Mauricio Vallejo Márquez
Escritor y coordinador
Suplemento Tres mil
Cuando tenía doce años acababan de enyesar mi brazo izquierdo, y estaba sentado a la espera de la consulta cuando vi en una de las paredes del hospital militar de San Salvador un afiche que contenía el Himno Nacional. Estaba completo, con sus estrofas. Y mientras esperé pretendí aprenderlas. Claro está que no lo hice, pero las veces que me tocó llegar a consulta lo leí una u otra vez y me sorprendía.
Siempre me he preguntado si en realidad no se toca completo por evitar el aburrimiento de la gente en los actos cívicos o es por alguna otra razón. La letra del himno es muy hermosa, sobre todo las segunda y tercera estrofa. No es sólo una exaltación nacional, sino que tiene un profundo sentimiento de justicia y la fuerza que nos da la paz.
Cuando Manuel José Cañas la escribió quizá deseaba el respeto de los salvadoreños por cosas tales como: “Libertad es su dogma, es su guía/ que mil veces logró defender”, algo que a veces se deja a la ligera, como si no importara.
A la vez exalta a los hombres (mujeres y hombres) mismos como seres importantes al decir: “en cada hombre hay un héroe inmortal /que sabrá mantenerse a la altura /de su antiguo valor proverbial”.
Muchos decían por ahí que el himno de El Salvador era el tercer mejor del mundo. Claro está que nunca ha existido tal concurso, sin embargo los salvadoreños podemos estar orgullosos de que en nuestro himno se propaguen ideas tan excelsas respecto a los hombres, la nación, la paz, la libertad, como en el nuestro.
HIMNO NACIONAL DE EL SALVADOR
Saludemos la Patria orgullosos
de hijos suyos podernos llamar;
y juremos la vida animosos.
Sin descanso a su bien consagrar.
PRIMERA ESTROFA
De la paz en la dicha suprema,
siempre noble soñó El Salvador;
fue obtenerla su eterno problema,
conservarla es su gloria mayor.
Y con fe inquebrantable el camino
del progreso se afana en seguir,
por llenar su grandioso destino
conquistarse un feliz porvenir.
Le protege una férrea barrera
contra el choque de ruin deslealtad,
desde el día en que su alta bandera
con su sangre escribió:¡LIBERTAD!
SEGUNDA ESTROFA
Libertad es su dogma, es su guía
que mil veces logró defender;
y otras tantas, de audaz tiranía
rechazar el odioso poder.
Dolorosa y sangrienta es su historia,
pero excelsa y brillante a la vez;
manantial de legítima gloria,
gran lección de espartana altivez.
No desmaya en su innata bravura,
en cada hombre hay un héroe inmortal
que sabrá mantenerse a la altura
de su antiguo valor proverbial.
TERCERA ESTROFA
Todos son abnegados y fieles
al prestigio del bélico ardor,
con que siempre segaron laureles
de la patria salvando el honor.
Respetar los derechos extraños
y apoyarse en la recta razón
es para ella, sin torpes amaños,
su invariable, más firme ambición.
Y en seguir esta línea se aferra
dedicando su esfuerzo tenaz,
en hacer cruda guerra a la guerra:
su ventura se encuentra en la paz.