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El hijo de la guerra

Nelson López*

Tal vez nunca nos hemos puesto a pensar en que la guerra es madre… y en la difícil, store escasa e inaccesible educación que nos han proporcionado por más de cien años, cure solo hemos oído de una primera y una segunda, thumb quedando a la espera de una tercera.

Quizás ahora comencemos a entender que la madre guerra con naturaleza hermafrodita no tuvo necesidad de que la engendrarán solo era que no la limitarán a ser tercera, solo era que le permitieran ser eterna.

Ya desaznándonos, como dice un admirador de Openhaimer, podemos concluir que la guerra es una sola… es ella así no más, sin marido ni violaciones, ahí sigue desde la creación.

La madre guerra hizo historia encubierta por la palabra épica, pero siempre estuvo con nosotros devastándonos de una u otra forma con palos, con flechas, espadas, lanza piedras como en “el señor de los anillos”, cañones, armas cortas, armas largas, metralletas, bombas… hasta la atómica, aviones bombarderos, cargueros, submarinos…

Así nos hemos ido exterminando sin piedad y declarándonos la madre guerra invasora, imperialista o transculturizadora, pero con la desventaja de que pareciera que jamás terminará, a menos que desaparezca la humanidad… algo que parece imposible que suceda por la mano del hombre.

En conclusión la madre guerra es eterna, seguirá mientras sigamos existiendo con ambiciones desmedidas, con locuras sadomasoquistas, con esquizofrénicos obcecados, que hasta hoy pareciera que siguen naciendo simultáneamente con los partos de la guerra, y ahí están todos los que viven enamorados de la muerte y de matar sin sentir culpabilidad alguna como los necrófilos que disfrutan acostarse con un cadáver sin considerar que eso sea algo anormal.

Ahora tenemos que entender que la guerra es la madre del terror, y que aquí podremos llamar terroristas a los que se inmolan con una carga de explosivos adentro de una discoteca, en París, Francia, pero no queremos aceptar que también es terrorista el avión bombardero que por años destruye vidas hasta de quienes están adentro de un hospital.

Terror, el hijo de la guerra, de verde olivo o camuflageado, que arrasa ciudades enteras, ya sea por oro, por petróleo, por robar, por cambiar modos de pensar, por vender más. Ahí va el terror desplazándose a paso holgado sin ningún sentimiento, y de pronto sigue como los átomos de una bomba nuclear regenerándose hasta ver los mortíferos hombres bomba que no pudieron tener un avión, ni un cañón, pero que al igual que los pilotos de un bombardero decidieron matar a inocentes que nada tenían que ver con la madre guerra.

Terror, ahí está, llámenle como quieran, madre guerra, guerra fratricida, maldita guerra, simplemente es la guerra que seguiremos viviendo con diferentes nombres y con absurdas justificaciones como cuando mueren niños, mujeres, ancianos y enfermos pero que no los identifican como víctimas… sino como daños colaterales.

Aceptemos que el terrorismo es el hijo de la guerra, es ese el parto amorfo del mal, es el hijo mutante que respaldado por la divulgación mediática nos mete más terror, se vuelve grande y fuerte, indomable, invencible.

El terror es el hijo de la guerra aunque no lo entendamos.

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