Por David Alfaro
08/03/2025
Cuando Nayib Bukele llegó al poder prometió transformar la economía salvadoreña. Nos vendió la idea de un país moderno, con tecnología de punta, inversiones extranjeras y oportunidades para todos. Pero los números no mienten: la deuda se ha disparado, seguimos dependiendo de las remesas, los empleos son cada vez más precarios y el ajuste del FMI traerá más sacrificios para la gente. Lo que nos prometió como un milagro económico ha resultado ser, en realidad, una enorme mentira.
1. Endeudados hasta el cuello!
Desde 2019, la deuda pública de El Salvador no ha dejado de crecer. Cuando Bukele asumió el cargo la deuda representaba el 70% del PIB. Hoy, ya se acerca al 90% y sigue aumentando. Estamos hablando de más de 32,000 millones de dólares que, tarde o temprano, alguien tendrá que pagar.
Bukele ha pedido préstamos a diestra y siniestra, muchas veces con tasas de interés altísimas. También ha usado fondos de emergencia como el FOPROMID sin dar explicaciones claras. Mientras tanto, el experimento del Bitcoin / Chivo Wallet se tragó casi 800 millones de dólares, y hasta ahora no ha generado beneficios reales para la gente común.
2. Seguimos dependiendo de las remesas
Uno de los grandes problemas de El Salvador es su dependencia de las remesas. En lugar de reducir esa dependencia creando empleos bien pagados en el país, Bukele ha apostado todo a las remesas, promoviendo su envío a través de Chivo Wallet con la esperanza de fortalecer el uso del Bitcoin. Pero la mayoría de los salvadoreños no confía en esa billetera digital y prefiere los métodos tradicionales para recibir su dinero. Mientras tanto, las remesas representan más del 25% del PIB, lo que significa que sin ellas, la economía colapsaría.
En resumen, seguimos sobreviviendo gracias a los salvadoreños que se fueron del país buscando mejores oportunidades. ¿Y qué ha hecho el gobierno para que menos personas tengan que migrar? Absolutamente nada.
3. Pocos empleos formales pero mal pagados. Casi ocho de diez salvadoreños ocupan empleos informales.
Bukele ha dicho que su gobierno ha generado empleos, pero lo que no dice es qué tipo de empleos. La mayoría de los trabajos en El Salvador son informales (cerca del 80%), lo que significa que no ofrecen seguro social, ni estabilidad, ni prestaciones. Los que tienen la suerte de conseguir un empleo formal, tampoco la tienen fácil. Con el aumento del costo de vida, los salarios han perdido valor y muchas empresas han optado por contratar bajo esquemas precarios.
4. El ajuste del FMI: el pueblo será sacrificado
Con el país al borde de la quiebra, Bukele no tuvo más opción que negociar con el FMI. Pero los préstamos del FMI siempre vienen con condiciones, y ninguna es buena para la gente común.
Se espera que el ajuste incluya:
Más impuestos, lo que afectará a la clase media y baja.
Más recortes en salud y educación, dejando a los sectores más vulnerables aún más desprotegidos.
Privatizaciones probables de servicios básicos, lo que encarecerá la vida aún más.
Es decir, la factura de la mala gestión de Bukele y su gobierno la terminaremos pagando todos, especialmente los más pobres.
Conclusión: la realidad golpea más fuerte que la propaganda
Bukele ha vendido una imagen de éxito, pero la realidad es otra. No hay un milagro económico, solo más deuda, más dependencia de las remesas, trabajos precarios y un ajuste económico que traerá más sacrificios, esta vez más dolorosos.
El Salvador no es más moderno ni más próspero. Lo que sí es cierto es que estamos más endeudados, más frágiles y más atados a las condiciones de los organismos financieros internacionales.
Mientras la propaganda sigue vendiéndonos un país que no existe, la gente en las calles ya siente los efectos de una economía que va en picada.