Motegi /Japón/dpa
Con apenas 23 años, el español Marc Márquez se proclamó por tercera vez campeón mundial de MotoGP al vencer en el Gran Premio de Japón.
El piloto de Honda se aseguró el título beneficiado por las caídas sufridas por sus dos principales rivales, el italiano Valentino Rossi y el español Jorge Lorenzo (ambos de Yamaha).
Con 273 puntos, nadie puede alcanzar ya al español en las tres carreras que restan para el final del campeonato.
Márquez, el piloto más joven en sumar tres Mundiales en la categoría reina del motociclismo, ganó en Motegi delante del italiano Andrea Dovizioso (Ducati) y el español Maverick Viñales (Suzuki). El Gran Premio nipón supone además la victoria número 55 en la carrera del prodigio español, que además de en MotoGP (2013, 2014 y 2016), fue también campeón en 125 centímetros cúbicos (2010) y en Moto2. Todo en apenas nueve años de profesional.
En la vuelta de honor, su hermano menor, Alex, lo había parado para darle una camiseta preparada de antemano con la leyenda “Give me five” (Dame esos cinco) y un casco dorado.
Márquez le debe el título en primer lugar a la constancia, pues en esta temporada sumó cinco victorias y seis podios, y no tuvo ningún abandono.
El título de 2016 es especial para el pequeño piloto de 59 kilos y 1,68 metros. Más maduro, controlado y experimentado, el español dio la sensación de haber aprendido a sujetar su temperamento.
Su mediocre temporada pasada, cuando todos creían que dominaría durante años la categoría reina, fue una lección. No sólo es que su Honda no funcionó como esperaba, sino que tampoco pudo evitar las caídas.
Además, protagonizó una refriega con el veterano Rossi, su hasta entonces ídolo y referente, que terminó con su amistad.
Sólo a lo largo de esta temporada, cuando Márquez se mostró totalmente regenerado, se dieron de nuevo la mano los dos gallos de pelea.
En Motegi, la felicitación fue lejos de las cámaras, en el interior del box, porque Rossi se dejó sus opciones de ganar su décimo título mundial en la grava del circuito japonés.