JAVIER ALVARENGA,
Escritor y fotoperiodista
La tarde cae con lentitud sobre las aceras de San Salvador, la Avenida Juan Pablo envuelta en el caos vehicular.
La estación del Sitramss (Frente al parque Infantil) repleta de transeúntes a la espera de abordar. Todo está bajo una estática involuntaria, ya que todos caminan apresurados a sus hogares.
Yo sin más que hacer, enredado en el mismo tráfico, observo cada lugar con detalle, las sombras de los caminantes se estilizan ante el dorado atardecer que casi todos desprecian. El tiempo no es para admirar los crepúsculos simples de la vida, ya que el mundo moderno no se detiene, aunque el embotellamiento siga ahí, con sus sucios ruidos, desde la posición que me encuentro, ya hace a mi vista la imponente cúpula de Catedral Metropolitana, antepuesta en primer plano del verde cerro de San Jacinto, que lo acompaña en el horizonte capitalino, los vehículos siguen sin avanzar, sigo ahí. Nada se puede hacer, observó hacia la acera de nuevo. Ahí estaba él. Sentado. No era la primera vez que lo veía, ya en muchas ocasiones, bajo el mismo trafico lo he observado, lo peculiar del primer avistamiento, fue que caminaba con tranquilidad, su maleta en hombros. Pero, lo interesante fue verlo que entre sus brazos y manos cargaba rollos de papel, cartulinas extendidas, todo en mucha cantidad.
En otras ocasiones cercanas, lo he observado leyendo la Biblia, en otras horas matutinas el Diario Co Latino. Y así es como siempre que me encuentro en la zona trato de buscarlo con mi mayor atención, la respuesta del porque carga tantas hojas de papel, la obtuve otra tarde muy parecida a esta. El caos vehicular muy parecido al de este día, la diferencia, la hizo él, en sus manos tenía unas tijeras, realizaba una muy delicada cadena de palomas de papel.
Mi admiración creció más aún sobre él personaje de esta parte del centro de San Salvador, quien me hizo ese día muy diferente. No dejé de pensar en su labor, me inspiró a crear esa noche un cuento, que resguardo entre mis libretas de apuntes.
Aún no sé mucho de este personaje, siempre he querido platicar con él, conocer sus historias, pero las tardes que voy predispuesto, nunca lo encuentro. Aunque, aún no tengo cumplida esa dicha, he decidido nombrarlo mientras logramos conversar, como: El Hacedor de palomas de papel.
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