Mauricio A. Vallejo Márquez
Bitácora
No era raro escucharlos en casa. Tampoco me resultaba extraño escuchar sus nombres, pero hubo uno de ellos que es imposible olvidar.
Estudié durante mi niñez en el Externado de San José en que conocí a los S.J. Al padre Toro, Santamaría, Santiago, Ormachea e Ibáñez. Jugué fútbol con los padres Santiago e Ibáñez, casi siempre me iba con el segundo en esas maratónicas jornadas de 45 minutos en las que éramos sin cuenta contra sin cuenta más uno. Estudié y leí los libros del padre Ibáñez e incluso llegué a su oficina para darle las respuestas de mi guía de primera comunión y fue con él que la hice. Un día me lo encontré por la calle, de esas cosas extrañas de la vida, pero no me reconoció. Habían pasado los años, y así sucede a veces.
Y cómo era de esperarse también estudié un tiempo en la UCA. Pero siempre con la estela aquella de los Sacerdotes jesuitas asesinados en 1989. Leí material de Ellacuría, en Filosofía nos brindaban como material ¿Qué es filosofía? y otros artículos y páginas de sus libros. Confieso que no he leído todo.
Sin embargo, a pesar de que todos tenían su grandeza, hubo uno que no puede borrarse de mi historia. Habían desaparecido a mi papá (Mauricio Vallejo) justo a la salida de la UCA. Mi mamá estaba cerca de cumplir 22 y entró en una gran depresión. Era alumna de él, y este al no verla en su clase y al saber todo lo que provocaba su ausencia se aventuró a llegar a nuestra casa. Yo lloraba en la cuna. Mi mamá estaba sumida en llanto, cuando tocaron la puerta.
-Paty, abre -dijeron
El acostumbrando ¿Quien? le dio pasó al nombre:
–Nacho.
El padre Ignacio Martín Baró y le dijo:
-Paty, el niño ha perdido a su padre. ¿Quieres que también pierda a su madre?
Crecí sabiendo que me cargó en su brazos, sabiendo que fue un gran maestro, y que mi mamá lo admiraba y respetaba muchísimo. El padre Nacho, que le decía a mi mamá «llámame Nacho a secas», le dio las palabras para que siguiera.
Durante los días de la Ofensiva Hasta el Tope fueron asesinados. Mi mamá, no sé sin temor o con eso que llamamos valentía enfrentó la situación para ir a verlo, para acompañarlo antes de que lo enterraran.
Quizá por eso estamos defendiendo siempre esas causas que le llaman perdidas, por eso seguimos defendiendo esos ideales de mi papá y de mi mamá, porque hay individuos como el padre Nacho que nos dan aliento para seguir, aunque venga la muerte. Definitivamente, acá nadie se rinde.
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Mtro. Mauricio A. Vallejo Márquez