Artículo 3
OSCAR ORTÍZ
Evaluar los primeros cien días de un gobierno es un ejercicio muy prematuro para tener balances concluyentes sobre las capacidades reales o las limitantes de una nueva gestión, sin embargo, es un tiempo suficiente para identificar grandes señales y patrones que muestran el estilo y actuar de un gobierno y que deben ser consideradas más allá de las encuestas y las cifras de popularidad.
En este periodo nos preocupan cuatro grandes aspectos que hemos identificado como una dinámica reiterada en las actuaciones del presidente y su gabinete, lo que contribuye muy poco al proceso de construcción democrática, al ejercicio de gobernabilidad, y al fortalecimiento institucional en nuestro país.
En primer lugar, vemos un ejercicio que privilegia la confrontación, dejando muy poco espacio al diálogo, al debate y a la construcción de puentes para ampliar el entendimiento. Estamos convencidos que seguir por la ruta de la confrontación no es la respuesta, la historia nos ha demostrado que la mejor opción es fortalecer nuestra creciente democracia.
Un segundo aspecto es la sistemática violación del marco jurídico institucional y del sistema de derechos, que impacta de forma negativa en el marco individual, institucional y democrático. Nadie puede estar por encima de la Ley; hay que cuidar nuestro marco legal y jurídico, si no nos gusta hay que reformarlo, si nos parece limitado hay que mejorarlo, si creemos que el país necesita mucho más, hay que modernizarlo.
El tercer aspecto, es que vemos un gobierno que está recurriendo de manera reiterada a la intolerancia, y creemos que no es la forma o método correcto. La democracia exige que todos nos tenemos que escuchar y tolerar, tenemos que aceptar opiniones distintas, entender que para construir un estado democrático es importante la pluralidad política, el debate y la diferencia.
En el cuarto aspecto consideramos que cien días son suficientes para que un gobierno tenga claro su proyecto de país, sus prioridades en los campos económico, social, político ambiental, sin embargo, hasta ahora no conocemos un documento serio, de fondo y bien estructurado, que muestre la ruta, el rumbo y la visión estratégica que este gobierno ha trazado para el futuro del país.
A cien días de gestión, en este nuevo ciclo político y más allá de estas señales que nos preocupan, como secretario general del FMLN, estoy convencido que para resolver los grandes desafíos que El Salvador enfrenta se requieren acuerdos, y esos solo pueden construirse con un diálogo serio, sincero y responsable, bajo un liderazgo tolerante a la crítica, respetuoso y con la voluntad y la determinación clara de superar las diferencias; llamo para que al más corto plazo se puedan crear condiciones en el marco de este propósito. El país así lo demanda.