Marlon Chicas
El Tecleño Memorioso
“No existen madres solteras, existen madres. Ser madre no es un estado civil” Papa Francisco.
A través de los siglos, el misterio de la maternidad se convierte en el acontecimiento más sublime en la vida de toda mujer como Regalo de Dios, con lo que se inicia una relación sin límites entre la madre y la criatura en su vientre, volcando en él todas sus fuerzas, sueños y anhelos, con una profunda capacidad de amar sin condiciones, sacrificando comodidades y desvelos, a fin de que el nuevo ser tenga lo necesario para su felicidad plena.
Un ejemplo por excelencia del amor de Dios a la humanidad por medio de su carísimo hijo Cristo Jesús, en el Monte Calvario, es el encomendarnos a su Santa Madre con estas palabras “Madre he ahí a tu Hijo; Hijo he ahí a tu Madre” (Jn 19: 26-27), desde ese instante ella nos ofrece su ternura, cariño y comprensión, intercediendo a diario por cada uno de nosotros, María es el modelo de mujer valiente, que acompañó a su amado hijo a soportar las más crueles vejaciones, en su camino a la cruz, cumpliéndose así el Plan Salvífico de Dios, por el bien del género humano.
Esta crónica está dedicada a las madrecitas presentes como a las que viven en nuestros corazones, por lo cual, extraigo en esta ocasión dos bellas historias del recuerdo de mi adorada abuelita Clemencia (+), qué solía compartirlas en las lejanas tardes de 1971, de las cuales tuvo conocimiento en su juventud. En el primero de ellos el testimonio público del capellán de la Iglesia El Carmen en 1915, la cual transcribo.
En cierta ocasión una octogenaria mujer originaria del Boquerón, quedó a cargo de cuatro infantes los cuales debía alimentar, en cierto tiempo enfrentaron escases de alimentos lo que provocó que los chiquillos pasaran días sin probar bocado, por lo que la angustiada ancianita no tuvo más remedio que encender el viejo poyetón y envolver en unas hojas de huerta unas pequeñas piedras, las cuales depositó en una olla de barro, ofreciendo a los niños disfrutar de suculentos tamales para mitigar el hambre, por lo que encomendó a su nieta mayor vigilar tal cocido mientras ella regresara, la humilde mujer se dirigió a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, a pedir su intercesión por tal penalidad, llena de confianza regresó a casa, encontrándose con la sorpresa que las piedras envueltas en dichas hojas se habían convertido en sabroso manjar, emanando de ellos un delicioso aroma, por lo que los infantes convidaron a la abuelita a probarlos, ante tal hecho la señora cayó de rodillas agradeciendo a Nuestra Madre del Cielo el favor recibido y notificando el hecho al capellán en mención.
Otra historia de la abuelita Clemen, fue en el extinto cuartel de Santa Tecla, un 10 de mayo de 1936, cuando un grupo de oficiales reunió a la tropa en el patio del lugar, tomando la palabra un capitán dijo a los reclutas, – “¿Qué día es hoy?” -, el pelotón replicó “Día de la Madre”, ante tal respuesta el oficial manifestó – “Si hoy es el Día de las Madres, dele un beso a su mamá”, lo que provocó risas entre los soldados, ya que, se decían unos a otros – “¿Cómo podemos darle un beso a nuestra madre, si estamos lejos?” -, por su parte un joven recluta sin pronunciar palabra alguna, dio tres pasos adelante se arrodilló y beso a la tierra, generando burlas de sus compañeros, ante lo ocurrido los oficiales elogiaron la actitud del joven miliciano condecorándolo por su reconocimiento a la madre tierra.
En este sencillo homenaje a las madres, invito a los queridos lectores a portar durante este mes de mayo, un listón rojo en honor a las madres que aún viven y blanco por las que ya partieron a la Gloria Celestial ¡Gracias Mamá de todo Corazón!
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