Wilfredo Mármol Amaya
Psicólogo y escritor viroleño
G
uicisín era el sobrenombre del peluquero que me quitó el pelo por vez primera en mi natal Zacatecoluca, try al menos es lo que recuerdo. Posteriormente me lo confirmó mi madre, order pues el señor Guicisín tenía la virtud de la paciencia para con los niños, que por cierto era un martirio quedarse quieto y dejar de sentir el malestar de los pelos que caían sobre el cuello, a la par del trás, trás, trás que hacían las maquinas manuales que jaloneaban los pelos de la cabeza. Sumado el calorcito de Zacatecoluca, era toda una odisea la ida al barbero. El local de don Guicisín fue una barbería tradicional, un par de espejos con manchas amarillas a las orillas y con marcos de madera, una silla giratoria un tanto vejestoria al centro del salón, a los lados unas correas de cuero de res que servían para afinar el filo de las navajas que Guicisín pasaba sobre los bordes de la cabeza de sus clientes. Don Guicisín, un hombre bajo de estatura, moreno, pelo corto estilo “Francesita oscura”, que usaba pantalones con paletones y camisa manga corta con la falda dentro del pantalón por supuesto, que hacían notar el cincho ancho de cuero del que sobraba buena parte de la hebilla del cincho, colocada a un lado de la cintura. Era un típico viroleño de la época. Buena parte de los niños de Zacatecoluca dejaban sus primeros pelos en la Barbería de don Guisicín, quien vivía cerca de su lugar de trabajo, a unas calles en el barrio Analco. Su hijo Romeo siguió por un tiempo escaso el trabajo de su padre.
Han venido a mi memoria los recuerdos de Don Guicisín esta noche 6 de diciembre, mientras disfruto de un corte de pelo en la Barbería San Luis, sobre la Calle San Antonio Abad (creo que es el corte número 220 de mi vida, si pongo al menos cuatro cortes al año) en las manos de don Ismael Bonilla, que frente al espejo bastante amplio y limpio disfrutamos de una tertulia con sabor a nostalgia.
Don Ismael comenta que nació en el Municipio de Santa María Ostuma, ambos somos del Departamento de la Paz -así se originó nuestra platica- “todo comenzó cuando estaba muy pequeño, ya que mis hermanos mayores era peluqueros, claro no me prestaban las máquinas manuales porque los dientes solían quebrarse con facilidad y debía comprarse una nueva máquina, que no eran baratas que se diga, así es que aprendí a puras tejeras” , señala don Ismael . De su familia, sólo don Ismael se dedica en la actualidad a este oficio. Cuando se trasladó a San Salvador también se integró a la Sociedad de Peluqueros de El Salvador, nacida hace 102 años. “Nunca pudimos formar el Sindicato”, sentenció don Ismael. Los Estatutos de la sociedad obligaban a echar a andar la Academia de peluqueros, pero nunca fue puesta en ejecución.
“Por lo visto el partido ARENA les usurpó los colores a la profesión de la peluquería,” señaló una señora que espera a su esposo mientras le cortan el cabello, quien además degustó de la tertulia, emitiendo sus inquietudes. “Los colores azul, rojo y blanco son emblemáticos y al parecer tienen su origen en Italia”, comenta don Ismael.
Don Ismael Bonilla, al respecto señala que en Italia y Francia, así como muchos países de Europa, las peluquerías jugaban un papel multifacético en atender las demandas de salud de las poblaciones distantes de las grandes ciudades, en vista que los sistemas de salud no ofrecían acceso a las clínicas, por lo que el sillón de las barberías no servían solamente para cortar el pelo, sino que además eran útiles para sobar cuando la gente se le “zafaban” los huesos, además que se hacían pequeñas cirugías, sacaban muelas, en fin el peluquero era un especie de paño de lagrimas de la comunidad, de ahí deriva, afirma don Ismael Bonilla, los tres colores: el blanco significa la limpieza absoluta en el brindar los servicios, el rojo el color de la sangre que provenía de los servicios médicos y el azul significa la grandeza del servicio de la barbería.
En relación al origen de la insignia de los barberos, se maneja que tiene su origen en el anuncio público de los barberos frente a la puerta de sus negocios para hacer conocer a distancia al viajero fatigado y herido a dónde podía recurrir. Mientras las franjas blancas simbolizaban las vendas, las rojas aludían al color de la sangre en flebotomías y sangrías. Pero, ¿Por qué el palo? En 1658 fue publicado un trabajo titulado “Comenii Orbis Pictus”, por un Obispo de Moravia, Iohannes Amos Comenius, que se dice fue el primer libro escolar ilustrado e impreso. En una de sus páginas, podemos ver la imagen del interior de una barbería. Un barbero-cirujano le está practicando una flebotomía (término que se atribuye a una modalidad de tratamiento médico que consiste en la extracción de sangre del paciente para el tratamiento de dolencias) a un paciente. El paciente sostiene con su mano derecha un bastón, el cual le permite tener su brazo horizontal, y tiene una venda arrollada alrededor del bastón. Ese fue el motivo de la insignia del barbero. Seguramente fue un instrumento de uso común en las barberías, y ayudó fácilmente a identificar el lugar para el viajero. Lo que sí es claro, es que el origen de este símbolo va muy atrás en el tiempo, posiblemente hasta la Antigua Roma. La tarea de estos barberos era, además de cortar y peinar los cabellos y barbas, masajearlos, cepillarlos y darles brillo con lociones, pomadas y cera de abejas. Como el pelo de los griegos y romanos era generalmente de colores oscuros, también lo teñían de rubio. El toque final era perfumarlos con esencias a base de flores y aceite de oliva.
Barbería- peluquería en el siglo XVIII
La historia registra que en las sociedades paleolíticas primitivas, quienes cortaban el pelo eran las personas con más autoridad en los grupos sociales. Se pensaba que en el cabello residía el alma de la gente, que era una manifestación de los pensamientos. Cortarlo era una forma de quitarse la esencia de lo malo acumulado en ellos y renovar energías. Por eso esa tarea era confiada a los más sabios, a los sacerdotes. Se han encontrado afeitadoras hechas con piedras afiladas de la Edad del Bronce, de 3.500 años de antigüedad, en excavaciones en Egipto. Hasta la mitad del siglo XV los barberos continuaron haciendo cirugías y todo tipo de curaciones, sin mayores problemas. En 1450, en Inglaterra, los barberos, por decisión del Parlamento, quedarían restringidos a sangrías, extracciones dentales y corte y cuidado del cabello. En los siglos XVI y XVII, los barberos ocuparían altas posiciones en las cortes reales. Una ordenanza de Enrique VIII los autorizaba a recibir una vez por año cadáveres para diseccionar y estudiar anatomía humana. (http://thehistoryofthehairsworld.com/historia_barberos.html)
Don Ismael Bonilla entró de lleno en el tema y comenta que en San Salvador, destacaron varias barberías dejando huellas en esas generaciones capitalinas, como la Peluquería Social, al costado sur del Mercado Ex cuartel, en la esquina en diagonal del Ministerio de Educación. Años más tarde el amigo Ismael Bonilla compró al señor Corpeño, quien fue el propietario de esta famosa peluquería y se la llevó a Santa Tecla donde la mantuvo abierta al menos por 20 años, incluso el rótulo de la peluquería Social. La Peluquería Universitaria estuvo sobre la 25 avenida y muy cerca La Barbería Robert, de un señor de nombre Roberto, no recuerdo su apellido, pero fui su cliente por varios años, en los 80¨s. La peluquería el Nuevo Mundo funcionó en el Hotel del mismo nombre en el centro de San Salvador por el lado que fuera el correo, que fueron destruidas por el terremoto del 10 de octubre de 1986.
DON TOÑITO DÍAZ, PARTE DE LA HISTORIA DE LA BARBERÍA EN ZACATECOLUCA.
T
oñito Díaz, el viroleño que junto al señor Alcalde Municipal, Dr. Francisco Salvador Hirezi son las personas más queridas en Zacatecoluca; aparte de dibujante, caricaturista, comentador deportivo, cronista, también fue barbero. Recuerdo haberlo visto en acción de barbero en el fondo de lo que fuera el famoso Centro Social Democrático, CSD, donde se daban las fiestas del canasto en aquellos años de gloria de dicho Centro, incluso en 1979 fue amenizada por la Orquesta de Pérez Prado, el cubano rey del Mambo. Ciertamente don Toñito Díaz fue barbero por 30 largos años en el Centro Social democrático. Su maestro fue don Ezequiel Lovato Flores, en los años 1953 a 1956, conocido cariñosamente en toda Zacatecoluca con el nombre de Don Cheque, persona que en los años 50´s tuvo su barbería llamada La Francesa. Don Cheque cumplió sus 100 años de vida el 17 de marzo de 2007, pues data su nacimiento en el año de 1907, ocasión en que fue visitado por su alumno, don Toñito Díaz en la final de la 8° Calle Oriente. Don Cheque tuvo como maestro de barbería a don José María Joven, quien tuvo su barbería en el barrio Los Remedios.
Otra barbería de reconocido prestigio fue la del barbero don Beto Minero, con su barbería por el lado de los juzgados, llamada Barbería El Espejo de Plata. Toñito Díaz laboró en el Centro Social Democrático desde el año 1957, trabajo que solía realizar por las tardes, cuando se pagaba cada corte a ¢ 0.60 (de colon), ya que durante el día trabajaba para los juzgados de la ciudad. La junta Directiva del CSD le concedió permiso para asistir a clases con Camilo Minero, el gran pintor viroleño. De ahí que hoy por hoy, don Toñito Díaz es el pintor más emblemático con que cuenta Zacatecoluca.
Un gran número de barberos dejaron huella en los viroleños de diferentes épocas. Para el caso don Chamba Cabrera, el barbero en los años de mi pre pubertad, que trabajaba sobre una silla de comedor donde sentaba a sus clientes, un espejo que hacía colgar de un clavo en el palo del umbral de su humilde casa en el interior de la finca que fuera de don Mauricio Nóchez, quien falleció recientemente en Zacatecoluca. Don Chamba Cabrera procreó a varios hijos, entre ellos a Toño, maestro de profesión y Quincho, empleado de Correo, una demostración que de la barbería se hacen hombres de bien a la sociedad, y don Chamba Cabrera fue un ejemplo de laboriosidad.
Otro barbero viroleño es el amigo Tito Colindres en el barrio Analco, el padrinazo para un gran número de amigos del Rey Baco. Recuerdo a Don Moisés, un hombre entrado en edad que en Analco tenía su barbería, por cierto ofrecía un plato fuerte de prostitutas, además de los cortes de pelo a los caballeros.
En el centro de la ciudad de Zacatecoluca, frente a la Escuela Lucia de Villacorta funcionó por años una barbería llamada OSDELSA, su propietario don Oscar Saravia, considerada una de las barberías de clase A en toda virola, tenía en una de sus paredes una fotografía del Tigre y el Venado de la vecina San Juan Nonualco.
El barbero viroleño Ramón Flores, no sólo era barbero, sino que también solía cantar Los Motetes, esas canciones religiosas que suelen acompañar las procesiones católicas.
Al parecer don Guicisín tenía como nombre de pila Atanasio Aquino, y su barbería la legendaria El Fígaro, nombre de un personaje de ficción que se supone vivió en la ciudad de Sevilla, llevado al teatro con éxito por Pierre-Augustin de Beaumarchais en 1775. Se puede argumentar que Fígaro es el barbero más famoso de la cultura occidental, usándose a veces su nombre como sinónimo de barbero. Guicisín tuvo su último local de barbería contiguo a la Hospedaje Popular, en la actualidad es la Clínica Odontológica de la Dra. Yesenia del Carmen Mármol, mi hermana menor. El hijo de Neftalí Sotelo, un barbero de antaño en Zacatecoluca, fue progenitor de un viroleño que le apodaban Fígaro, pero éste no tiene nada que ver con el arte de la barbería.
Cuantos recuerdos se fusionan este sábado 6 de diciembre en manos de don Ismael Bonilla, el amable profesional del arte de la barbería, sobre la calle de San Antonio Abad, quién me atendió luego de participar de la peregrinación ciudadana en protesta por el cambio de nombre de la calle con nombre de santo por la del fundador de los escuadrones de la muerte, el tristemente recordado Roberto D’abuisson, a quien por cierto recuerdo que en rueda de prensa se refirió Monseñor Arturo Rivera y Damas, cuando un periodista le preguntó sobre que pensaba de la muerte del Mayor retirado, fallecido apenas unos minutos, en un hospital cercano del arzobispado, Monseñor Rivera dijo: “Ojala y encuentre un juez generoso”
Un saludo a los barberos que con sus oídos bondadosos continúan escuchando los sueños de sus clientes.
Sábado 6 de diciembre de 2014.