EL OFICIO DE COMPRENDER
Por Wilfredo Arriola
No todos somos iguales, aunque en muchas ocasiones se lee: hay un precipicio entre tú y yo. Entre tus aficiones y las mías, entre tu carrera y la que he cursado o estoy por cursar, entre tu deporte y el mío, entre lo que detesto y lo que tú admiras. Resulta ser complicado comprender desde la serenidad las diferentes elecciones de los demás y que en esa decisión nos separemos tanto los unos con los otros. En este convulso tiempo resulta casi ipso facto que, si no tenés mi elección por automático, no te conviertes en un alejado a mis preferencias, sino en mi enemigo. De esa manera se están barajando las cartas hoy en día, cartas que, por más que se sepa que son cartas, se deslizan por debajo de la mesa.
La virtud de saber comprender desde diferentes puntos de vista es una de las formas más potables de encarar a la realidad, porque nuestro mundo no se mueve solo con nuestras vivencias, con nuestro conocimiento y con nuestros hábitos. Hay más, otras culturas, otra formas de crianza, de ver la vida. Cada objeto o persona resulta ser diferente a los ojos de los demás. Tener ese propio concepto personal es loable y por obligación deberíamos de educar nuestra mirada para saber definir lo que pasa y lo que nos pasa. Saber las letras con las que designo una definición y luego, el gran reto, darles una oportunidad a los demás pensamientos sin irrumpir en el propio y en ese camino no deslegitimizar a los que piensan de una manera diferente a la nuestra. Una situación es comprender y otra es renunciar a lo personal, tampoco apelo a eso. Quizá dentro de esa valoración puedo potenciar mi mirada y reformular mi pensamiento, por lograr descifrar otro mundo desde otro personaje. Ocurre en tantos campos, en la política, en la religión, incluso en el sexo; por eso suscitan tanto a la polémica, por que en esos asuntos cada uno crea muros para dejar adentro lo personal y muros para ni siquiera mirar lo que pasa allá afuera.
Darse una oportunidad de escuchar tampoco es una firma para renunciar a nuestras convicciones. Creo que este oficio de pulir nuestra educación reside más en el respeto hacia nuestros pares, y no convertirlos en nuestros enemigos. No siempre podemos aspirar a eso, porque esta determinación no es solo nuestra, hay un 50 % del otro, de quien nos escucha. La parte nuestra debe dejarnos las valoraciones sin sesgo de quien las emite. Es preciso entrenar nuestros cuestionamientos y sabernos hacer esa auto interrogación del porqué se piensa como se piensa, qué nos ha generado esas ideas, esas aficiones y también debemos cuestionarnos por qué en muchas ocasiones se usa el radicalismo para defender una idea.
Ser entes multidisciplinarios es una lucha del profesional, tener diferentes competencias nos hará potenciar nuestro capital humano, es tarea personal investigar diferentes áreas, buscar, enterarse, preguntar, sabernos educar en la comprensión de quienes no piensen como nosotros. Siempre hay una luz que ilumina el camino y también esa misma luz puede ser la de un incendio que devora el espacio convirtiendo el ambiente en un lugar inhabitable para la convivencia.