Vidal Garay
Cuentista y poeta
El oficio de librero como cualquier otro oficio tiene muchos perfiles, healing a veces algunos locales se convierten, sovaldi como dice uno de los libreros, cialis en lugares que algunos lectores confunden como lugares para atender locos y llegan a hablar de todo, menos de libros. Llegan con ideas de este talante: El mundo está manejado por una poderosa secta ultra secreta que pretende dominar el universo y volver esclavos a los seres humanos. Otros dicen que El Salvador es una isla que ya no tiene remedio… Y por ahí se van. Parece ser también que algunos de esos locales están atendidos por personas que están más locas que los que llegan a visitarlos, sí, todo esto se da en dichos lugares. Uno de ellos, atendido por una persona que está rodeada de tantos libros y lee unas líneas por aquí y otras por allá, auto llamándose por eso una lumbrera viviente… Una lumbrera disparada, dicen los que la conocen. El mundo de los libros usados en el centro de la asquerosa ciudad es muy reducido, esto tomando en cuenta la cantidad de gente pululando por estas calles. El asunto de la lectura es crítico, mejor es decir; escuálido. Un gringo hablando un español muy entendible dijo en uno de estos locales “este país es bastante bruto, no le gusta leer, se nota mucho…” No se le reprochó en ese momento por dos razones fuertes, una de ellas es que a ninguno de los que ahí estaban les pareció importante discutir una verdad tan a la vista. Y la otra, porque el gringo aunque barato siempre compra algún libro. “De aquí, después de un año, me voy a Costa Rica, donde vivo y la gente es culta.” Dijo solicitando una bolsa para el libre de a dólar que compro luego de una estadía de más de media hora. Aquí, en este reducido mundo de libros usados encuentra quien los busque, libros de dos por el dólar, así mismo si se mete en otro lugar del mismo ambiente, algunos vendedores con resequedad de cerebro y una atención glacial le meterá el libro a un precio inflado. El espacio del libro usado puede diferenciarse por varias etapas, es de notar que esto ni por carcajadas es un profundo estudio, sólo son crónicas de librero, nada más. Bien, estan las viejas ventas de libros y las más recientes, una diferencia es un antes y un después del Internet. Antes las viejas ventas de libros con suma facilidad superaban los cien dólares en ganancia, fueron esos tiempos en los cuales los dueños de dichos lugares fundamentaron una vida digna, si se entiende esto como un bonito conjunto de dólares. Aparecieron los nuevos vendedores. Otro hecho que diferenció el panorama de los libros usados fue el desalojo del parque San José, donde se ubicaban algunos locales de libros. Aquí sucedió que los poseedores de recursos para alquilar lugares adecuados se trasladaron y los que no los tenían fueron reubicados por la alcaldía de San Salvador en un cajón de un edificio opaco y feo a la vista. También a ese lugar fueron a dar a parte de los libreros, verduleras, fruteras, torteras, vendedores de discos piratas, zapateros, relojeros, comedores y ventas de café y pescado. Ahí, en ese lugar siguen tres libreros, sobreviviendo nada más. Este escueto panorama es necesario para ambientar un poco el mundo de los libros usados y entender que actualmente así como existen ventas aún rentables, las hay las que subsisten por puros milagros que no son rentables… Y ahí están. De éstas habrá que hablar más adelante, de sus raquíticas ganancias y sus enormes ganas de seguir ofreciendo libros.
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