Oscar A. Fernández O.
Con sus grandes diferencias en cuanto a raíces melódicas, hospital el Tango y el jazz, viagra dos de las más originales expresiones de la música popular del siglo veinte, nacieron casi al mismo tiempo en las márgenes de dos inmensos ríos de América, y parecen compartir elementos característicos de un lejano pasado común. En un trabajo editado hace unos años por la Academia Porteña del Lunfardo, el estudioso Oscar Bozzarelli desarrolló la tesis de que tango y jazz tienen raíces similares. Bozzarelli entiende incuestionable el origen negro del tango y plantea las siguientes coincidencias con el jazz: 1) las polirritmias de danzas rituales africanas muy anteriores a la era cristiana, 2) algunos ámbitos comunes en su desarrollo, como el prostibulario, 3) contemporaneidad y estilos parecidos entre los primeros pianistas de ragtime (una de las fuentes del jazz) y de tango, 4) la inclusión de ritmos de habaneras (género que influyó en el tango) en ciertas piezas de jazz en 2 por 4, como algunas del pianista Jelly Roll Morton, o la famosísima “Saint Louis Blues”, cuyos primeros 8 compases tienen ese ritmo, y 5) el hecho de que los pioneros de ambos géneros eran músicos autodidactas e intuitivos. “Los pianistas de tango y ragtime tenían estilos similares. Tanto los de Nueva Orleáns como los de Montevideo y Buenos Aires tenían la misma forma y modo de tocar, logrando la misma expresión emocional. Ejemplos muy conocidos son las grabaciones de Scott Joplin y Jelly Roll Morton y las de tango del uruguayo Manuel Campoamor y del porteño Prudencio Aragón, documentos sonoros de extraordinario valor”, señala Bozzarelli. Así como en Buenos Aires se llamaron Típicas Criollas a las orquestas tangueras a partir de Vicente Greco, muchas de las primeras bandas de jazz de Nueva Orleáns se autodenominaban Creole Jazz Band, o sea Banda de Jazz Criollo. (”Creole”, criollo, palabra francesa usada para designar a los nativos de Nueva Orleáns, capital de Louisiana -antigua posesión francesa y española-, aunque en Europa significa todavía hoy “lo concerniente al negro” o sencillamente “negro”, en este último caso con una clara connotación peyorativa). Si en el Río de la Plata el tango se bailó en los burdeles, donde músicos precursores estrenaban sus piezas, algo parecido ocurrió en Storyville (Nueva Orleáns), un barrio de locales clandestinos que fue legalizado en 1899 por el senador Joseph Story para concentrar en él a todos los sitios de juego y prostitución, que sumaban más de doscientos entre bares y cabarets. Estaba dividido en dos distritos, uno blanco y otro negro, y curiosamente al distrito afroamericano se lo llamaba “Tango belt”, o “lugar donde se concentra la población negra”. Allí los primeros jazzeros dieron forma a una nueva música con influencias de Ragtime, de work songs (canciones de trabajo) y de blues, que a través de los barcos que remontaban el Mississippi iba a expandirse por otras regiones de los Estados Unidos. El músico, compositor y crítico musical Pompeyo Camps en su ensayo “Tango y Ragtime” se ocupa de este género precursor del jazz, cuyo más grande cultor fuera Scott Joplin, y destaca sus estrechas vinculaciones con el tango. Dice, con razón, que ambos nacieron en la misma época, y cita la fecha de la primera publicación de un tema del mismo Joplin en 1899. Rosendo Mendizábal había estrenado en 1897 en Buenos Aires, apenas dos años antes, el que se considera el primer tango rioplatense: “El entrerriano”.
Este autor destaca que la primera etapa del tango es contemporánea del cake-walk en Estados Unidos, que el ragtime se populariza en tiempos de la Guardia Vieja, y que el estilo dixieland, a partir de 1917, se da en el mismo momento en que se el tango canción. Cuando Carlos Gardel graba ese año por primera vez un tango, “Mi noche triste” de Contursi y Castriota, se registra en Chicago la primera grabación de jazz a cargo de la Original Dixieland Jazz Band, un conjunto integrado totalmente por músicos blancos. Según indica José Luis Salinas Rodriguez en su libro “Jazz, flamenco, tango: las orillas de un ancho río”, de Editorial Catriel, “la relación entre el tango y el jazz no se limitó a simples paralelismos en su evolución. El tango era conocido en los Estados Unidos desde la década del 10 y algunos de sus temas más característicos terminarían siendo versionados por músicos de jazz (bastará recordar a ´El choclo´, reconvertido en ´Kiss of fire´)”. Los compositores e intérpretes de tango desde la denominada Guardia Vieja cultivaron géneros musicales estadounidenses y no era extraño encontrar en los repertorios de muchos de ellos unos cuantos ejemplos. Angel Villoldo compuso por esos años el two step “El campeonato” y el foxtrot “Atlántida”, así como Alfredo Eusebio Gobbi produjo “cake-walk criollo-napolitano” y la Rondalla Criolla llevó al disco otro two step: “Chantecler”.