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El idioma Tol y la colonización interna. Por Rafael Lara-Martínez (II Parte)

Rafael Lara-Martínez

Professor Emeritus, New Mexico Tech

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Desde Comala siempre…

 

  1. Categorías gramaticales

 

«Lo olvidé» glosa «mi-¿a/en? él murió, n-o’ te-pé’e» en Tol

Superficialmente, se define la gramática como «el arte de hablar y escribir correctamente un idioma».  Más explícito resulta afirmar «ciencia que estudia los elementos de una lengua y sus combinaciones».  Sin embargo, la primera simplificación elude mencionar los conceptos que definen la tipología particular de una familia de lenguas.  Sólo se comentan unas cinco categorías gramaticales con el objetivo de recalcar su relación con las ciencias humanas y sociales que no dialogan con los idiomas maternos.  Aún no advierten que «los elementos de una lengua» —en combinación para formar oraciones y discursos complejos— se analizan como verdaderos conceptos filosóficos: movimiento (A), posición (B), tiempo-aspecto-modo (TAM) (C), sujeto cambiante (D) y testimonio como historia vivida (E).

 

(A)

Así, mientras el inglés obliga a diseñar el movimiento de los objetos en el espacio por un vector —»go in/out, out/down, ahead/back…; sit down/stand up…»— el castellano lo remite a un segundo plano: «me siento/paro».[1]  No sería difícil encontrar «direccionales» en los idiomas maternos —que señalan el vector— y su expresión complementaria los «posicionales» que indican el reposo.  En ch’ortí’: watar-ø, viene-a (el hablante, ->|) vs. ixin-ø/va de (el hablante, |->).  La lectura juzgará si la casualidad arbitraria explica el enlace entre el idioma y el mundo migratorio cambiante.  Es posible que esta característica se presente en Tol: ma kelél wa mó’o hák-tzha, no quería entrar a (dentro) la casa = no quiere casa dentro venía, es decir, el inglés traduce literalmente «venir a/dentro/entrar» como «come into», el verbo auxiliar «kelél, préstamo de querer (it wants/desires)».  Ese clítico marca el «modo desiderativo/volitivo», mientras el verbo principal señala la persona y el tiempo-aspecto.  Otros verbos del idioma Tol también requieren o se relacionan directamente con un direccional: palá, abajo; palá yaca, se cae; palá yulin, doblo maíz.

 

(B)

En cuanto a los «posicionales», su amplia distribución en las treintaiuna lenguas de la familia maya cuestiona la abstracción —el tachón intermedio— que presupone el Estar-(Posición)-en (Dasein).  Es obvio que no hay Ser sin Estar-en.  Pero, el ente natural y social no se instala en un eco-sistema sin adoptar una posición precisa y desigual.  Sea tubérculo, árbol, enredadera —réptil, cuadrúpedo, ave, etc.— también el ser humano establece jerarquías entre la «cátedra(l)» y los asientos de menos rango.  Estar sentado/parado/hincado/en cuclillas, etc. especifican posiciones alternativas.  En este deslinde obligatorio, un idioma como el Ch’ol, en Chiapas, México, ofrece hasta doscientas cincuenta raíces posicionales.  Poqomam: k’utzulk/ch’ikli-iin, estar-agachado/sentado-yo.  Es posible que el idioma Tol insinúe también la posición de los objetos luego de colocarlos en un lugar.  Así, el verbo «poner» varía según la disposición de la cosa: poner: püntü, poner acostado; ‘yonso, poner sentado; hyünsü, poner parado.

 

(C)

Igualmente sucede con la noción de tiempo-aspecto-modo (TAM) en el verbo, la cual suele reducirse a una sola arista de este trío, la primera.  Si en castellano no existe el «tiempo futuro», propiamente dicho, se ignora por cuál razón se indaga su expresión en otros idiomas.  Los ejemplos son transparentes: «no matarás» expresa la obligación ética, excepto que afirme «mata hoy, mañana no matarás»; «¿será que tengo razón» expresa la posibilidad.  De igual manera, el inglés proyecta el aspecto progresivo hacia el modo, mientras el tiempo lo señala el adverbio: «I’m going to El Salvador next month» se glosa «tengo la intención de ir a El Salvador el mes próximo».  Esta noción sobresaliente de modo la destaca el Tol por medio de partículas independientes.  Ya en (A) se citó «kelel, volitivo», sin marca de persona ni de tiempo aspecto.  Así se compara: «kelel hive, querer llueve = quiere llover» con «‘üsü kelel mü’üs, agua querer yo-bebo, quiero beber agua», para acentuar la autonomía del modo: «kelel = es-deseable-voluntad (que)/querer (que)».

 

Para los idiomas maternos, valga una expresión xinca que ejemplifica la importancia del aspecto (estoy bebiendo/bebido) sobre el tiempo: xinca, ‘an-pula, yo hago/I’m doing vs. pula:-n, yo hice/I’m done.  Este par de oraciones contrasta el aspecto incompletivo (gerundio) al completivo (participio), a la vez de señalar un cambio en el sujeto (yo) que ejecuta la acción.  El idioma del Oriente de El Salvador, el lenca, reitera esta diferencia aspectual e insiste también en distinguir al sujeto activo del sujeto pasivo: i tali-kon, lo bebo/estoy-bebiendo = su beber-yo vs. i tali-ax-u, lo bebí/he-bebido = su beber-perfectivo-yo en lenca.

 

(D)

Sin ahondar en esta doble característica —incompletivo-sujeto activo vs. completivo-sujeto pasivo— se recalca un concepto casi sin mención.  «Ser es hacer» por lo cual —en correlación al aspecto— el sujeto cambia.  De lo activo a lo pasivo, el Yo se petrifica en la inacción.  Un último ejemplo del lenca ilustra esta diferencia, ya que la negación exige una primera persona singular distinta de las anteriores: i mi-n ke-u, no lo/a doy = su dar-yo no-mi.  Se trata del activo, del pasivo o del posesivo/negativo, la identidad social y personal muda de acuerdo con el acto.  El triángulo nocional alterna de la manera siguiente: Yo estoy bebiendo (activo/+) – Yo estoy bebido/borracho (pasivo/-) – Yo no bebo (negativo/- -).  Si se piensa en el verbo «matar» —sin la coartada «pro-vida» de la «legítima defensa» y de las «armas que no matan», el trío siguiente expresa el pacifismo radical: estoy matando/sacrifico – maté/soy asesino – no mato/cumplo el mandamiento.  El ser-Yo cambia según la acción.

 

(E)

De aplicar este trío nocional del Yo —activo – pasivo – negativo— a la jerarquía intelectual, se insistiría en el rechazo de los estudios culturales por entablar un diálogo con los idiomas maternos.  En efecto, hay múltiples investigaciones sobre el concepto de testimonio y su desarrollo en la novela testimonial durante la guerra civil (1980-1992).   Pero, ninguna investigación — a la sumo la excepción que hace la regla— indaga la existencia de un modo testimonial en varias lenguas mesoamericanas.   Se trata de un verdadero «modo indicativo» el cual señala el conocimiento directo del hecho que narra, sea por vivencia propia o por la observación inmediata.  De lo contrario, una partícula semejante a «dicen (que), ina-t en náhuat» sustituye esa modalidad testimonial.  En Xinca, la partícula pa’alj/ba/aa certifica la «confidencia» vivencial del hablante sobre los hechos narrados.  En reiteración inversa, el ch’ortí’ utiliza las partículas «inki(h), la(‘)…» para contraponer también el relato sobre las experiencias ajenas difuntas a la vida misma y su testimonio personal: «in-ki xi-q’or dice (que) dijo…», o bien «la’, se dice».  Es posible que la partícula «=xü, evidencial» del idioma oluteco de la familia mixe-zoque exprese una constancia semejante.  La exigencia de la historiografía prescribe la vivencia como hecho social anterior a toda objetividad sobre lo desconocido, esto es, un -ix-mati o saber ocular antes que un -mati, saber en sí.

 

En síntesis, este breve comentario demuestra la manera en que la gramática elemental afecta el conocimiento del Mundo y de los hechos que traslada hacia la palabra.  El idioma nacional no puede monopolizar el nombre de las cosas en el Mundo.

 

1) los «direccionales» obligatoriamente señalan del movimiento migratorio de los objetos en el espacio.

2) en complemento, los «posicionales» testimonian que el Estar-En (Dasein) de un Ser depende de su colocación o asiento en el ecosistema.  Testimonian el carácter complejo del presunto universal euro-céntrico del «Ser-en el-Mundo», sin un Estar-(Posición)-en-el-Ecosistema.

3) el triángulo nocional tiempo-aspecto-modo (TAM) debe analizarse de acuerdo con la prevalencia de la arista dominante.   En un buen número de idiomas mesoamericanos, el aspecto predomina y el modo adquiere también un valor relevante.

4) por último, el Ars-Tekhne de traducir el Mundo en palabras demuestra la escisión del Yo (Self) por sus actos.  «Ser es hacer» (Being is Doing), incluso para una piedra cubierta de musgo, para una planta que germina, florea y cosecha.  Por este cambio notable, se resalta un mínimo de tres ángulos del Yo (Self), a saber: activo – pasivo – negativo.  En su rechazo, este último sujeto define la academia salvadoreña en su silencio sobre los idiomas maternos de su propio territorio.

En definitiva, los idiomas maternos promueven una perspectiva tan distinta del castellano-centrismo convencional, que hasta la filosofía latinoamericana la ignora.

5) esta relevancia la desdeñan los estudios culturales que canonizan la novela testimonial, pero rechazan todo diálogo con las lenguas maternas cuyo «modo testimonial» se arraiga desde antaño.[2] [1]. Así se habla el castellano en Nuevo México, EE. UU., voy pa(ra) arriba/abajo/adentro/afuera/adelante/atrás.

[2].  Los cinco rasgos descritos resumen mi ensayo «Del lenguaje mudo de las cosas.  Rasgos gramaticales básicos de las lenguas mesoamericanas».  En: «Cinco ensayos lenguas maternas salvadoreñas ancestrales».  En prensa: UEES.  Para acortar la lectura no se cita la bibliografía incluida en ese libro.

donde para la mitología Tol ser «infante de la Muerte» implica el carácter mortal del ser humano.  También la Muerte se relaciona al olvido, según el epígrafe de esta sección, por lo cual su renombre se vincula al desdén de la historiografía centroamericana.  «Los Infantes de la Muerte» glosa «Los Niños del Olvido»

 

 

*****

 

Resulta imposible clausurar esta breve reseña de cinco (5) rasgos gramaticales —su episteme en desdén— sin comentar el epígrafe de su arranque.  El olvido se emparienta con la muerte como la memoria, a la vida.  La moda por la «memoria histórica» ignora la parte oscura de su legado, el olvido.  Jamás reflexiona sobre la glosa disímil en los idiomas maternos. Al admitir la presencia ancestral, se distorsiona el modelo euro-céntrico de la historia objetiva.  El sujeto selecciona los archivos de su conveniencia y descarta el resto.

 

Sin paradoja, el objetivo del sujeto define la objetividad de la historiografía.  El excelente ensayo de Roger Atwood —»Poetry is Subversion»— demuestra que la consciencia revolucionario sobre los hechos de 1932 brota de las novelas de Claribel Alegría y de Roque Dalton sin derecho de habla para los idiomas maternos.[1]  La revolución literaria urbana no dialoga con el legado náhuat, menos aún con los otros idiomas ancestrales en el «olvido», es decir, «muertos» en Tol.  Así ratifica su origen sinódico que cada estación repite el castellano-centrismo fundacional (1821).  En verdad, basta un análisis elemental del léxico para advertir la profunda subjetividad de la memoria histórica (0).

 

(0)

náhuat: -el-namiki vs. -el-kawa = recordar vs. olvidar, el recuerdo y el olvido se vinculan al «hallazgo» y a la «pérdida» interna o, mejor aún, entrañable de los hechos pasados.  Acaso el olvido define lo ex-traño a la identidad nacional, al ex-pulsarlo del organismo humano.

 

xinca: la memoria histórica sólo re-Cuerda el legado que «realiza en su interior» —pata xama, realizar interior, recordar, pensar— y olvida toda herencia ancestral que «pierde en su interior», yiwa xama, perder interior, olvidar.  Confirma el enlace esencial del cuerpo humano con el relato sobre la historia.

 

ch’ortí’: u-tak’nar u-b’aker, «su corazón su hueso» al referir al «alma»; el difrasismo reitera el arraigo corporal de lo anímico.  A la vez establece una correlación estrecha entre el recuerdo, lo cordial y la aclamación: recuerdo, k’ajpejyaj = relación cordial (-yul) entre el presente y el pasado que implica la aclamación, u-k’ajpes-na’r.  Además, «la brujería se llama «ajpus o’jroner» —literalmente, «quien lanza/esparce palabras» para conjurar el mundo sin un diálogo con la diferencia, tal cual la literatura nacional monolingüe.

[1].  Roger Atwood.  «Poetry as Subversion: Writers and Revolution at La Pájara Pinta, El Salvador, 1966-1975″.  The Americas».  Published online 2024: 1-32. doi:120.1017/tam.2024.2.  Las novelas son «Cenizas de Izalco» (1966), sin mito poética de Izalco, y «Miguel Mármol (1966-1972), cuyo trayecto de la entrevista original a la versión final jamás se comenta.

Leer la Parte I: https://www.diariocolatino.com/el-idioma-tol-y-la-colonizacion-interna-por-rafael-lara-martinez-parte-i/

 

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