólares en ayudas para préstamos sin interés para pequeñas y medianas empresas así como el acceso a un seguro de desempleo extendido por cuatro meses para muchos trabajadores.

– Sin red de contención  –

Blinder considera que el país necesitará un plan de estímulo, porque «este horror (de crisis) va a dejar en evidencia algo que siempre supimos: la red de seguridad social estadounidense es terriblemente inadecuada».

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, prometió el jueves que la institución continuará prestando dinero «de forma agresiva».

El desafío a largo plazo es preservar los empleos. Pero para las pequeñas empresas -muchas sumidas en la parálisis económica- los préstamos podrían no ser suficientes, estima Rosemary Taylor, profesor de la universidad de Tufts.

«Ante una profunda incertidumbre económica, muchos pequeños comercios y empresas pueden dudar antes de endeudarse más», explicó. «Hay un peligro real de que esta epidemia vacíe las principales calles de Estados Unidos» de comercios, advirtió.

En ausencia de mecanismos de contención como existen en otros países, y ante el espectro de una recesión antes de las elecciones presidenciales, Donald Trump mostró -en medio de una expansión del virus en el país- su impaciencia, y señaló el martes que quiere que la economía vuelva a la normalidad a partir de abril.

Más de la mitad de la población estadounidense está confinada en sus casas para tratar de contener la pandemia, que deja casi 70.000 contagiados y más de 1.000 muertos en Estados Unidos, según el último balance de la universidad Johns Hopkins.

Este aislamiento podría tener consecuencias más graves que el propio virus, opina el mandatrio.

«No solo es falso, sino que es peligroso para la salud pública -lo cual es evidente- y para la economía», retrucó Blinder.

– Riesgo de depresión económica –

Para este economista, si hubiera una segunda ola de infecciones por un levantamiento prematuro de las medidas de confinamiento, la depresión económica sería de larga duración.

«Todo el mundo querría retomar su trabajo pero no podemos relanzar la economía mientras no derrotemos al virus» y con la gente con miedo, insistió Gregory Daco.

Para Barry Glassner, un sociólogo retirado y autor de «La cultura del miedo», «en algún momento las escuelas, los parques y las empresas deberán reabrir».

«Lo que debemos discutir no es cuándo reabrir -eso es decisión para los expertos en salud pública-, sino qué plan racional se puede implementar para hacerlo antes».

En el caso de comercios y empresas, las más pequeñas no podrán volver a trabajar si cierran durante meses.

«¿Por qué no autorizar a abrir a aquellas que pueden practicar la distancia social?», se pregunta.

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