César Ramírez Caralvá
Todo el ruido mediático actual no tiene sentido, si no lo observamos bajo el signo electoral de las abstractas elecciones legislativas y municipales de 2021, puesto que no existe un día se manipule la comunicación social en ese sentido.
La comunicación gubernamental se orienta en ese orden con una orquestación de redes sociales, no obstante la oposición política parece haber comprendido la lección y responde de igual forma, así poco a poco la información y desinformación se confunden en una melé que sustituye la verdadera acción social.
La sustitución de la acción social por la (des) información nos conducirá a una gobernabilidad similar al autoritarismo que nos arrojó a la guerra civil; no queremos volver al pasado cuando se acusaba a todo demócrata de subversivo, a los religiosos de comunistas, a los defensores de los derechos humanos de miembros de organizaciones revolucionarias, a cualquiera que denunciara una injusticia de “tonto útil” de la conspiración roja, etc. ese camino conocido culminará en un régimen dictatorial, con el absoluto unipersonal que presume que la democracia reside en sus acciones, olvidando que la democracia es un contrato social entre ciudadanos, instituciones, leyes y una amplia tolerancia a todas opiniones de la sociedad civil.
El verdadero sentido democrático no reside en destruir a la oposición, ni en la muerte civil de los opositores, o el estribillo “todo tiempo pasado fue peor”, ni en mentir, mentir y mentir, porque ello construye el viejo concepto de guerra: “amigos-enemigos”, justamente ese es el pasado.
Si eliminamos la omnipresente (suscrita, obsesiva, patológica) elección 2021 de la agenda mediática, nos encontraremos con potenciales alianzas de gobernación, descubriremos el camino democrático antiautoritario, el diálogo de poderes, la posibilidad económica de la nación y sus riesgos, eliminando los calificativos del adversario por elementales acuerdos de realidades sociales nacionales e internacionales.
No todo es elección, no todo es el voto o la muerte civil del enemigo político, porque todos somos ciudadanos, existen elementos de unidad por la nación, no solo en tiempos de tragedia o infortunio nacional, porque la historia es un concepto vivo e impide olvidar el pasado.
El infrascrito evento electoral 2021 podría no suceder (ni Dios lo quiera) pero si lo eliminamos como objetivo cotidiano gubernamental y ubicamos los problemas sociales a resolver, la democracia ganará en la mente y corazones del pueblo.
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