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El Gobierno del Presidente Salvador Sánchez y la crisis estructural del Sector Agropecuario

Carta Económica
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En el marco del modelo económico neoliberal que impera en El Salvador, el sector agrícola ha sido  abandonado y la economía salvadoreña está inclinada principalmente al sector de bienes y servicios dejando de lado el sector agrícola el cual es uno de los rubros más importantes para la población, en términos de que ahí reside casi el 50% de la población, además es la fuente de ingresos de casi la mitad de la población, asimismo, de ahí depende la seguridad alimentaria de la gran mayoría de familias pobres del país, que viven en el marco de satisfacción o insatisfacción de las necesidades calórico proteínicas para su sobrevivencia.

Nuestra agricultura se encuentra en un estado crónico de subdesarrollo, como se menciona en el libro “Agricultura familiar e industrialización sustentable ”, por lo tanto, es necesario de políticas que contribuyan a trasformar los problemas estructurales del país, además de políticas de corto plazo que permitan una reactivación del sector agrícola en general.

El Gobierno del Presidente Sánchez Cerén recibió una agricultura totalmente descapitalizada por su abandono en cuanto al financiamiento para capital de trabajo y desarrollo de sus fuerzas productivas; una agricultura dominada por un minifundio  con la existencia de 339,368 unidades de producción que tienen una superficie para trabajar que va de 4.28 manzanas a menos de una manzana, es decir que son unidades de producción que no tienen salida en el marco neoliberal porque se encuentran aisladas, por lo tanto, se tiene que modificar la forma de organizar la producción hacia una agricultura familiar, que les facilite la capacidad de capital para el desarrollo de sus fuerzas productivas, acumular capital fijo, conocimiento, incidir en los mercados de los insumos que compra, así como en la venta de lo que produce la familia campesina; además que le permita integrarse en cadenas de valor, sólo así los productores que representan el 86% de las unidades de producción podrán generar riqueza y pasar de una producción simple a una ampliada.

En síntesis, se necesita una revolución en el sector agropecuario en el ámbito de la organización de la producción, del desarrollo científico tecnológico en los productores y la forma de producir, de acumulación de capital en las unidades de producción, del desarrollo de cadenas de valor para la industrialización de este sector. A estos problemas estructurales le debemos agregar la destrucción de más de la mitad del campeo cafetalero, lo que medimos con su baja productividad promedio y bajos volúmenes de producción que no representan actualmente ni el 25% de niveles históricos de la producción ya obtenida; la caña de azúcar se mantiene produciendo pero en un doble esquema, una concentración de lo que llamaríamos los latifundios económicos cañeros manejados fundamentalmente por dos grupos familiares que dominan los ingenios: Central Izalco  y Chaparrastique (familia Regalado Dueñas), y  los ingenios El Ángel y la Magdalena (dominados por la familia Wright), estos grupos son los que controlan virtualmente en un duopolio toda la cadena de caña y que desde el siglo pasado tienen incidencia política para no perder sus privilegios históricos enmarcados en diferentes leyes de la República; otro elemento de la cadena productiva de la caña es la destrucción a que tiene sometida la tierra sobre la que se cultiva; existen  otros dos ingenios como la Cabaña y el Ingenio Jiboa que tienen una organización social de propiedad diferente y que sin duda no son dominantes en esta industria. Por último, agregar el problema climático y sus efectos negativos en el sector no sólo por la amenaza constante de pérdidas, sino además por ser una de las razones que hace que este rubro no sea atendido por el sector financiero privado de las transnacionales.

Este es el contexto en que tienen que analizarse las políticas del Gobierno actual  que realiza esfuerzos encaminados a contribuir con dicho rubro, pero hasta ahora sin tomar medidas que rompan con los problemas estructurales mencionados por lo que los esfuerzos que se hacen en un marco básicamente de corto plazo y de buscar asistir a los campesinos pobres con los tradicionales programas de apoyo a la producción con: 1. Más crédito en el Banco de Fomento Agropecuario que tiene fuertes limitaciones financieras, los agricultores que reciben algún crédito agrícola no superan los 50,000 o sea alrededor del 25%, de los cuales más de 33,000 recibían crédito entre 1 dólar y mil dólares con saldos promedios en los préstamos de entre 90 dólares y 475 dólares, es decir que reciben un financiamiento marginal; sólo 20,747 productores que representan el 6% de los productores totales, reciben crédito con saldo promedio por préstamo que van entre los 2,000 y más 4 millones de dólares, estos últimos son 9 productores, eso indica que la concentración del crédito es profunda la cual se corresponde con la concentración de la tierra, que es muy alta en el país, a la par del inmenso minifundio; 2. Con paquetes de insumos, un quintal de fertilizantes y semilla para una manzana de maíz, además de algunos agroquímicos; 3. El Gobierno busca ampliar la asistencia técnica a la agricultura, aunque sus limitaciones financieras le restringe dicha política, resultado entre otros aspectos por la deuda externa que ya es impagable, por una economía dolarizada, sometida además a un marco de Tratados de Libre Comercio que lo tienen inmerso a los intereses del capital transnacional, es decir que los problemas que enfrenta el sector no sólo son propios de dicho rubro, sino además los problemas estructurales en que nos tiene el neoliberalismo, sin duda este es un problema estructural que no se puede resolver fácilmente y menos en el corto plazo y más cuando la derecha se encarga de obstaculizar cualquier iniciativa que tiene el Gobierno, algún esfuerzo se está  haciendo, pero el sector sigue entrampado en una crisis profunda que data de los últimos 36 años.

Tomando en consideración lo anterior, hay que señalar que el sector agropecuario aporta a la economía en general un valor agregado muy importante de US $ 1,195.6 millones, siendo la base donde yace la agroindustria y máximamente juega un rol decisivo en la seguridad alimentaria de toda la nación, descansando gran parte de ese aporte productivo en los hombros de muchos productores de subsistencia y productores comerciales; al revisar su tendencia en términos económicos se observa que desde el 2009 al 2015 la tasa de variación del PIBA ha oscilado entre los 3.5% y -2.5%, teniendo en los últimos años, 2014  y 2015, una tasa de crecimiento del 1.32% y del 0.78% respectivamente, denotando dichas cifras un declive o estancamiento del sector agropecuario.

Revisando las causas de ese bajo comportamiento económico se pueden poner en perspectiva los siguientes factores objetivos del balance unos de los cuales ya mencionamos: a) impacto de los fenómenos naturales, principalmente los periodos de sequías, b) en términos estructurales la poca diversificación del sector agrario, una situación heredada c) la poca efectividad de las políticas de desarrollo del sector, d) la caída del café por la baja producción en el último período, e) los efectos de la entrada en vigencia del Tratado de Libre Mercado con USA y la dolarización y f) una reducción comparada a una sobre-estimación de las cifras estadísticas realizadas por las administraciones anteriores de ARENA, denunciadas en su momento por los ministros de la cartera de Economía y MAG de la administración de Mauricio Funes.

Observando algunos ejemplos se tiene la caída importante en el aporte del sub-sector del café que llegó a contribuir en algún momento con un 27% del PIBA, para el 2015 esta contribución tan solo llegó a un 5%, ver gráfico No. 2, asociado a las perdidas por la roya y la caída de los precios internacionales del mercado posterior al 2011; esto también evidencia una recomposición en las ponderaciones del aporte productivo de otros rubros, como por ejemplo los granos básicos, la ganadería y otras producciones agrícolas (frutas, hortalizas y agroindustriales).

La recomposición en el aporte productivo de los sub-sectores o rubros no indica principalmente un aumento en la producción, por ejemplo, granos básicos pesa más que el café desde el 2002, pero su contribución en el PIBA no sobrepasa el 20%, indicando que no existen cambios sustanciales para mejorar los condiciones productivas del 80% de productores de subsistencia a nivel nacional quienes aportan el 70% aproximadamente de toda la producción entre maíz y frijol; se ve un repunte de la otra producción agrícola asociada a una mayor demanda de productos agroindustriales; sin embargo, el aporte al valor agregado total del sector agrícola registraría mayores niveles de crecimiento si el café no hubiese experimentado una caída significativa en su producción y si existieran medidas más agresivas que contrarresten los efectos importantes del cambio climático, por mencionar algunas. Se puede observar en la siguiente tabla No. 1 las variaciones de los volúmenes de producción, en los últimos ciclos agrícolas.

Los volúmenes de producción indican reducciones en producción, como por ejemplo el maíz con una reducción del -6.6% y el sorgo con un decrecimiento del -1.2%. Por otro lado, se observan incrementos en el arroz, la sandía y el coco. Algunas reducciones en la producción pueden asociarse a los impactos de las canículas o periodos secos de mayor prolongación en época lluviosa, presentados generalmente entre finales de junio y todo el mes de julio, focalizando su afectación en las zonas de oriente y el corredor seco (114 municipios), afectando en su mayor parte a la producción de postrera o segunda cosecha. Ver Tabla No.2

Las pérdidas tal como se observa en la tabla No.2 se han incrementado y la intensidad es más severa por ejemplo para el maíz, este cultivo tuvo mayor afectación en el año 2012, registró 1,1 millones de QQ. Para el 2014 esta pérdida fue mayor en 227%, registrando 3.6 millones de QQ. y para el 2015 la pérdida se incrementó en 30% con respecto al 2014, representando 4.7 millones de QQ. La intensidad se viene acrecentando, esto obliga a las autoridades a tomar acciones preventivas que tengan que ver con infraestructura de riego, manejo de cuencas y recurso hídrico, estudios de explotación de nuevos mantos acuíferos, capacitar y dotar a los productores de herramientas para la captación de agua, dotar de insumos de semilla resistentes a estas condiciones que conllevan a plantear un plan o programa más fuerte de prevención a los efectos causados por la sequía.

Relacionado al tema de la entrega de paquetes o insumos agrícola a pesar de que ha sido un subsidio que provee de una ayuda importante al productor de subsistencia, no es suficiente, en promedio de entrega anual entre el 2009 y 2015 se calcula un total de 525 mil paquetes entre maíz y frijol, pero el 2015 reportó una reducción del -2%, ver gráfico No.3, esta entrega se ve complicada porque debe adicionarse un refuerzo para la cosecha de postrera que es donde se registran las mayores pérdidas, los costos se incrementan también para la política subsidiaria del estado, lamentablemente esta entrega no se acompaña con un seguimiento de asistencia técnica por parte del CENTA ni con un respaldo crediticio, debido a que la mayor parte de los beneficiarios son productores de subsistencia los cuales no cumplen los requisitos financieros formales de garantía para ser sujetos de préstamo por parte del sector  financiero incluso para los mismos bancos estatales, se encuentran amarrados, sin embargo, no se ven esfuerzos de proponer reformas a la ley para cambiar estas condiciones y  facilitarle a los productores de subsistencia mayor respaldo.   

En el tema de los créditos para el sector agropecuario, según cifras de la misma Superintendencia del Sistema Financiero, en comparación al año 2009 el 2015 registró una reducción del -22% pasando de US$ 291 millones a US $ 226 millones (Ver gráfico No. 4), lo que indica que la apuesta al sector sigue teniendo grandes deudas y que tanto el sector financiero privado ha contraído el crédito a la agricultura en los últimos años producto de los riesgos de las pérdidas ocasionadas por los fenómenos naturales, es ahí que la inyección de capital por parte de instituciones financieras estatales deben jugar su papel, sin embargo, como se mencionaba anteriormente la burocracia, la solicitud de requisitos y garantías excesivas  hace difícil el acceso a mayores niveles de financiamiento por parte de muchos agricultores, siendo imperativo trabajar fuertemente en la reforma de la ley del Banco de Fomento Agropecuario para cambiar muchos esquemas restrictivos del crédito o trabajar en la conformación de una sola Banca de desarrollo agropecuario con mayor cobertura financiera hacía el sector.  En el tema de los precios de los granos básicos a nivel mayorista la tendencia muestra que en promedio comparando 2009 y 2015 para el maíz blanco se tuvo un incremento del 33%, desplazando el precio por quintal de US$ 15 a US $ 20; para los precios del frijol rojo se registró para el mismo periodo un aumento de los precios promedios en un 57% pasando de US $ 48.79 en el año 2009 a US $ 76.82 para el 2015; para el maicillo y el arroz las variaciones de sus precios promedios anuales entre el 2009 y 2015 se registran en 17% y -24% respectivamente. Uno de los aspectos pendientes en la agenda de los precios es que la intermediación entre el productor y el mayorista sigue afectando en nivel de beneficio real de los agricultores y el impacto directo en los bolsillos del consumidor final, si bien es cierto no existe un marco regulatorio de control de precios porque el actual modelo económico liberal no lo ha permitido, deberá trabajarse fuertemente en el planteamiento de una reforma del marco regulatorio de precios e intermediaciones y en activar la creación de mecanismos que lleven a contar con los niveles de reserva de granos básicos que posibiliten como Estado intervenir en los desajustes o vicios del mercado, para equilibrar el papel de los productores vulnerables y la comercialización.

En términos de comercio exterior se puede observar que los niveles de exportación de los productos tradicionales donde la mayor parte son de origen agropecuario, desde el 2009 en comparación al 2015 solo registra un incremento del 3%, pasando de US$ 318 millones a US $ 328 millones, aunque se observa que se tuvieron incrementos para los años 2011 y 2012 las exportaciones iniciaron una reducción en los últimos años nuevamente.

Para el periodo comparativo de 2009 y 2015 uno de los principales factores de la baja del comercio exterior, se explica a la caída de las exportaciones del café por los impactos de la roya, con una disminución del -35%; la exportación de camarones presentó un aumento del 20% y el producto que presenta los mayores volúmenes de incremento en las exportaciones es la caña de azúcar con un 103%, que en el año 2009 se exportaban US $ 88 millones y en el 2015 se registraron US $ 178 millones.

Finalmente, en la revisión de las importaciones de cereales en los registros comparados 2013 y 2014, se presenta un incremento agregado del 37.4%, presentando el maíz amarillo que es utilizado para la agroindustria principalmente para la elaboración de concentrados para el sector avícola y ganadero, muestra los mayores niveles de importación en volumen, seguido por el maíz blanco y los frijoles rojos; el mayor incremento en las importaciones fue de los frijoles negros con un 133.7%, seguido del maíz blanco con un 64.3%.

En resumen, el sector en términos económicos se encuentra estancado por problemas estructurales y coyunturales de orden financiero y político por la agresividad de la derecha a cualquier programa que pueda darle créditos al Gobierno del Presidente Salvador Sánchez Cerén, además de la vulnerabilidad a los efectos de fenómenos naturales cuya severidad se está incrementando con los años, para lo cual se debe de trabajar fuertemente en políticas encaminadas a la resiliencia del cambio climático; existe una recomposición de sectores explicado por la caída del valor agregado de los productos que han sido fuertemente tradicionales como el café, fuera de todo debate ideológico debe de existir una política que detenga el deterioro del sector y fortalezca los bosques de café (como ya se ha mencionado en artículos de la Carta Económica); además, se debe trabajar en la diversificación productiva para incrementar el valor agregado de la producción agropecuaria; mejorar más las condiciones de los productores de subsistencia no solo con una política subsidiaria sino también con mayor acceso a asistencia técnica, traslado de tecnología, mayor acceso a los créditos cambiando o mejorando todo el marco regulatorio del Banco de Fomento Agropecuario o conformando una nueva Banca Agrícola y reestructurando la forma de producción individual a una forma de empresa individual asociada, como ya se mencionó; además, en lo que queda del periodo apostarle a conformar o controlar el esquema de comercialización más directo entre el consumidor final y los productores evitando que la comercialización se quede con los beneficios sustanciales de los agricultores; interponer una política seria y real de abastecimiento o reservas estratégicas para intervenir en los momentos de distorsión de los mercados para proteger a los agricultores y consumidores en un balance o equilibrio positivo y finalmente apostarle a incentivar más la exportación de productos con mayor demanda de mercados con alto poder de compra como lo es el europeo y el americano para mejorar en el sector la balanza comercial.

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