Myrna de Escobar,
Escritora
En héroe o prototipo universal cuya misión es salvar al hombre de los peligros y temores de la humanidad es la figura central de los cuentos y leyendas a lo largo del tiempo, y sin importar donde se origine el mito, el héroe siempre es el mismo, aunque tiene mil caras.
En su libro El Héroe De las Mil Caras, Joseph Campbell ilustra al héroe en las diversas culturas y o civilizaciones, su influencia en los cuentos y en la verdad deformada o disfrazada contenida en las doctrinas religiosas. El autor presenta además los mitos y los símbolos que alimentan el cuento y coincide con los Vedas al afirmar que la verdad sigue siendo una, pero los sabios hablan de ella con muchos nombres.
La curiosidad por explicar el origen de la vida, la redención, crucifixión, la muerte, la eternidad y otros temas de interés universal ha existido siempre y fomenta el mito, el cual es el germen que alimenta las magníficas historias y cuentos ya conocidos. El mito permite recrear una visión fantástica, dramática o cómica de los hechos que no se pueden explicar, y es tarea del hombre buscar la verdad de las creencias y doctrinas que adoptamos como nuestras.
De oriente a occidente nuestras culturas comparten los mismos temores e ideales de salvación, bienestar y la búsqueda del Mesías como el héroe liberador de la desesperación personal que habita en el subconsciente y nos asalta hasta en los sueños; caldo de cultivo para recrear las historias propias de cada escritor.
Para el escritor, el mito da vida a la imaginación de la cual surgen los símbolos que darán vida al cuento o relato a construir. En la actualidad, el escritor puede acudir al banco de mitos de la historia o crear sus propios héroes lo cual depende de la imaginación y creatividad con que se traten los símbolos. El adecuado uso de éstos en nuestro cuento hará de la lectura una experiencia única, y perdurable; el máximo ideal a lograr para todo buen escritor. Por otra parte, el papel del héroe y del arquetipo a crear está determinado por las tradiciones y creencias dentro del marco cultural donde se desarrolla la obra.
Aunque hoy en día la mitología es vista como un truco para explicar la realidad, no podemos negar que es la inspiración viva y cultural de los pueblos y sus épocas, y su repercusión en el cine moderno permite recrear proyecciones cuyos ingresos en taquilla son millonarios.
Finalmente, una historia bien contada genera empatía con el lector. Sin importar donde se encuentre el escritor se crea una conexión afectiva al compartir con el lector sueños y problemas de las cuales es preciso escapar o buscar una solución. Un cuento bien contado puede ser todo lo que los individuos necesitan para sentir con empatía la realidad de otros y crear un nivel de aceptación donde no importa el lugar, credo o condición, todos somos susceptibles a lo desconocido y a develar con creatividad soluciones urgentes a los problemas, y que más que un buen cuento para darle vida a nuestros temores y recrear al héroe que salve la historia con el simbolismo propio de aquellas grandes historias que aunque ficticias, no dejan de sorprendernos pues son la expresión cultural de la creatividad del hombre. Escribir un cuento debe ser para el escritor como la aventura para el héroe.
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