Por: Rolando Alvarenga
Gracias a su exitosa trayectoria fabricando campeones en las décadas de los setenta y ochenta, Carlos Armando Lahud llegó a ganarse el mote de “El Mago”. Lahud, un hombre estudioso que en materia basquetbolística se forjó con los mejores maestros, supo rentabilizar sus conocimientos gracias a su privilegiada personalidad y facilidad para darse a entender.
Acompañado por otros coachs de alto nivel, entre ellos los hermanos Carillo (Rolando y
Roberto), Ernesto Góchez, Armando Bruni y Federico Paredes, más el determinante apoyo del célebre Hermano León Echávarri, “El Mago” Lahud fue quien encabezó la planificación y ejecución de los exitosos procesos basquetbolísticos del Liceo Salvadoreño.
Un personaje que tuvo el secreto de sus éxitos en la enseñanza de los fundamentos básicos
integrales, la planificación y la disciplina. Un “Mago” que, más allá de formar atletas campeones, siempre estuvo pendiente de formar hombres valiosos para la patria y para sus grupos familiares.
Como entrenador, era un tipo que en el transcurso de los partidos permanecía sentado sobre el balón y, aún en situaciones difíciles, no perdía la cabeza.
En el homenaje del martes anterior, brindado por sus exalumnos del Liceo Salvadoreño 1979-1983, “El Mago” demostró y confirmó estar vigente con respecto a sus sabios conocimientos en la materia basquetbolística.
Por ejemplo, explicó que al llegar a la selección mayor los rivales centroamericanos y más allá le ganaban a El Salvador por considerables diferencias, pero con su asesoría se terminó perdiendo por ajustados marcadores. Lo anterior, producto de planteamientos idóneos.
En el convivio y con la figura del Hermano León presente en todas las mentes, Bustamante,
Conde, Roeder, Villanueva, Vides, Bonet, Munguía, Carrillos y Billy Korn refrendaron sus
votos de amistad, respeto, cariño y gratitud para un “Mago” que, con su magia, carisma y
sabiduría, los contaminó hasta forjarlos como atletas campeones y profesionales útiles a la
patria. No lo olvide: “El León puede ser abatido, pero…”