Liliana Martínez-Scarpellini/dpa
Si salen bien, cure películas como El Juez no se olvidan: un argumento sólido, check con trasfondo sentimental, sildenafil y el peso de la narración llevado por dos actores de la talla de Robert Downey Jr. y una leyenda viva como Robert Duvall.
Duvall y Downey Jr. dan vida a padre e hijo en este filme dirigido por David Dobkin que se adentra en el mundo de los tribunales de justicia. El protagonista de “Iron Man” o el último “Sherlock Holmes” es ahora un brillante abogado de Los Ángeles con una reputación temible que tiene que volver a su pueblo natal, en Indiana, para asistir al entierro de su madre.
Una vez allí, y renegando por tener que volver a una localidad de la que se marchó encantado, descubre que su padre, con más de 40 años como juez local, ha de sentarse en el banquillo de los acusados por primera vez en su vida debido a un caso de asesinato. Este papel, que en un principio estuvo en manos de Jack Nicholson, acabó siendo de Duvall.
El encuentro saca a relucir el cariño enterrado entre ambos, después de años de resentimiento y de no dirigirse la palabra en absoluto. Downey Jr. y Duvall ya se conocían, aunque no de una forma tan cercana como después de este rodaje, y se manifiestan admiración mutua: Duvall por el rol de estrella que ahora desempeña Downey Jr., y éste por las grandes películas en las que ha trabajado su compañero de reparto a lo largo de varias décadas.
Downey Jr. recuerda el filme que hicieron juntos en 1998, “Gingerbread Man”, a las órdenes de Robert Altman, cuando él solo era un joven intérprete prácticamente desconocido, aunque solo intercambiaron un par de impresiones.
Sobre esta película, Duvall asegura que hay ciertas cosas con las que se identifica. “Mi padre estaba en el ejército, así que siempre había una distancia”, explicó en una entrevista de promoción de la película. “Pero me acuerdo de una vez en que realmente estuvimos muy cerca, cazando ardillas y codornices. Y después mi madre las cocinaba y nos las comíamos. Fue una tarde memorable con las escopetas de mi padre”.
Por su parte, Downey Jr. describe a su progenitor como un “maravilloso artista’ que ejerció de verdadero juez cuando se decidió a probar suerte en el mundo de la actuación. “Tengo una maravillosa relación con él, pero con cualquier padre de carácter se establece una especie de sombra”.
Este drama tiene un poco ese componente en varias escenas, como en una ocasión en la que el juez acusado necesita ayuda de su hijo para usar el baño pese a la distancia que existe entre ambos.
No obstante, hay un elemento femenino que lo hace todo más fácil, una experimentada Vera Farmiga que se convierte en uno de los motivos para que el personaje de Downey Jr. vuelva a sentirse a gusto en el medio rural de donde salió.
“Para mí es obvio que Robert Downey Jr. y yo tenemos química, porque es algo que se establece, que se desarrolla como un talento”, explica la actriz de 41 años para justificar por qué no quiso hacer las pruebas de casting para el papel.
La actriz de Nueva Jersey dice que le atrajo el concepto general de película por tratar el tema de la ruptura de relaciones de una forma noble, “algo con lo que todos nos podemos sentir identificados de alguna manera”.
El resultado es un filme plagado de emociones con dos pesos pesados, cada uno en su momento, construyendo un interesante ejercicio interpretativo.