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El jazz en el siglo XXI

Oscar A. Fernández O.

Más allá de las fronteras de Nueva York, continuaban apareciendo en los últimos años una serie de artistas que desarrollaban el grueso de su trabajo -en el que reelaboraban los conceptos establecidos por generaciones de jazzistas anteriores de múltiples y creativas maneras- ya en el nuevo siglo. El bajista de San Francisco Michael Formanek debutó con Wide Open Spaces (1990), un disco que inaugura una carrera marcada por el gusto por la experimentación. El compositor Joe Maneri editó su primer álbum de jazz (Kalavinka, 1989) con 68 años, y desde entonces no ha cesado en sus exploraciones. El yugoslavo Stevan Tickmayer colideró The Science Group (1997-2003), un nuevo intento de fusionar la música de cámara con la improvisada, y el argentino Guillermo Gregorio desarrolla también su actividad entre la música clásica de vanguardia y el free jazz (Approximately, 1995; Ellipsis, 1997…), y el canadiense Paul Plimley inaugura su ecléctica carrera con When Silence Pulls (1991), un disco inspirado en el piano de Cecil Taylor. El trompetista Greg Kelley investigó la fusión entre la música concreta y el free jazz en Trumpet (2000), el multi instrumentista Eric Glick-Rieman mostró su virtuosismo en Ten To The Googolplex (2000) y el violinista canadiense Eyvind Kang, uno de los más eclécticos músicos de su generación, desarrolló su obra (Virginal Co-ordinates, 2000) entre el rock, el jazz y la música clásica (Scaruffi 2007)

También a comienzos de los años 2000, aparecieron los discos de confirmación de músicos como el trombonista Josh Roseman, el contrabajista Ben Allison, el saxofonista David Binney, o el pianista Jason Lindner, todos ellos norteamericanos. Destacan también los trabajos del francés Erik Truffaz y del trompetista israelí Avishai Cohen.

Free jazz en el nuevo milenio

El trombonista estadounidense Craig Harris

A finales del siglo XX el legado del free jazz era muy visible entre la comunidad negra de músicos de jazz, particularmente en la escena de Nueva York. David Ware, un saxofonista de la escuela de John Coltrane, tras haber pasado por las formaciones de Cecil Taylor y Andrew Cyrille editó su Birth of a Being en 1977, un trabajo que inauguró una carrera en solitario que se extiende durante las siguientes décadas convirtiéndolo en uno de los más importantes músicos del movimiento free. El irreverente trombonista Craig Harris se estableció como una figura importante del movimiento, así como el pianista Matthew Shipp, quien tras Sonic Explorations (1988), un trabajo que daba inicio a una extensa serie de álbumes que van apareciendo a lo largo de los años siguientes, coqueteaba con el hip hop en Nu-bop (2000) o Equilibrium (2002). El clarinetista de formación clásica Don Byron había hecho su aparición en la escena neoyorquina a principios de la década de 1990, al igual que el saxofonista Roy Nathanson o el trombonista Curtis Fowlkes, ambos ex-miembros de Jazz Passengers. Por último, el grupo B Sharp Jazz Quartet insertó su obra entre el hard bop y el free jazz (Scaruffi 2007)

Jazz electrónico

La revolución que había traído consigo la música electrónica ejerció también su influencia en el desarrollo del jazz, que asistió al surgimiento de una nueva generación de improvisadores que venían de la tradición del free jazzpero que recogían la influencia de la vanguardia clásica y de la electrónica. Ben Neill, un ejecutante de “mutantrompeta” (un instrumento electroacústico híbrido) colaboró con Paul “Dj Spooky” Miller para crear una música que combinaba elementos del jazz y de distintos subestilos de la música dance contemporánea, como el techno, el hip hop, el acid jazz o el drum’n’bass. El guitarrista y teclista Kevin Drumm desarrolló sus experimentos psicoacústicos en obras como Kevin Drumm(1986) o Land of Lurches (2003), mientras que el percusionista suizo Günter Müller se estableció como una importante figura del ámbito de la experimentación electrónica con Eight Landscapes (2002). Miya Masaoka, de origen japonés pero nacida en Washington D.C., se mantuvo en las fronteras de la música clásica, el jazz, la música electrónica o la música tradicional japonesa en Compositions / Improvisations (1993) o While I Was Walking I Heard A Sound (2003), mientras que el también japonés Taku Sugimoto hizo lo propio con Unaccompanied Violoncello Solo (1994) o Chamber Music (2003). Tyondai Braxton experimentó con la manipulación de loops orquestales en History That Has No Effect (2002), Jean-Luc Guionnet realizó experimentos con la acústica de los instrumentos en Synapses I & IV (1999), Greg Headley manipuló electrónicamente los sonidos de su guitarra en A Table of Opposites (2001), Earl Howard trabajó con la superposición de sonidos electrónicos y música en vivo (Strong Force, 1999), Kazuhisa Uchihashi trabajó con formaciones donde la electrónica jugaba un importante papel, mientras que, por último, los grupos Triosk (Moment Returns, 2004) o Zanana (Holding Patterns, 2005) efectuaron contribuciones importantes en la misma dirección (Scaruffi 2007)  En el campo del jazz rap, que ya se había desarrollado bastante en las últimas décadas del siglo XX, se produce una gran cantidad de obras, por parte de músicos provenientes del hip hop, como The Sound Providers, Kanye West, J Rawls, 88-Keys, Crown City Rockers, Kero One, Nujabes, Freddie Joachim, Asheru, Fat Jon, Madlib, el dúo inglés The Herbaliser, o los franceses Hocus Pocus, entre otros.

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