Nelson López*
Lo que pasa es que este hermoso accesorio estuvo escondido por más de veinte años y en poder de un grupo de poderosos e ingeniosos seres del mal, pills que lo habían creado mucho antes por accidente, con otras intensiones, pero que sabían que era de aprovecharlo en su uso contra sus enemigos.
A partir de ahí el muertómetro se ocultaba entre amigos y ahí lo tenían un rato los funcionarios después se lo encargaban a los medios oligárquicos del partido que gobernó por veinte años y de ahí pasó a la gran empresa privada y así anduvo de mano en mano, lo ocultó medicina legal y hasta una embajada lo invisibilizó por varios años, hasta que un día se dieron cuenta que se les escapaba de las manos.
Fue entonces que para evitar sacarlo de manera abrupta y que se hiciera público, y que todo mundo se diera cuenta de cual era la finalidad del gran invento, los dueños y creadores comenzaron a inventar una fórmula para que el muertómetro no saliera a la luz, porque entonces se les armaba la de San Quintín, así decían los más viejos, y decidieron sacar una cosa medio amorfa que se llamó MEUNO y desaparecieron todas las mediciones del muertómetro.
Fue difícil que les diera buen resultado así nomás, porque los gringos ya nos habían hecho los primeros envíos de delincuentes, que afirmaban eran puros salvatruchos sicópatas, drogadictos y dedicados al narcomenudeo, por lo que según algunos, eran peor que los que traía Cristóbal Colón en las carabelas, cuando invadieron estas tierras.
Entonces fue que los perversos seres acudieron a las tiras cómicas para crear su héroe Paquito y su mano dura, que fue todo un éxito y se ganaba los grandes titulares impresos y los reportajes de la tele, así fue la gran solución para quienes se iban a encargar de ocultar con toda severidad la gran cantidad de números que el muertómetro les disparaba.
¡Claro! no tenían que salir a bailar los cadáveres con índices por las nubes, porque entonces los millones de dólares donados para los damnificados y los pelados, se les podrían ir de las manos duras y peludas que tenían los encargados de ocultar el muertómetro ¡ah no! eso si que nunca lo iban a permitir, porque préstamos y donativos era como una fuente del hermoso manantial que les permitía una placentera vida sin muerte.
Así fue como de pronto, después de glamorosos veinte años, que se les fueron de esas manos duras y peludas, comenzaron a llorar y sin más ni más decidieron sacar esa única arma que les quedaba ¡el muertómetro! desestabilizarían a cualquiera y sembrarían el terror en todos los miedosos y comenzarían a ver más muertos que vivos por todos lados.
Los dueños del MEUNO lo escondieron y comenzaron todos juntos a soñar con los golpes que darían a los que ahora comparte los millones y millones de dólares donados y prestados, con los damnificados de los veinte años y los pelados de toda la vida.
Ahora el muertómetro se lo dejaron al ariete de la medicina legal para que lo esgrima día a día y noche a noche, y que se entienda que El Salvador es la tierra de los muertos y no de los vivos, que ahora solo olfatean los millones, mientras andan de tribunal en tribunal, pagando abogansters, jueces y magistrados.