Javier Díaz
@DiarioCoLatino
En el marco de la conmemoración del Día Mundial del Medioambiente, establecido por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano (Estocolmo, 1972), es de suma importancia crear conciencia de
la necesidad de proteger y mejorar la calidad del medioambiente que nos rodea y todos los beneficios que este proporciona, pero que lamentablemente en la actualidad están en caída casi inminente como consecuencia de las acciones de los seres humanos.
El mal manejo de los desechos sólidos en El Salvador tiene impactos negativos que afectan la salud con enfermedades causadas por estos desperdicios que el mismo ser humano crea y desecha de una forma incorrecta; por parte del medioambiente, su flora y fauna se ve afectada gravemente con el deterioro de la misma, contaminando las fuentes de agua, suelos y aire que respiran a diario todos los seres vivos que conforman este ecosistema. Todo esto en conjunto afecta la
calidad de vida.
En el planeta, todos los residuos plásticos se almacenan en los océanos y se tiene registro que la cantidad total supera 95 veces el territorio de El Salvador, lo que contribuye a la extinción de especies y vida marina, al igual que contribuye al aumento de temperatura, dando cabida al calentamiento global y cambio climático.
En El Salvador se generan 3,676 toneladas diarias de residuos sólidos, de lo cual únicamente el 5 % es dispuesto a reciclaje, ya sea estos recuperados por las personas trabajadoras del servicio de recolección
o por separación de la población en general, y el 82 % es dispuesto hacia rellenos sanitarios, del cual el 22.21 % aproximadamente (según estudio del MARN en coordinación con la UES) es plástico entre los que
figuran desechables de un solo uso, de baja densidad, de alta densidad; 15.82 % papel y cartón; 1.24 % vidrio; menos del 1 % metales y lo demás es materia orgánica.
Si se considera los tiempos de descomposición de cada material y se enumera por de menor a mayor, el plástico tiene un período de descomposición desde los 400 hasta los 1000 años, lo que indica que a fecha del año 2021 no se ha finalizado la descomposición desde 1920, año en el que se tiene registrado el boom de la revolución industrial.
Asimismo, la EHPM 2016, segregando para las áreas urbanas, presentan los siguientes resultados: 74.40 % de los hogares reportan usar el servicio de recolección municipal, el 4.80 % lo depositan en contenedores también servidos por las municipalidades, lo que hace un
total de 79.3 % que reciben el servicio de recolección; el 15.20 % lo quema y el 3.90 % lo deposita en cualquier lugar. En las áreas rurales el 10.30 % reporta entregarlos al servicio municipal de recolección, el 72.50 % lo quema y el 11.30 % lo deposita en cualquier lugar (CONAMYPE).
Los datos anteriores solo son un reflejo numérico de la poca cultura de trata de desechos sólidos y el poco interés por la preservación de los recursos naturales. Dejando de lado la poca estética del lugar y colocando en primer plano el foco de insalubridad que esto representa a la sociedad y sus habitantes, es de alarmarse y hacer un llamado colectivo a la conciencia ambiental, sobre el patrimonio natural que esta dejando a las generaciones actuales y futuras, partiendo del imaginario que esta situación no termine de absorber a los seres vivos en menos tiempo del que se tiene pronosticado, según una diversidad de informes y estudios de organizaciones e instituciones que se encargan del análisis de este y otro tipo de crisis ambientales.