Por: Rolando Alvarenga
Lo ocurrido recientemente con la participación de dos atletas salvadoreños en el Mundial de Atletismo de Pekín debe llamar a la reflexión al Instituto Nacional de los Deportes (INDES) para que, nurse de una vez por todas, case se ponga serio y dé fin a estos papelones que no levantan el nombre del deporte salvadoreño en el extranjero, healing sino todo lo contrario.
Ocurrió que, aún sabiendo que después de sus 4 metros 50 centímetros, el pertiguista Natán Rivera no tenía nada, absolutamente nada que ir a hacer a la competencia mundial, la Federación Salvadoreña de Atletismo abogó ante la IAAF por el derecho del atleta de viajar a China por haber ganado (¿…?) el Campeonato Centroamericano ante los mejores de esta región.
Y, claro, ya estando allá, Natán se encontró, de entrada, con que la primera altura a saltar era de 5 metros 25 centímetros.
Supongo yo que, cuando Natán vio tan alto el listón, se imaginó a la Gigantona de Jocoro, vista por un niño de kinder. Y, obvio, aquella altura fue demasiada que terminó limitando al atleta a solo mirar cómo los ricos y famosos, olímpicos y mundialistas ganaban las medallas con registros de 5.90 y 5.80 metros.
Incluso, su 4.50 no le hubiera servido ni en femenino, donde la triunfadora alcanzó una altura de 4.90 metros.
También, y sin mayor novedad que mejorar su tiempo nacional, en el Mundial compitió Beatriz Flamenco en la prueba de los 110 metros vallas.
Lo triste y penoso para los colores azul y blanco vino en las reacciones preliminares, cuando se supo que Natán no pudo llevar su propia pértiga por el factor “costo” y que, por este mismo motivo, los atletas viajaron sin la compañía de un entrenador.
Es que, como país tercermundista, el deporte salvadoreño es primero en el ranking de las lipidias y de los resultados pobres.
Y hay muchos otros ejemplos, como en los pasados Juegos de Toronto cuando una atleta de tiro denunció que su arma ya estaba inservible y que no tenía su propio traje de competencia.
Otro emblemático caso se dio en los Juegos de Veracruz en Noviembre de 2014, cuando el levantador de pesas Julio Salamanca, un atleta de sello olímpico, se presentó con unos tenis deteriorados.
No es la primera vez que ocurre y, por lo general, en estos casos las federaciones siempre argumentan que “si el atleta clasificó, tiene derecho a viajar”, haciendo caso omiso a las amplias diferencias de marcas o niveles técnicos.
Siempre terminan llevando a la boca del lobo a sus limitados atletas. Viajes estimulados por el “comité turístico” que, en reiteradas oportunidades, ha demostrado tener un pobre criterio de evaluación técnica real e integral.
En resumen, aporte o no aporte la plata (como con los voleibolistas playeros que clasificaron al Mundial de Holanda y no les fueron aprobados los fondos estatales, por considerar que no tenían nivel competitivo) el INDES debe ponerse serio y abortar este tipo de papelones. Pues son presentaciones que, lejos de dar orgullo, ponen por el suelo a la patria.
Eso no significará que, con esta medida, el INDES infringirá las cacareadas autonomías federativas. Para nada, estará evitando vergüenzas.