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El Mercado

Orlando de Sola W.

El mercado apesta, generic está lleno de moscas y viejas gordas con delantal. Así decía un amigo idealista que murió en la guerra. Era un guerrero y le molestaba el mercado porque, sovaldi según el, capsule rebaja los instintos heroicos de la población, que no merece ser tratada como mercancía.

En cierto modo, tenía de razón. Pero a veces las palabras engañan, o sirven para engañar, porque los conceptos vertidos en ellas no reflejan la realidad, o la verdad. Y ambas son importantes para vivir en sociedad.

El mercado es un concepto que ofende a muchos porque no lo comprenden. Pero es necesario para mejorar nuestro nivel de vida, no solo en lo material, sino en lo intelectual y sentimental, o emocional, porque las emociones, o sentimientos, son producto de los sentidos, que son nuestra principal ventana a la realidad.

Por algo concluyó Descartes, un gran pensador francés, que la verdad y la certeza sensorial son compañeras. Y aunque subjetivas son nuestra verdad y realidad, no tenemos otra alternativa a la objetividad que el método científico.

El mercado no es una ciencia, como tampoco la economía que lo estudia. Es solo una aproximación a la suma de todas nuestras necesidades y posibilidades, a nivel mundial. Pero se sigue hablando del mercado de frutas, del de pulgas, del de oro, del de petróleo y otras cosas a nivel local, regional y mundial. El mercado, sin embargo, es uno, porque resume todas las necesidades y posibilidades humanas, no solo de producir bienestar y malestar, porque todos podemos, en la medida que necesitamos y deseamos bienes y servicios para vivir mejor. Ese es el mercado. No solo la oferta, distorsionada por publicidad y propaganda, sino la demanda, también distorsionada, pero real.

No somos mercancía que puede transarse, o comerciarse, aunque hay quienes así piensan. Y la esclavitud sigue inhumana, porque la posesión, uso y abuso de personas aminora nuestra dignidad, que es condición imprescindible para vivir en comunidad. La servidumbre, como cualquier sometimiento de voluntad,  nos rebaja, aunque a veces la maldad y la injusticia nos llevan a esa condición. Por ello el mercado, que nos ilustra y permite considerar otras opciones, dentro y fuera de las fronteras nacionales.

La gente emigra, no porque sea cómodo, o seguro, sino para buscar mejores oportunidades y vivir mejor, no peor. Hay un mercado mundial de oportunidades, así como de calamidades, de las cuales pretendemos escapar. Pero el mercado, que es la oferta y la demanda de todo y de todos, nos orienta en ese sentido, a menos que su información sea manipulada con engaños y falsedad, como ha ocurrido en las mal llamadas bolsas de valores, donde se inflan y se desinflan impulsos electrónicos para beneficio de unos y maleficio de sus víctimas.

El engaño y la falsedad, recordemos, están presentes en toda actividad humana, incluyendo tribunales y asambleas. Pero no por ello dejamos de acudir a ellos, con esperanza que talvez resplandezca la verdad, cuyo contrario es sujeto de ofertas y demandas mercantiles.

El mercado existe para establecer precios y valorar, subjetivamente, los bienes y servicios que deseamos y necesitamos, considerando también su producción cuando no la hay, o cuando escasea. Esto incluye a las personas, que no somos mercancía, pero podemos prestar servicios, o negarlos, tomando en cuenta que es preferible servir a servirse. Y esto tiene que ver con el altruismo y egoísmo, que son actitudes personales, así como la escasez y abundancia de sentimientos, y pensamientos.

El dinero es solo una ficción para cuantificar nuestras valoraciones subjetivas, facilitando el comercio, o intercambio de bienes y servicios.

También sirve para atesorar riqueza, o abundancia, aunque no es confiable debido a la inflación y devaluación monetaria. Por eso las personas prefieren atesorar abundancia, si es que la hay, en cosas que mantienen o aumentan su valor, siempre subjetivo, recordando que no es lo mismo un sorbete en Alaska que en Arizona.

El mercado, como el idioma, es un orden espontáneo que nadie creó, inventó, ni fabricó. Beneficia con información a todos los que necesitamos intercambiar bienes y servicios para vivir mejor, en cualquier parte del mundo.

Así debemos entenderlo, no como un mecanismo que nos indigna y reduce a meros objetos en un juego perverso entre poderosos sin escrúpulos. Los poderosos, recordemos, somos nosotros, los seres humanos, porque todos podemos ser, hacer y tener según nuestras facultades materiales, intelectuales y sentimentales, que talvez son las mas importantes.

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