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El octavo aniversario del IAIP

Alejandro Henríquez

En el marco del octavo aniversario del Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP), actualmente, están ocurriendo grasos retrocesos en materia de transparencia, acceso a la información pública, participación popular, contraloría social e institucional, así como en rendición de cuentas. Todos los conceptos íntimamente relacionados están siendo mancillados, despreciados  y desvalorados a la vez; puesto que el perjuicio de uno de ellos lleva al incumplimiento de todos los demás.

La Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP), la cual es la creadora del IAIP, es un esfuerzo que data desde el año 2008 por parte de la Sociedad organizada. Es decir, la existencia del IAIP es el resultado de diversas propuestas, talleres, exposiciones, reuniones y demás actividades de incidencia institucional; todo, con la finalidad de tener una Institución que permita la correcta aplicación e interpretación de la LAIP, pero, sobre todo, que ejerza contraloría interinstitucional.

No caben dudas de la gran importancia que tiene el IAIP en el país; dado que es una Institución que, durante ocho años, ha demostrado que es capaz de forzar la entrega de información que, en un principio, ha sido denegada por los servidores públicos; además, ha desarrollado líneas y criterios importantes en cuanto al acceso a la información pública y protección de datos personales. En resumen, es una Institución que vela para que podamos reclamar y obtener lo que nos pertenece: la información generada, administrada o en poder del Estado.

Sin embargo, a pesar de todos los avances en la materia, este octavo aniversario carece de progresos de reciente data para ser celebrados. Se supone que, con el paso del tiempo, la institucionalidad debe ser fortalecida, logrando consolidarse y afianzarse para garantizar y proteger derechos fundamentales, de forma que exista un grado de protección y seguridad que permita el desarrollo de la democracia y la vida en sociedad.

Pero, el IAIP, en lugar de lograr ese progreso, ha retrocedido en materia de transparencia y acceso a la información pública. Esto se refleja en el nombramiento de comisionados y comisionadas que, notoriamente, carecen de independencia e imparcialidad; reformas al Reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública que únicamente debilitaron su funcionalidad; cambios de criterios de manera oficiosa mediante las cuales se prohíbe la entrega de adendas de probidad del presidente de la República; la desarticulación de la Mesa de Transparencia; y, en suma, toda la tensión interna y externa que atraviesa el Instituto debido a la correlación que se ha configurado en el Gobierno de Bukele.

Es preocupante que, en un Gobierno que se niega a transparentar la información y a denegar el acceso a la información pública mediante cualquier tipo de argumento –aún y cuando el alegato es inconsistente, incoherente y fuera de la legalidad-, no exista un ente contralor que tome la decisión final de casos que cuente con la confianza, el mérito y el prestigio que debería poseer a estas alturas de existencia.

Es decir, lo que existe es una Institución que, poco a poco, adopta la política de anti-transparencia del Gobierno, en donde la primera opción es no entregar la información de manera “justificada”.

Esta injerencia que paulatinamente sufre el IAIP es lo que permite, con tendencia a que en un futuro se recrudezca la situación, que los funcionarios públicos hagan cualquier tipo de acto a su libre albedrío, aunque no sea lo legal o éticamente correcto.

Por todo, el octavo aniversario del IAIP debe constituir un momento para la reflexión de su importancia, para exigir comisionados y comisionadas que sean independientes e imparciales y comprometidos con la transparencia y el acceso a la información pública, para rescatar los pocos avances que se han tenido y exigir más.

Hay que ser conscientes que la transparencia y el acceso a la información pública hace que tomemos mejores decisiones, ejerzamos contraloría social, que participemos en las decisiones públicas de manera informada, que sepamos qué hacer o cómo actuar ante una situación; por ello, la importancia del IAIP.

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