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El objeto de la melancolía

EL OBJETO DE LA MELANCOLÍA

Por Wilfredo Arriola

Hay un camión de mudanzas detenido frente a ti, en las dimensiones de su carrocería tiene el nombre de la empresa dedicada al traslado de domicilio o de cualquier otro tipo de muebles que deseen ser movilizados. Para ti, es un simple carro que se mueve con mobiliarios, para una familia es un momento de reflexión de abandonar una parte de su infancia, parte de su historia. Hay un rotulo de bienvenidos a San Salvador, verde con sus letras imponentes generando un cotejo de recibida ¿un simple rotulo? Para otros es la despedida del lugar que los vio crecer y sentirse orgulloso de sus raíces, para unos, un letrero de organización al departamento que entran o salen. Alguien vende mango en bolsa, lo miras y quizá no tienes deseo de comerlo, pero sí, de acordarte de una época… y esa escena se convierte en el objeto de la melancolía.

En mis columnas de opinión siempre vuelvo a las etimologías porque nos dicen algo oculto dentro de la palabra. Vuelvo al vocablo “melancolía” que significa desde su etiología: tristeza o abatimiento vago y profundo, procede del latín tardío melancholĭa y este del griego melancholía, propiamente “atribilis, bilis negra”, compuesta por mélas, “negro” y kholé “billis” que, de acuerdo con las teorías hipocráticas, es uno de los cuatro humores del organismo. Pero no a todos nos resulta ser lo mismo, aunque hay puntos de encuentro, como por ejemplo escuchar cantar las notas del himno nacional de El Salvador en el estadio para ver jugar a la selección de futbol, una melodía y una confabulación de emociones que podrían terminar en melancolía, estar dentro de una protesta, exigiendo nuestros derechos y haciéndonos sentir ante las injusticias de un gobierno, girar la cabeza y percatarse de esa unión, de esa comunión de este sentir. Encontrarse con la melancolía de volver al lugar de infancia, de ver las calles, de sentir las campanadas de una iglesia, de mirar los volcanes desde ese mismo punto, pero ahora con otra mirada. Ver a tus hijos crecer y rememorar los que fueron con quienes ahora se están convirtiendo.

Avanzar en la vida resulta una carrera muy silenciosa, cuando giras la mirada, se fueron años, vivencias, muchas cosas permanecen, pero la mirada se nutrió de otras cosas, generando así, ver la realidad desde otra perspectiva. Ver dos piedras en la calle simulando una meta, ver las líneas marcadas con yeso dibujando una peregrina, unas medias blancas caladas, unos colores, unos guantes blancos en preparación para el día de la independencia, un baile folclórico, ese viento prediciendo una tormenta que no es cualquier tormenta, es la tormenta de septiembre que podía en muchas cosas perjudicar una preparación de todos unos meses para los eventos a la patria. La melancolía está ahí, con sus objetos, con sus personalizadas formas, esa intimidad muy nuestra y en ocasiones muy secreta, que solo nosotros sabemos que significan. A veces una canción te puede hacer volar, o un rollo de cartulina, quizá unos viejos cuadernos o simplemente escuchar el torito pinto a lo lejos…

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