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El legado de nuestros ancestros

 

Marlon Chicas

El Tecleño Memorioso

 

Este 12 de octubre de 2021 se conmemoraron 529 años del acontecimiento conocido como: “Encuentro entre dos mundos”; “Día de la Raza”; “de la Hispanidad”; o “Descubrimiento de América”, entre otros calificativos, marcando la llegada a nuestras tierras del navegante genovés Cristóbal Colon, junto a una “selecta tripulación”, a bordo de las carabelas, la Niña, la Pinta y Santa María, en pos del descubrimiento de nuevos territorios y posterior conquista de estos, para la corona española.

Aún recuerdo con tristeza e indignación la época de estudiante en que dicha efeméride era celebrada con bombo y platillo, siendo por años asueto nacional, previo a esta fecha, se realizaban en las escuelas públicas, representaciones teatrales de tal evento histórico, por lo que el educando era ataviado con taparrabo y plumas, otros emulando al invasor con grandes botas, cascos y espadas, sin olvidar al que tiznaba su cuerpo con carbón mezclado con vaselina, encarnando a las tribus negras, sin sospechar en nuestra conciencia, los maltratos, vejaciones a lo que fueron sometidas nuestras comunidades indígenas, así como la explotación de sus riquezas, sin obviar la prohibición del uso del náhuatl y muchas otras tradiciones ancestrales, realidad que aún persiste en nuestros días.

Lo anterior me hace recordar a la extinta Asociación Nacional Indígena Salvadoreña (ANIS), liderada por Adrián Esquino Lisco (+), que junto a otros de sus miembros trabajaron incansablemente por leyes en favor de las comunidades indígenas y el respeto a la Madre Tierra, en el año 2000 la comuna tecleña y dicha institución, unificaron esfuerzos por la defensa de la Cordillera del Bálsamo, en tal sentido se contó con la presencia de los “Corredores por la Tierra”, conformada por etnias desde Canadá hasta la Argentina.

La misión fundamental de la referida delegación es y ha sido siempre crear conciencia sobre el respeto al ser humano como creación divina y su estrecha relación con la Pacha Mama (Madre Tierra), y sus tradiciones ancestrales, por lo cual en cada país que visitan realizan un rito especial para ello, invocando a los cuatro elementos: Tierra, Fuego, Viento y Agua. Cómo olvidar esa bella experiencia, cuando adornados con sus coloridas vestimentas e idiomas, recorrieron las principales calles de Santa Tecla, entre danzas y música de pitos, ocarinas y tambores, acompañados de cientos de estudiantes, ante la mirada atónita o despectiva de algún parroquiano ante tal hecho, culminando al pie de la Finca La Gloria.

Acto seguido, el Chamán o Shamán que significa (“el que sabe”), junto a sus colaboradores invocaron a los cuatro elementos de la naturaleza, por lo que el oferente sopló un enorme caracol hacía los cuatro puntos cardinales, pidiendo permiso al autor del universo, para orar por la madre tierra, seguidamente se preparó el fuego sagrado, el cual se depositó en una vasija de barro, del cual emano abundante incienso, siendo presentado a los cuatro laterales, entre tanto era acompañado por oraciones en sus diversas lenguas, teniendo de fondo el sonar del gran caracol, luego de ello sobrevino una fresca brisa y profunda paz para todos los presentes, terminando el rito con una breve danza.

Solo viviendo ese momento, comprendí la enorme riqueza de los pueblos originarios, preservada a sangre y fuego, tradiciones a los que en ocasiones nos referimos de manera despectiva, sin tomarnos el tiempo de conocer las mismas, las cuales nos unen a otras razas del istmo, por lo que es hora de alzar la voz, por el respeto a dichas tradiciones y costumbres, así como a los derechos fundamentales de los pueblos indígenas, Tak ti´ uláak´ k ´iin (hasta luego).

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