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Él les habló de un proyecto, lo comenzó y todavía continúa…

German Rosa, s.j.

¿Cuántas veces nos han hablado de proyectos?, ¿cuántos han comenzado y han continuado? Estamos empezando una nueva era y se anuncian nuevos proyectos con grandes promesas de cambio… ¿Estos se realizarán? La pandemia y la pospandemia del COVID–19, a pesar de sus consecuencias catastróficas, están provocando grandes esperanzas y utopías en nuestro mundo roto.

Cuando Bartimeo, Lázaro, Jairo y su hija, Marta y María, Zaqueo, Timoteo, etc., lo conocieron y escucharon sus palabras, estas quedaron grabadas para siempre en sus memorias. Así ocurrió también con sus discípulos más cercanos y las primeras comunidades cristianas que fueron repitiendo y transmitiendo oralmente por muchos años lo que habían escuchado de él, y después de tres a cuatro décadas de que había sido crucificado, comenzaron a escribir lo que habían oído, visto y sentido de aquel Galileo que había tocado profundamente sus corazones y entrañas. No fue fácil seguir su proyecto y ponerlo en práctica. Dos mil años después de su pasión, muerte y resurrección sus palabras y su proyecto continúan.

Hay expresiones y enseñanzas propias de Jesús el Galileo que son originales y no tenían semejanza con otros discursos, textos o testimonios encontrados en las regiones del vecino Oriente, del judaísmo o de la cultura greco–romana. Sus palabras sonaban a veces desconcertantes, chocantes y memorables. A veces provocativas como aquellas frases: “Amen a sus enemigos”; “no se puede servir a Dios y al dinero”, o simplemente, “ven y sígueme”. Sus enseñanzas eran inquietantes y estimulantes, y muchas veces en frases breves y categóricas.

Aquel Galileo fue un profeta desconcertante con un carisma extraordinario incomparable, cuyo liderazgo y autoridad venían directamente de Dios. Jesús el Galileo fue un líder carismático que anunció proféticamente el proyecto del reino de Dios. Hablaba con expresiones sencillas pero sorprendentes que sedujeron a quienes lo escuchaban y admiraban porque eran testigos que él vivía coherentemente, además, hacia signos y milagros para corroborar lo que estaba predicando.

Él les habló del proyecto del reino de Dios. Lo comenzó, pero aún no está realizado plenamente. Sin embargo, el anuncio de este proyecto no fue una quimera, una fábula, una noticia pasajera, porque lo que él comenzó sigue realizándose y así continuará hasta el final de la historia. Es un proyecto que ya está presente, pero todavía no está consumado definitivamente y llegará a su plena realización en el futuro.

Las parábolas de Jesús estimulaban y causaban una capacidad activa de la inteligencia humana e impulsaban a tomar decisiones a sus interlocutores. Usaba comparaciones breves preparando a su pueblo para la realización del proyecto del reino que anunciaba. Usaba historias memorables para educar a su pueblo y lo interpelaba en su vida ordinaria, en su trabajo cotidiano, en un momento crucial de su historia. Las parábolas resultaban atractivamente enigmáticas y motivadoras, seducían al público, por esta razón las adaptaban a sus vidas y situaciones y las repetían con facilidad.

Las parábolas de Jesús son semejanzas o metáforas expresadas narrativamente como cuentos breves. El género de las parábolas de Jesús se encuentra en boca de los profetas anteriores y posteriores a él, por ejemplo la parábola del profeta Natán al rey David (2 Sam 12,1-12). Las parábolas de Jesús son prevalentemente de carácter profético. No olvidemos que Jesús se presentó como el profeta escatológico, o quien comenzaría el reino de Dios en la historia.

Con la parábola del gran banquete Jesús causó un gran impacto. Rutilio Grande la aplicó a su vida y su misión. Recordemos las bellas palabras del canto de entrada a la misa salvadoreña que son de Rutilio Grande: “Vamos a celebrar esta eucaristía, que es el ideal que sustentamos… Manteles largos, mesa común para todos, taburetes para todos. ¡Y Cristo en medio! Él que no quitó la vida a nadie, sino que la ofreció por la más noble causa. Esto que Él dijo: ¡Levanten la copa en el brindis del amor por mí! Recordando mi memoria, ¡comprometiéndose en la construcción del Reino…! La construcción del Reino, que es la fraternidad de una mesa compartida, la eucaristía” (Carranza Oña, S. 2015. Romero-Rutilio. Vidas Encontradas. San Salvador, El Salvador, Centroamérica: UCA Editores, p. 136).

La parábola del gran banquete se encuentra en Mt 22,2-14 y Lc 14,16-24. Los puntos en común entre ambos textos son: la comparación del reino de Dios con un banquete; un rey o un hombre que invita a participar al banquete; el rechazo a la invitación al banquete; y la declaración de dicho rechazo. Sin embargo, la misma parábola se desarrolla de modo diferente en ambos Evangelios. Probablemente las fuentes son de tradiciones escritas y orales separadas.

El texto de Mateo hace una alegoría de la historia de la salvación con una alusión al juicio final, en el cual ocurrirá la separación de los buenos y malos quienes serán castigados.

El Evangelio de Mateo 22, 2-14 describe que el dueño de la casa es un rey, y el banquete festivo es para celebrar las bodas de su hijo. La alusión a la delegación de los siervos y su asesinato hace referencia al destino de los profetas martirizados. Después del rechazo que hacen los invitados al banquete de bodas, la sala se llena con otros huéspedes a quienes se honra con la invitación al banquete, mientras que los invitados originales son deshonrados. La sala se llena con quienes los siervos encuentran e invitan por las calles.

En Lucas 14,16-24, la parábola narra que un hombre, dueño de una grande propiedad, ofrece un gran banquete. Cuando todo está preparado, envía a su siervo a llamar a los invitados al banquete. Pero contrariamente a las expectativas del anfitrión, todas las personas invitadas presentan sus excusas para no asistir al banquete. El anfitrión reacciona con ira y envía a su siervo a invitar a quienes encuentre por las calles. El resultado es que el banquete se llena de personas socialmente marginadas: pobres y lisiados, ciegos y cojos. El resultado es que la sala del banquete se llena de invitados quienes son honrados por el anfitrión del banquete y son deshonrados aquellos que habían sido los principales invitados.

¿Cuál es el mensaje central de esta parábola? El propietario o dueño de la casa es Dios, los siervos son los profetas enviados al pueblo de Israel (repetidamente rechazados) y el grupo que representa la autoridad del templo, que es hostil a Jesús. Muchas personas han sido invitadas a este gran banquete, no solo las autoridades del Templo. Es un gran número de personas invitadas al banquete de la salvación, son muchos los invitados al banquete del reino de Dios. La invitación es para todo el pueblo en su conjunto. Jesús está empeñado en la reunión de las doce tribus de Israel para que asistan a este banquete del reino de Dios. Rechazar la invitación para asistir al banquete es rechazar la salvación de Dios. No habrá una segunda posibilidad. Otros serán invitados al banquete para ocupar el puesto de los invitados originales que han rechazado la invitación. Quienes han respondido a la invitación de Jesús son aquellos que religiosa y socialmente eran marginados. La parábola subraya también que la invitación de Jesús al banquete del reino de Dios es incluso para aquellos que no pertenecían al pueblo de Israel, basta que ellos la acepten. Jesús habla metafóricamente del día final de la salvación en el cual algunos que no pertenecen al pueblo de Israel serán incluidos y otros que pertenecen serán excluidos. Jesús interpela a quien escucha la parábola, para situarse en la postura de quien acepta la invitación al banquete del reino de Dios o quien la rechaza. Hay una invitación a una urgente decisión existencial. El especialista en la Sagrada Escritura John P. Meier lo dice así: “Decide ahora, o pronto será demasiado tarde y tu lugar será ocupado por otro. Y esta invitación y advertencia a Israel es la que debemos escuchar en esta parábola si nos preguntamos cuál era la intención del profeta escatológico llamado Jesús. El Gran Banquete es la gran y última invitación a Israel para aceptar el mensaje del profeta escatológico antes que sea demasiado tarde” (Meier, J. P. 2017. Un Ebreo Marginale. Repensare il Gesù storico. 5. L’autenticità delle parabole. Brescia (Italia/UE): Editrice Queriniana, p. 305). Hoy todos estamos invitados al gran banquete de la salvación universal.

El gran banquete también es la metáfora de la mesa compartida de la tortilla y el “con qué” de la que hablaba Rutilio Grande. En la crisis económica y social en esta pandemia, hace falta que se haga posible superar la terrible situación de la pobreza y del hambre en el mundo. La parábola del gran banquete es una invitación a la solidaridad y la fraternidad para que todos participemos de los bienes de la creación. En definitiva, seremos juzgados también según hayamos compartido e invitado a la mesa a quienes tienen hambre y sed (Mt 25,35-36). Hoy la falta de la tortilla y el “con qué” es una interpelación para la solidaridad y fraternidad nacional y mundial. Dejémonos seducir por las palabras de Jesús el Galileo.

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