Eduardo Badía Serra,
Director de la Academia Salvadoreña de la Lengua
Estamos en el mundo de las comunicaciones, en la era de las comunicaciones. Nunca antes, se dice, había el hombre mostrado tanta intención por comunicarse. Ciertamente, el hombre sintió desde su mismo origen la necesidad de comunicarse, no sólo con él mismo sino con el ambiente que le rodeaba; y efectivamente supo encontrar formas para hacerlo. El lenguaje tiene su origen en esa necesidad, precisamente. Y también, siempre las comunicaciones fueron incrementando su presencia en la vida de la humanidad, recurriendo a diferentes formas y recursos posibles, hasta que la aparición de la imprenta y el desarrollo formidable del libro escrito, llevó a dichas comunicaciones a su máxima expresión.
Sin embargo, el gran salto de la era de telecomunicaciones llegó de la mano de la digitalización en la década de los años 60’ del siglo anterior, según afirma Pablo Costanzo Caso, del Instituto Calseiro, Comisión Nacional de Energía Atómica, Universidad Nacional de Cuyo. Dice este investigador que la posibilidad de generar, transmitir, recibir y procesar información digital produjo una explosión de nuevas técnicas y aplicaciones que están presentes en todos los sistemas modernos que hoy conocemos. Las computadoras, Internet, la telefonía celular, la televisión digital y otros tantos sistemas nacieron y se desarrollan gracias a la incorporación de las técnicas digitales, termina diciendo. El Foro Económico Mundial y los Laboratorios Bell de Alcatel-Lucent proyectaron que para el año en curso, 2020, cada persona haría uso de hasta diez dispositivos conectados a la red, y habría seis mil millones de teléfonos celulares inteligentes activos en el mundo. Aparentemente, dicha predicción ha fallado y en la realidad no se ha logrado llegar a tales niveles de uso de estos tipos de dispositivos; pero ello no significa que el avance de los mismos sea realmente arrollador, y que en el futuro podrían sin duda alguna ser logrados e incluso superados. Ahora se espera que el impacto futuro en las tecnologías de las telecomunicaciones será el de los llamados “sensores inteligentes” conectados al “Internet de las cosas”, con lo cual, por ejemplo, se podrá monitorear permanentemente la salud de pacientes sin interferir con sus actividades habituales.
El avance de las comunicaciones en la era digital no se discute. Otra cosa es su conveniencia y el impacto, positivo o negativo, que produce sobre la humanidad. No es que la tecnología de las comunicaciones sea mala en sí, sino más bien lo malo es el uso que el hombre hace de ella cuando la utiliza. Este es el famoso dilema, ya superado abundantemente, de la neutralidad de la ciencia, y su pregunta fundamental, ¿Emite la ciencia juicios de valor o no? El avance de la tecnología digital y las comunicaciones es, no sólo innegable sino también indetenible. El mundo moderno se define por los datos, dice Raconteur en “A day in data,2019”. El crecimiento exponencial de los datos en estos años es indiscutible. Dice esta fuente que cada día se emiten 500 millones de tweets, 294 billones de e-mails, 65 billones de mensajes de WhatsApps, 5 billones de investigaciones por Internet, y 95 millones de fotos y videos por Instagram. Esto es extraordinario. La información digital universal acumulada se espera que crezca desde 4.4 zettabites en 2019 hasta 44 zettabites en el presente año. Un zettabite es aproximadamente igual a un trillón de gigabytes. La nube de mercadeo de IBM afirma que el 90 % de la información creada por la humanidad ha sido producida en los últimos años.
Los tamaños y las cantidades de los centros de datos han llegado ya a una magnitud de hyperescala. Estas hyperescalas son unas especies de arquitecturas computacionales que pueden ir respondiendo a una demanda creciente, tanto rápidamente como en tamaño. El Synergy Research Group, 2019, (Hyperscale Data Center Count passed the 500 milestone in Q3), estima que hay en el mundo 504 datacenter hyperescalados, y 157 buscando ese desarrollo. Cisco, (Cisco 2018 Global Cloud Index), estima que los datacenter hyperescalados representarán para el próximo año 2021 el 70 % del total de dichos datacenter.
Coloco tantos datos con el objeto de poder apreciar y situarnos adecuadamente en esta innegable tanto como impresionante realidad de las tecnologías de la información. El hombre debería pensar y analizar, con un sentido muy crítico, las posibles consecuencias que sobre él mismo pudieran estas tener. Algunas veces hay que saber hacer un alto en el camino, y ver hacia atrás y hacia los lados para poder lograr una imagen lo más holística posible de la realidad. Detener ese impacto pienso que no es posible; pero no puede negarse que por otras vías, el hombre sigue informándose probablemente de manera más consecuente y racional. Decir que pronto desaparecerá el libro escrito y las revistas de actualización, como se sabe afirmar repetidamente, y pienso de manera muy ligera, es una inexactitud, una lectura errada de lo que pueda suceder. El hombre es un animal de costumbres, y sus códigos simbólicos, su “circunstancia”, anclada en sus conciencias por miles de años de historia y cultura, no pueden negarse tan fácilmente. Las comunicaciones convencionales están ahí, con el libro, el periódico, la revista, siempre presentes. Sólo doy algunos datos:
La Unesco calcula que existen actualmente más de 143 millones de libros. Sólo Google había publicado en 2010, casi 130 millones de libros, y afirma que cada año se están publicando unos 2.2 millones de nuevos libros. Si usted tiene la capacidad para leer un libro de estos cada minuto, y emplea para ello 24 horas al día y 365 días por año, tardaría unos 275 años para leerlos todos, y para entonces, otros 605 millones de nuevos libros habrían sido ya publicados. Google Académico publicó en el año 2019, casi 20,000 artículos científicos. Y es que el hombre siempre lee, con la página abierta y al frente. Quienes más leen, se dice, son los indios, 10.42 horas a la semana; luego, los thailandeses, 9.24 horas a la semana; y así, los chinos, 8 horas a la semana; Egipto, 7.38; Filipinas, 7.36; República Checa, 7.24; Rusia, 7.06; Francia y Suecia, 6.54; Hungría y Saudi Arabia 6.48; Hong Kong, 6.42; Reino Unido, 5.18; Japón, 4.06; y así sucesivamente.
Se habla de los libros más leídos, entre los cuales, la Biblia ocupa siempre el primer lugar. Se incluyen entre estos Las Citas del Presidente Mao Tsé-Tung; Harry Potter; El Señor de los Anillos; El Alquimista; El Código Da Vinci; El Crepúsculo de Saga; Lo que el Viento se Llevó; El Diario de Ana Frank; Cien Años de Soledad; El Principito; El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha; La Divina Comedia; etc. Y se habla de hombres extraordinarios que escribieron hasta alcanzar niveles que llegan a la incredulidad. Indudablemente entre estos hay que colocar en primera línea a Félix Lope de Vega y Carpio, gran rival de Cervantes, el español llamado Félix de los Ingenios, Monstruo de la Naturaleza, que se dice escribió tres mil sonetos, tres novelas, cuatro novelas cortas, nueve epopeyas, tres poemas didácticos, casi dos mil comedias; y que además, tuvo la voluntad y el tiempo para procrear quince hijos. De igual manera deberíamos hacerlo con Ramon Llull, (Ramon, en catalán, sin tilde), el catalán mallorquino, el Doctor Illuminatus, el Dante de los catalanes, poeta, médico, astrónomo, filósofo y teólogo, gran misionero, y de quien se afirma inventó las computadoras modernas; reconocido también como el padre de la lengua catalana, quien escribió cerca de trescientas obras en catalán, latín y árabe, entre las cuales deben citarse El libro de la Contemplación, el Libro del Gentil y los tres sabios, el Libro del Santo Espíritu, el Arte Breve, El Libro de la Caballería, el Arte Demostrativo, la novela Blanquerna, Félix o el Libro de las Maravillas y su Libro de las Bestias, obra esta de un altísimo nivel de filosofía política, comparable, en mi opinión, al mismo Príncipe del florentino Maquiavelo, la Vida Coetánea, etc. Y, ¿porqué no? García Márquez, con su extensa obra, y particularmente sus Cien Años de Soledad.
Estamos en la era de las comunicaciones. Ahora nos comunicamos digitalmente tanto como físicamente. No hay que poner problemas a una o a otra forma. Lo importante es hacerlo bien, saber usar los medios. Investigar por Internet es tan bueno como leer un buen periódico o gozar de un hermoso soneto escrito en un añejo libro. Se trata, entonces, de que el hombre disponga del suficiente nivel de capacidad de crítica para poder evaluar lo que comunica o la comunicación que reciba, evitando las desviaciones, muy peligrosas por cierto, a que los medios, sobre todo aquí los digitales, pudieran llevarle.