Por Fredis Pereira
Máster en Administración y Gerencia Pública
Un gobierno se constituye de seres humanos, que, a pesar de la inteligencia que manifieste, también lo acompañan errores y desviaciones del buen proceder. Un soberbio rechazará que comete errores. Un fanático tiene nublado el entendimiento para percibir errores en un gobernante. Los aduladores ocultan los errores de un gobierno por intereses mezquinos, pero, aun así, el error está presente en cualquier gobierno.
El gobierno no es una sola persona al mando. La Constitución de El Salvador en su artículo 86 establece que los órganos fundamentales del Gobierno son el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. También establece que los funcionarios del Gobierno son delegados del pueblo y no tienen más facultades que las que expresamente les da la ley. Según la Constitución es inadmisible que una sola persona asuma todas las facultades del gobierno, aunque a veces pareciera que el presidente de El Salvador asume la vocería del ministerio público, el órgano legislativo y el judicial cuando se expresa en público.
Reducir los errores es imposible para un gobernante totalitario. Una visión ideológica única amplía las probabilidades de cometer errores, esto no justifica la negligencia en tomar medidas para reducir o evitar los errores; así que, con buen sentido, el artículo 85 de la Constitución expresa que la existencia de un partido único oficial es incompatible con el sistema democrático y con la forma de gobierno establecidos en la Constitución.
El pluralismo bien administrado contribuye a la prevención de errores. Esto nunca ha funcionado bien en El Salvador, pues ha servido más para generar debates interminables impulsados de mala fe. El pluralismo funciona bien cuando se pone en el centro a la persona humana, entendiendo que, aunque pensemos distinto, siempre somos seres humanos con igualdad de derechos. La justa deliberación de la diversidad de ideas permite descubrir los errores antes de que sea demasiado tarde.
Los discursos de odio son contrarios al pluralismo y amplían el margen de error de un gobierno. Cultivar el odio dificulta la debida coordinación y colaboración indispensable. Es imposible que funcione bien un gobierno así, al dirigir un aparato público de más de 136 mil servidores públicos. El odio se acompaña del prejuicio y la desconfianza, lo que lleva a los servidores públicos a ocultar información valiosa a los tomadores de decisiones, y también reduce la debida colaboración entre los diversos actores de la sociedad, que limita la generación de propuestas razonables y oportunas.
El odio en última instancia trae consigo daño y muerte injustificada de seres humanos. Esto es lo que ha sucedido con el encarcelamiento y muerte de personas inocentes, por el abuso de poder de los servidores públicos durante el régimen de excepción decretado por el gobierno — No defiendo a los delincuentes justamente castigados. — Así el odio nubla la percepción y tuerce el proceder de los agentes de seguridad. Los buenos gobernantes promueven la colaboración, rechazan cultivar el odio, respetan las garantías constitucionales y castigan el mal proceder de los servidores públicos para proteger a los ciudadanos.
Ocultar la información aumenta los daños que generan los errores de un gobierno. En ausencia de información se puede decir cualquier mentira y seguir con acciones erradas sin que nadie lo descubra. Los gobiernos corruptos han sabido mantener ocultos sus robos haciendo secretas las finanzas públicas. Ahora, es más grave, aunque sea por errores en la comunicación, que la Asamblea Legislativa desconozca la orientación que dará el presidente a los fondos que administra, como parece que sucede con los $108 millones que se reorientaron en la ejecución del presupuesto de 2023, reorientación que fue aprobada por decreto legislativo el martes 17 de octubre de 2023.
Admitir los errores es insuficiente para mejorar la vida del pueblo. Hay corruptos que piden perdón como estrategia para conseguir otra oportunidad de gobernar. También hay quienes admiten los actos de corrupción en sus gobiernos, pero se justifican en el desconocimiento de tales hechos. Emular estas procederes no es el camino para un buen gobierno, porque eso no resucita los muertos ni recupera el dinero robado.
Tomar medidas correctivas y preventivas sobre los errores es indispensable. Así, por ejemplo, con respecto al nepotismo descubierto en la Asamblea Legislativa, es positivo que el jefe de fracción del partido Nuevas Ideas admitiera el error, y es lamentable que no existiera un control suficiente y que el nepotismo se mantuvo en secreto. La medida correctiva de destituir a los contratados bajo nepotismo se debe aplicar en todos las instancias del Estado, y también debe aprobarse leyes que castiguen el nepotismo, y superar el secretismo en las finanzas públicas y en las contrataciones de empleados, porque el secretismo ha facilitado la corrupción en todos los gobiernos y ha perjudicado al pueblos salvadoreño.