Sergio Inestrosa,
escritor
Todavía, a casi veinte años de su muerte, nadie sabe a ciencia cierta cómo va a ser juzgado Octavio Paz (1914 – 1998) en los años venideros, si como un gran poeta o como un gran ensayista; para algunos Paz es uno de los grandes poetas del siglo XX, y para otros uno de los ensayistas más notables en la lengua española. Para mí es las dos cosas.
En esta ocasión quiero comentar brevemente un texto al que he vuelto recientemente y que se titula El mono gramático (1974). Este libro lo escribió Paz en Cambridge, después de una larga estancia en la India como embajador de México, puesto al que renunció como una forma de protesta por la masacre de estudiantes en la Plaza de Tlatelolco ocurrida el 2 de octubre de 1968.
El libro fue publicado en 1970 y se convirtió desde un principio en una de las obras más destacadas del poeta, aunque de muy difícil clasificación. Los críticos no terminan de ponerse de acuerdo si se trata de un ensayo experimental o de un poema en prosa; para otros lo que el libro hace es trazar un camino que nos lleva por varios géneros literarios a la vez.
Un camino que como se establece en el primer párrafo: “lo mejor será escoger el camino de Galta, (poblado cercano a Delhi) recorrerlo de nuevo (inventarlo a medida que lo recorro)… caminaba, nada más caminaba, sin rumbo fijo. Iba al encuentro”.
Pero, ¿al encuentro de qué? El autor confiesa que no lo sabía. A lo mejor Paz nos está sugiriendo que lo que importa de verdad es ponerse en camino, es echarse a andar, porque como dice el poeta Machado: “se hace camino al andar”.
En el epígrafe Paz cita un texto de John Dowson en el que se dice que uno de los jefes de los monos, un tal Hanuman o Hanumat, que entre otras hazañas prodigiosas era capaz de volar y saltar de la India a Ceylán. Pero más importante aún es que nadie lo iguala en los sastras ni en erudición ni en su capacidad de descifrar el sentido de las escrituras (o en modificarlas a voluntad). Es cosa bien sabida que Hanuman fue el noveno autor de la gramática.
En el centro de este libro vibra una pregunta incesante en torno a la posibilidad de decir, en otras palabras, una pregunta en torno al lenguaje, a sus limitaciones y posibilidades como forma de comunicación y más aún como forma de creación y recreación poética.
Bien mirado, lo que Paz nos está diciendo es que todo arranca con esa disposición de ponerse en camino, de ir al encuentro aunque no sepamos bien lo que se va a encontrar; la verdad poco importa si somos escritores o lectores, da lo mismo pues en ambas situaciones lo que importa es la disponibilidad de ponerse en camino; lo que cuenta es la experiencia, el atreverse a hacer el recorrido, he allí donde está la ganancia, pues quien se pone en camino, ha salido de sí mismo, ha hecho el viaje de salir a ver el mundo y de alguna forma habrá vuelto transformado; después de esa experiencia de ir y ver regresamos siendo otros.
Desde otro punto de vista, El mono gramático también nos revela la relación entre lectura y recreación, Octavio Paz había leído la literatura clásica de la India, especialmente el Ramayana y se había dejado pernear por esa lectura, por esa experiencia; a partir de allí emprende el camino y va ir inventando algo nuevo mientras lo recorre; el resultado es el libro que estoy invitando al lector o lectora a leer.
Por otra parte, el libro también refleja la relación entre el lenguaje y el cuerpo o tal vez sea mejor decir, el libro nos presenta la metáfora del cuerpo como un lenguaje. Esta es una de las metáforas más comunes en cuanto a la creación poética y es de las imágenes más queridas de Paz, para quien esta relación se presenta como una forma de conocimiento de ese otro que tenemos frente a nosotros, ese otro que nos invita a correr el riesgo de caminar juntos, de ir en busca, algunas veces sin saber bien lo que se busca.
El libro también se nos presenta como un ritual en el cual el poeta nos hermana con el acto mismo de la creación-recreación, y el texto es el espacio de encuentro entre dos seres a través de la escritura-lectura, donde de nueva cuenta estamos frente a la importancia del lenguaje.
Por último, El mono gramático es un continuo ir y venir de las cosas a los nombres y de estos a las cosas; un ir y venir de un cuerpo a otro cuerpo y de un texto a otro texto y de una cultura a otra; de esta forma el título nos pone frente a la importancia de la intertextualidad, de la cual el libro mismo es un ejemplo.