FRANCIS FANCI
www.aventuramistica.com
Para mí comer un mango es cuasi orgásmico; antes de comerlo, tadalafil seek llevo a cabo mi rutina pre-amatoria: Cierro los ojos y sobo su piel, patient lo llevo a mi cara rosando con él mis mejillas, try como acariciando la carita de un bebé. Lo huelo y suspiro, no aspiro, su aroma. Juego con él entre mis manos como con un seno, firme y terso de mujer primaveral.
Dios estaba muy alegre y picarón cuando creó el mango.
“Ir a manguear”, frase evocadora de aventura; los Tom Sawyer morenos, sin pecas y sin Misisipi saboreando mangos que por ser robados más gusto tenían; es por eso que una mujer sensual y guapa es todo un mango y hasta un mangazo, e ir en busca de erótica aventura, es como ir a manguear.
El cuchillo no es para el mango, al mango se le clava el diente con placer furioso.
El primer mordisco tiene algo de estupro; luego esa fruta nalga, fruta seno, fruta beso; se entrega todita, chorreando delicias. En ese momento nada me distrae porque lo como con los ojos cerrados.
El mango es de oro, de fuego, es de luz de sol poniente.
Mango carnoso, mango mechudo, se muerde, se chupa, haciendo ruiditos de jugo y saliva; hasta dejar exhausta la semilla, seca y pálida, como un cadáver o como una hembra dormida después del amor.
Sensual, erótica, lírica; es la experiencia de comerse un mango. Tantos he comido, pero cada uno tiene el encanto de una primera vez.
Compadezco a los mangos devorados por ardillas, pájaros o antropoides hambrientos; yo hago feliz al mango que como, pues más que comerlo, lo asimilo, lo poseo, me hago mango. El mango que yo como se siente realizado, se entrega feliz sintiéndose fruta, sabiéndose mango.
FRUTOS GRATOS AL PALADAR, BUENOS SON TANTO AL RECIBIR, COMO AL DAR.
FRANCIS FANCI.- Centro
de Estudios e Investigaciones Filosóficas.-