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El idioma Tol y la colonización interna. Por Rafael Lara-Martínez (Parte I)

Rafael Lara-Martínez*

Professor Emeritus, New Mexico Tech

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Desde Comala siempre…

 

La mica (ts’iu) es la madre nuestra.  El ratón (namütsis), es nuestro padre.  Ellos son la Primera Nación de gente.  Antes, mucho antes, cuando la Primera Nación, los micos eran como nosotros. Tenían manos y pies, como nosotros, pero eran peludos y tenían colas…Yo (Nompwinapu’u) quiero una nación de gente.  No quiero micos de cuatro patas.  Yo quiero de dos patas, pelos sólo en la cabeza y nada de cola.

  1. Arranque

 

Durante esta conmemoración de los quinientos años de la conquista (1524-2024), hacia la frontera sur de Mesoamérica, el idioma Tol/Tolpan ofrece una enseñanza sin igual (el sufijo -pan se analiza luego como plural, Tulupan/Tolan/Tolapan).  Declara la exclusión de los idiomas marginales desde el pasado colonialista hasta el presente que lo denuncia.  Ya los primeros archivos le otorgan un nombre extranjero que se lo concede la lengua franca colonial, el náhuatl, al llamarlo Xicaque/Jicaque (se recuerda que la «x» equivale a la «sh» del inglés).  Derive de «xicahua» —»descuidarse, desmerecer, desamparar»— o de «chicactic/chicahuac/hicaque», «cosa recia y fuerte, persona anciana»,  se conserva el carácter despectivo.  En términos occidentales, lo consideran «bárbaro, inculto», en la necesidad de eliminarlo para civilizar —liberar se dice hoy— la región centroamericana.  Otros términos como «popoluca/pupuluka» —»bárbaro, torpe, extranjero»— y «atlacatl (inhumano), popolocatl, (saca)chichimecatl (bárbaro)» remiten los idiomas maternos marginales al desdén y al desprecio.[1]

 

Posteriormente, en el siglo XIX (1865-1870), deben emigrar de la costa hacia la «Montaña de la Flor (Hok’ Tz’utus Mo’o, Montaña Flor En)» —al norte de Tegucigalpa, Honduras, departamento de Francisco Morazán— para salvaguardar su identidad étnica y lingüística.  El aislamiento evita la absorción del pueblo Tol(pan) a la cultura hegemónica.  Desde la independencia hasta el presente, la colonización española da lugar a la colonización interna.  En nombre de la unidad nacional —persistente al identificar la región dominante con el país entero— se destruye la diversidad cultural originaria.  Se «inventan tradiciones» que se arraigan en rasgos selectos —a menudo arbitrarios– del legado ancestral.

 

Inclusive el avance de la antropología en el siglo XX desdeña las diferencias lingüísticas y culturales.  Por esta sinrazón, los estudios de la mito-poética y del idioma Tol los realizan extranjeros.  En revolución sinódica, el destierro permite des-encubrir la riqueza de su cultura.  Tal cual sucede con el idioma Xinca —desterrado de la costa occidental de Ahuachapán hacia Guatemala— el olvido funda la nación.  Acaso este mismo axioma nacionalista exilia también la diversidad lenca de la memoria histórica de El Salvador.  Se trata de tres idiomas aislados hacia la frontera sur de Mesoamérica: Tol, Xinca y Lenca.

 

La mayor recolección de la mito-poética Tol la transcribe Ann M. Chapman, tal cual lo establece el epígrafe sin enlace con la idea de evolución, quizás, y de nuestro carácter mortal: «Les Enfants de la Mort» (1979 y 2019).[2]  De interés para los estudios de género, la mujer parece preceder al hombre —en la evolución creacional hacia la humanidad— aun si la mito-poética Tol reconoce la dualidad original y la masculinidad solar, pero la Tierra-Madre de los Muertos, Namaywaï.  «Nació una mujer primero, la nación mümüy (abuela), la nación de la Luna…Ahora falta el varoncito.  Sólo eso quiero. Después los despacho al otro mundo.  Ya al otro año nació el varoncito, nación gokoy (abuelo), nación del Sol» (nótese la dualidad de género en vínculo con la Luna (Mümüy) y el Sol (Cucuy).[3]

 

En cuanto al Ars-Tekhne gramatical de volcar «el lenguaje mudo de las cosas» en palabras, sobresalen las investigaciones de Lyle Campbell (1980 y 1996), Ronald Dennis (1976, 1983 y 1992), Steffen Haurholm-Larsen (2012 y s/f), Dennis Holt (1999), etc.  De su lectura deriva este ensayo de periodismo cultural.  Aun si no los cite paso a paso, sus datos ilustran el limitado conocimiento de este escrito (véase bibliografía al final).  De su lectura brota este ensayo y las oraciones transcritas citan sus iniciales al final de cada ejemplo.[4]

 

En conclusión, hacia 2024, a un siglo y medio de la migración Tol, rara vez se considera que los desplazamientos de la población ancestral predicen la actualidad.  El éxodo migratorio no sólo salvaguarda la identidad de la comunidad en peligro de extinción, debido a la violencia cultural de la hegemonía.  También, para indagar su saber (sophos) —su mito-poética y su identidad de «animal dotado de lenguaje (zoon logos ejon)», al transformar el Mundo en palabras— es necesario recalcar que la filosofía latinoamericana evade dialogar con los idiomas maternos.  Casi sólo la academia extranjera se interesa en el legado Tol, como si los pueblos originarios viviesen exiliados en su propia comarca.   El canon literario monolingüe replica este axioma al negarse a transcribir los idiomas maternos de 1821 a 2024, salvo el náhuat en revitalización.  No importa cuántas voces se alcen hoy a denunciar la destrucción del patrimonio nacional, su coro siempre acalla el legado de los idiomas maternos.

 

A continuar…

[1].  gbn.lib.unam.mx y aulex.org/nahuatl.

[2].  https://books.openedition.org/cemca/6195?lang=en.

[3].  Todas las citas refieren a la mito-poética que recolecta Chapman.

[4].  Estas obras se citan en la bibliografía y de ellas provienen los datos primarios del idioma Tol.

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*Actualmente, el Dr. Lara-Martínez reside en Francia.

 

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